Inprimatu

MONTANER Josep Maria.,  La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX . Gustavo Gili. Barcelona, 2002.


págs.115-140. “Tipo y estructura. Eclosión y crisis del concepto de tipología arquitectónica”


El concepto de tipo básico en la cultura contemporánea procede de Max Weber. Weber lo aplicó a las ciencias sociales y según él se pueden establecer conceptos límite ideales con los cuales la realidad puede ser medida y comparada con el fin de ilustrar determinados elementos significativos. Estos "tipos ideales" sociales son abstracciones o construcciones racionales que actúan como modelos de referencia, como artificios historiográficos. Dichos tipos deben ser verificados y, cuando hayan demostrado inadecuación o envejecimiento, deben mutar y ser repropuestos. La noción weberiana "tipos ideales" está en el sustrato de gran parte de las interpretaciones de la arquitectura moderna. La exposición El estilo internacional, dirigida en 1932 por Henry-Rusell Hitckcock y Philip Johnson, es una muestra perfecta de dichos razonamientos: cada ejemplo paradigmático es medido y comparado en relación a unos cánones, a un tipo ideal, un estilo internacional del cual los tres principios formales establecidos son: la arquitectura como volumen y juego dinámico de planos; el predominio de la regularidad sustituyendo a la simetría axial académica, y la ausencia de decoración añadida que surge de la perfección técnica. Tres son esencialmente las obras modélicas: la Ville Savoie de Le Cor-busier, el Pabellón de Barcelona y la casa Tughendaht, ambos de Mies van der Rohe. De los demás ejemplos se mide su perfección y belleza en relación a estos "tipos ideales"....


... ECLOSIÓN Y CRISIS DEL CONCEPTO DE TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA


  Tras la crisis de los principios del movimiento moderno, se configuró una nueva metodología arquitectónica que se basaba en la reinterpretación de la historia de la arquitectura y en la defensa de la estructura de la ciudad tradicional con el objetivo de recuperar la dimensión cultural y colectiva de la arquitectura. Esta nueva posición, que tiene sus propias convicciones respecto a las formas, tecnologías, lenguajes y relaciones con el contexto, encuentra su fundamento, precisamente, en la reinterpretación del concepto de tipo arquitectónico que pertenece a la tradición platónica y académica y que estuvo en la base del sistema Beaux Arts. Tal corno ya sucedía en la crítica iluminista y en el método didáctico y compositivo de Durand, el concepto de tipología arquitectónica intenta aglutinar tanto el momento analítico teórico como el momento proyectual y creativo. El concepto de tipología sirve tanto para analizar la historia como para proyectar arquitectura en la ciudad. Para los arquitectos adscritos a esta posición, es el momento analítico -en el que se estudia la tipología de un museo, un teatro o unas viviendas— el que aporta directamente todas las pautas del proyecto.


 Manfredo Tafuri fue quien con mayor decisión definió esta corriente caracterizándola como "crítica tipológica" que insiste sobre los fenómenos de invariante formal y que se diferencia de los estudios analíticos de los maestros del racionalismo europeo por su carácter historicista. Esto es evidente si comparamos los contenidos de La arquitectura de la gran ciudad de Ludwig Hilberseimer, publicado en 1928, con La arquitectura de la ciudadde Aldo Rossi, de 1966. El primero es un libro que recoge aquellos proyectos de rascacielos, unidades residenciales, naves, estaciones, puentes y fábricas que anuncian la ciudad del futuro. El segundo, trata esencialmente de la ciudad europea de los siglos XVIII y XIX.


ecurrir al concepto de tipología significa en la actualidad rehuir todo regionalismo y defender soluciones morfológicas de carácter universal; comporta negar cualquier principio funcionalista en aras del primado de la estructura, el tipo o la forma; significa situarse en las antípodas del empirismo. En esto, por tanto, Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Carlo Aymonino, Luciano Semerani, Guido Canella y otros autores superan la influencia neoempirista y fenomenológica presente en su maestro Ernesto Nathan Rogers y tienden hacia un tipo de cultura más académica y estática. Sin duda, dentro de las distintas posiciones que se configuran en los años sesenta, es ésta la que posee un mayor espesor teórico y unos más sólidos fundamentos: análisis teórico, actividad critica, función propositiva de las imágenes y valor demostrativo del proyecto se conectan entre ellos de modo indisoluble. Giulio Carlo Argan, en su escrito "Sobre el concepto de tipología arquitectónica" (1962) fue de los primeros en volver a poner en circulación este término, al mismo tiempo que se recuperaba la arquitectura de formas puras propuesta por los arquitectos iluministas. Entroncando con el concepto de tipo tal como lo utilizó Quatremère de Quincy, Argandemostraba que la tipología no es sólo un mero sistema de clasificación, sino que se corresponde con un proceso creativo. De todas maneras, esta primera interpretación de Argan está más cerca de una visión iconológica de las formas que del rigor estructuralista que el concepto tomará en los arquitectos italianos.


 En los años sesenta, por lo tanto, confluyen el citado escrito de Argan, los análisis de Rudolf Wittkowersobre las invariantes formales en las plantas de las villas palladianas, la reinterpretación de los métodos y conceptos de Durand y Quatremère de Quincy y la recuperación, en definitiva, de toda una tradición arquitectónica que anuncia y culmina en la Ilustración: los tratados y colecciones de proyectos de Pierre Le Muet, Pierre Patte, Ledoux, Boullée y Louis-Ambroise Dubut. Al mismo tiempo, los proyectos y obras contemporáneas desarrollados por Louis Kahn se han convertido en modelo de un acercamiento a los mecanismos tipológicos: repertorios formales delimitados, defensa del valor universal y repetitivo las formas, recreación de los significados simbólicos de cada forma geométrica, recurrencia a los sistemas académicos de articulación de los edificios -simetría, axialidad, jerarquía.


La arquitectura de la ciudad(1966) de Aldo Rossi se ha convertido en el manifiesto de esta recuperación del concepto de tipología. La crítica al "funcionalismo ingenuo" está relacionada con la certeza de que la forma es más fuerte que cualquier atribución de uso y que la máxima precisión arquitectónica favorece la mayor libertad funcional. Esta posición va ligada a una actitud clasificatoria, basada en la creencia de unos principios inmutables y unas formas que permanecen a lo largo de siglos y sobre las que se pueden establecer criterios lógicos. Manifiesta la importancia de la herencia histórica y, sobre todo, la relación de toda la trama urbana. Con ello se diferencia de la tradición que va de Durand a Kahn para la cual el tipo entendido como partí es un mecanismo autónomo, en su forma y escala, respecto al lugar. El concepto de tipología dirige las bases de la arquitectura hacia el espacio, pero no un espacio funcional, distributivo, constructivo o matemático, sino que, en consonancia con el estructuralismo, señala que la esencia de las formas arquitectónicas estriba en los modos de estructuración del espacio. Se trata, paradójicamente, de un estructuralismo que es, a la vez, historicista.


Giorgio Grassi, en escritos de los años setenta como "Para una investigación sobre la casa en Francia" o "Características de la casa en las ciudades alemanas", intenta darle un mayor rigor científico y una más sólida base histórica a este concepto. Grassi es el que parte de una visión más estática y pesimista.


 En las valoraciones de su propia obra -en la mayoría de los casos ligada a preexistencias arquitectónicas importantes- Grassi considera la arquitectura como una "lengua o naturaleza muerta" y ha insistido, parafraseando a Jean de La Bruyère que "todo ha sido ya dicho". Según Grassi, sus proyectos usan conscientemente un lenguaje considerado antiguo y repiten siempre cosas ya dichas. Su obra manifiesta la imposibilidad de ser nueva, el convencimiento de que las condiciones no pueden ser cambiadas y que la recurrencia a un denso sistema de vínculos y referencias constituye el único medio para hacer aparecer la forma arquitectónica. Y uno de estos medios básicos es el tipo.


En este terreno de la tipología el arquitecto que ha desarrollado un trabajo teórico y de investigación más amplio y riguroso ha sido Carlo Aymonino: por su recuperación y reinterpretación de la tradiciones utópicas y racionalistas de la vivienda, por su estudio de las ciudades capitales europeas -especialmente París y Viena-, por sus trabajos sistemáticos dirigidos desde la Facultad de Arquitectura de Venecia sobre los conjuntos residenciales modernos dentro de la trama urbana y, en definitiva, por su precisa definición conceptual de la relación entre tipología arquitectónica y morfología urbana." Se podría establecer una cierta similitud entre la pareja tipología-morfología y la pareja código-mensaje en el terreno de la semiótica. He aquí, por tanto, otra sintonía entre crítica tipológica y estructuralismo.


Anthony Vidler, en diversos artículos de los años setenta intenta rastrear los orígenes e implicaciones de la idea de tipo y anuncia la aparición de un tercer paradigma en la historia de la arquitectura: tras la larga vigencia del modelo de la naturaleza, la cabaña primitiva y los órdenes, y tras la irrupción del paradigma de la máquina, resultado del proceso de producción, se impone otra referencia: la ciudad y la arquitectura misma. Vidler señala que "esta nueva tipología es explícitamente crítica al movimiento moderno; utiliza la claridad de la ciudad del siglo XVIII para expresar su repulsa a la fragmentación, descentralización y desintegración formal que el zoning y los avances tecnológicos de los años veinte introdujeron en la vida urbana contemporánea. /.../ Lleva a categoría de principio el tejido urbano continuo y sus tradicionales espacios públicos: las calles y plazas". Vidler concluye que "se reafirman la ciudad y la tipología como las únicas bases en las que apoyarse para devolver su papel crítico a una arquitectura que está siendo asesinada por el aparentemente interminable ciclo de la producción y el consumo.


 Según estos autores -y Rafael Moneo lo señala explícitamente- si la arquitectura quiere recuperar su relación con el público, debe trabajar sobre las convenciones que fundamentan la memoria colectiva. He aquí una postura totalmente opuesta a los mitos vanguardistas de la novedad, el límite, la ruptura y la experimentación constante.


El acercamiento crítico de Rafael Moneo a la posición de la crítica tipológica se produce durante los años setenta y se refleja en su artículo "Sobre la tipología" (1978). Este escrito se inicia señalando uno de los peligros que esta posición puede comportar: una 'visión excesivamente cerrada, estática, tendente al fundamentalismo y vulnerable al peligro de convertirse en demasiado conservadora. Rafael Moneo plantea la convicción de que el concepto de tipología implica la idea de cambio, de transformación. Por ello define los factores y momentos que pueden generar la aparición de nuevas tipologías.


Según él, los momentos más intensos del desarrollo arquitectónico son aquellos en que aparecen nuevos tipos, es decir, cuando hay cambios estructurales y técnicos, de uso, de escala; cuando se solapan diversos tipos para producir otros nuevos; incluso cuando el genio del arquitecto es capaz de inventar, como al intervenir Filippo Brunelleschi en la cúpula de Santa María de Fiore en Florencia. Para Moneo el tipo es la estructura en el interior de la cual se opera el cambio, como término necesario para la dialéctica continua requerida por la historia. Por lo tanto, Moneo adopta el mecanismo de la tipología siempre que se acepte su carácter abierto y dinámico. Recordemos que también la idea de "tipos ideales" de Max Weber se basaba en la capacidad de transformación.


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Págs. 116-131 “Estructuras de la memoria”  


Las formas de los arquetipos. En arquitectura, la posición estructuralista que se basa en el desarrollo de las formas intemporales ha sido denominada crítica tipológica (Manfredo Tafuri fue el primero en utilizar el término),1  y enlaza con los arquetipos en la psicología de Carl Gustav Jung; con la teoría del lenguaje de Horace Bénédict de Saussure; con el concepto de “tipo ideal” en la sociología de Max Weber; con los “invariables” en la antropología estructuralista de Claude Lévi-Strauss; incluso, con los “caracteres” en el teatro de William Shakespeare, dedicado a representar los arquetipos humanos: el poder, el odio, la traición, los celos, el amor...La obra de arte creada sobre la memoria cultural también se expresa en la literatura, por ejemplo, en la refundación de un Buenos Aires inventado, tal como queda registrado en los relatos, ensayos y poemas de Jorge Luis Borges o en las ciudades de la memoria que Italo Calvino recreó en Las Ciudades Invisibles.2  Tiene que ver con una economía natural de la inteligencia humana, que se deshace de todo lo que no es imprescindible en busca de lo esencial, que aprende de la herencia cultural.


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MONTANER, Josep María.,Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.


p. 10 -25. "La crisis del objeto"


¿A qué nos referimos cuando utilizamos el concepto de ‘‘sistema arquitectónico’’? Ciertamente el concepto de sistema no es nuevo en el pensamiento, sino que arranca de la Crítica de la razón pura de Immanuel Kant quien, precisamente, definía la arquitectónica como el arte de construir sistemas. El concepto ya aparece en Étienne Bonnot Condillac y su Tratado de los sistemas (1749), y en G.W.F. Hegel, quien definió una verdadera sistemática que consistiría en la articulación de cada cosa en el todo. Como método, la Teoría General de Sistemas se consolidó en la década de 1960, en evolución próxima a otras teorías generales, como la psicología de la Gestalt, que analiza sistemas según la percepción de las formas, o como el estructuralismo, que tiene sus raíces en el análisis sistemático de las


Teoría General de Sistemas, surgida en el campo de la biología, se ha extendido a otras disciplinas, ha alcanzado mayores grados de complejidad, ha sido reforzada instrumentalmente por la cibernética y la teoría de la información y ha sido la base de las posibilidades de los sistemas informáticos. El sociólogo alemán Niklas Luhmann (1927-1998)ha sido uno de los autores que ha  llevado la teoría de los sistemas a su mayor conceptualización, complejidad y dinamicidad, aproximándola al terreno de los procesos, la incertidumbre, la adaptabilidad y la ausencia de sujeto. Siguiendo la sociología del norteamericano Talcott Parsons, Luhmannconsideró que sistema y acción pueden confluir en una única teoría. Ello abrió la posibilidad de síntesis entre la sociología de la acción, tal como la planteó Max Weber, y la sociología de los sistemas organizativos, según Émile Durkheim.


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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 115-158. “Metrópolis”


El turismo es la primera industria mundial, la actividad dominante en un mundo autodefinido por dos conceptos tipo antagónicos: globalización y sostenibilidadque serían, posiblemente, dos de los tipos ideales que, siguiendo la conceptualización de Max Weber, caracterizarían las tendencias de nuestra época. Y mientras la globalización sea esencialmente neoliberal, será antagónica con el objetivo de la sostenibilidad. En este contexto, la extrema complejidad de los procesos generados por el turismo es el fenómeno que mejor sintetiza las contradicciones de la sociedad contemporánea, las tensiones que se producen en cuanto a la elección entre lo global y lo local, entre la homogeneización y el mantenimiento de la memoria viva entre el consumo y la cultura, entre la tendencia hacia el monocultivo del sector de los servicios y una real y sostenible transformación productiva entre los bienes escasos y su consumo. El turismo, siendo una experiencia esencial del ser humano moderno, se ha transformado en un fenómeno que arrasa, al ser un turismo masivo y cuantitativo.


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