MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.
Págs. 27-78.“Historias”
En las últimas décadas han seguido existiendo sobre todo en Latinoamérica y, especialmente en Brasil, arquitectos con una fuerte dimensión política. En Brasil se optó por conseguir la identidad nacional con la arquitectura, las formas, las infraestructuras y los materiales del movimiento moderno. Un fuerte mecenazgo del arte y la arquitectura implicó al poder y a la burguesía industrial y metropolitana en la apuesta por el arte y la arquitectura moderna. Gustavo Capanema, Juscelino Kubitschek (como alcalde, gobernador y presidente) e incluso el dictador Getulio Vargas, promovieron la arquitectura moderna. Una promoción que rompió en 1964 con una nueva y dura dictadura militar y con el exilio temporal de Oscar Niemeyer en Paris. De todas formas, el soporte incondicional de Juscelino Kubitschek a la arquitectura de Oscar Niemeyer ya le había convertido en el arquitecto oficial del Brasil contemporáneo, expresando esta fuerte relación entre política y urbanismo. La nueva ciudad de Brasilia es el gran emblema de esta unión entre proyecto nacional brasileño y urbanismo moderno. Y Lucio Costa, el ganador del concurso del trazado urbano del plan piloto, fue el complemento necesario al exultante Niemeyer. Costa que estudió en la Academia de Bellas Artes, de orientación Beaux Arts, con su elaborada construcción teórica y con la creación del Instituto do Patrimonio Histórico e Artístico Nacional (IPHAN), consiguió conciliar la estricta modernidad internacional con el respeto y valoración de la tradición del arte y la arquitectura brasileños.