El fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson está considerado uno de los fotógrafos más influyentes de todos los tiempos, y es conocido como el padre del fotorreportaje. Destaca por ser testigo de la evolución del ser humano y de las ciudades a lo largo de todo el siglo XX, a través de la captación de imágenes ha sido capaz de fotografiar aspectos de interés social, cultural, político y económico; como la el surgimiento de la industrialización, la modernización de las ciudades, la personalidades más importantes de la época, y los conflictos políticos y sociales más revolucionarios de la historia. Además, en consecuencia de ser testigo clave de la historia y el máximo exponente de una manera de hacer fotografía, se le denominó con el nombre clave de el “ojo del siglo”, capaz de trabajar la escena y esperar el momento adecuado para transformar una imagen interesante, en una imagen irrepetible y única en la historia.
Por otra parte, su visión y profesionalidad le dio la oportunidad de crear junto a otros seis grandes fotógrafos, la conocida agencia Magnum Photos, una agencia internacional de fotografía, del cual fue un importante representante durante toda su vida. Una vida que empezó a tomar fondo cuando en los años 30, Bresson decide dejar a un lado la pintura y se inclina en su totalidad a la práctica de los fotorreportajes, como principal forma artística. Gran parte del trabajo y de las obras realizadas por el artista francés se diversifican en temas tan variados como la Guerra Civil Española y la muerte de Mahatma Ghandi. A medida que iba pasando el tiempo, Cartier-Bresson fue ganando importancia y protagonismo en el mundo fotoperiodistico, teniendo la oportunidad de retratar figuras de importancia en el mundo del arte, de la ciencia y del cultural; y a su vez, consiguiendo que sus fotografías fueran expuestas en los museos y exposiciones de prestigio.
Pero el gran éxito de este artista francés viene dado por captar los diversos valores simbólicos de las ciudades. En este contexto, las ciudades son la mejor materia prima para la creatividad de los fotógrafos, pero también son escenarios de vida, muerte, pasión, melancolía, crecimientos y destrucciones, una serie de hechos retratados por las lentes de una cámara fotográfica. Las metrópolis han conseguido ser un escenario de la vida y de la cultura urbana, de conflictos y reconciliaciones, de protestas y de cambios. El proceso de captación de estas lentes fotográficas comienza en la ciudad vertical y la gran euforia provocada por la modernidad, que se extendía en los ciudadanos. Más tarde, frente a crisis económicas como la de 1929, provocó una permeabilidad social y las cámaras se giran a la población proletaria de las afueras o a aquellos personajes que deambulan por la noche. A pesar de todo, a medida que van pasando los años, se aprecia cómo el artista adopta un criterio más crítico y de reflexión, cuando las calles de la ciudad son el territorio para la revolución y la protesta. La lucha contra el orden establecido en ciudades militantes es un aspecto que le llama poderosamente la atención a Henri, donde deja de ser un único testimonio y pasa a convertirse en un arma en las calles de las ciudades.
Egoitz Márquez Arrieta
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MONTANER, J,M., Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1997.
Págs 181-206..... (Dentro de un lenguaje de diversidad del minimalismo, podemos destacar la categoría de unidad y simplicidad)…
Las fotografías de Walker Evans, Henry Cartier-Bresson, Nigel Henderson, Francesc Catlá-Roca o Sebastiao Salgado se aplican preferentemente a las manifestaciones espontáneas de la vida cotidiana. Poseen una especial unidad por el hecho de centrarse en personajes anónimos de la calle, en aquellas situaciones en que la existencia se plantea de manera mínima, básica, esencial, sin ningún aditamento.
El teatro de Samuel Beckett o el cine de Michelangelo Antonioni también han intentado expresar lo más mínimo y esencial de la experiencia humana, es decir, el silencio, la nada, la soledad, el amor imposible, la ausencia…Távora o Erwin Bronner, dando inicio a una arquitectura de gran austeridad y rigor compositivo.
Unidad, simplicidad y coherencia garantizan la calidad de cada obra. Esta importancia de las formas unitarias, simples y coherentes ya se había expresado en la teoría de la Gestalt, basada en totalidades perceptivas invisibles e indisolubles. Un todo coherente que se consigue a base de una estricta selección, de una consciente individualización de los elementos básicos de cada idea y proyecto.
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