MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.
Págs. 27-78. “Historias”
En 1929, el mismo año que en Frankfurt se creaba una tradición bifronte – por un lado, el racionalismo de las Siedlungen coordinadas por Ernst Mayy del II CIAM y, por otro lado, la tradición crítica de la Escuela de Frankfurt con Walter Benjamin, Theodor W. Adorno y Max Horkheimer– el poeta y escritor Georges Batailleescribía un breve artículo sobre “Arquitectura” en la revista Documents, que iniciaba una nueva corriente de crítica a la arquitectura por su alianza con el poder.
Al inicio del breve texto, Bataille considera que la arquitectura era la expresión de los comportamientos de cada sociedad humana y la portadora de las pautas de la autoridad para ordenar y prohibir: “La arquitectura es la expresión de la verdadera alma de las sociedades, de la misma manera que la fisonomía humana es la expresión de las almas de los individuos. Estos grandes monumentos -añade- se erigen como diques, oponiendo la lógica y majestad de la autoridad contra los elementos disturbadores”. Mediante la gran escala y el miedo, los monumentos arquitectónicos tienen la misión de imponer la voluntad de un poder ausente en el presente vivido: “Es en la forma de las catedrales o los palacios que la Iglesia y el Estado hablan a las multituds y les imponen el silencio”. Según Bataille, la toma de la Bastilla sería el mejor ejemplo de la animosidad de la población contra los monumentos. Su texto termina de manera surrealista, como si “no hubiera posibilidad de escapar de la galera de la arquitectura” y proclama: “Se nos abre un camino indicado por los pintores, en la dirección de la bestial monstruosidad”. En otro breve escrito sobre la voz museo, Bataille llega a escribir: “El origen dl museo moderno está relacionado con el desarrollo de la guillotina”. En definitiva, al escribir sobre arquitectura, Bataille quería liberar el futuro de la prisión de la ciencia y contraponía la flexibilidad de la vida a la rigidez de la piedra.
Las ideas de Bataille fueron premonitorias e iniciaron una corriente crítica visceral a los excesos de la arquitectura y el urbanismo como instrumentos de dominio y control; todo poder se ejerce arquitectónicamente. Esta tradición crítica contra la obsesión racionalista de controlarlo todo, ha sido desarrollado de maneras muy diversas por autores como Michel de Certeau, Michel Foucault, Richard Sennet y Manuel Delgado; en pocos años el aviso de Bataille se cumplió, como una horrible pesadilla, en las arquitecturas totalitarias de Hitler y de la Unión Soviética de Joseph Stalin.
En definitiva, las aportaciones críticas desde áreas de conocimiento no arquitectónicas – como la soiología, la filosofía, la antropología o el arte – permiten desvelar el papel que la arquitectura ha cumplido como instrumento del poder. Para el correcto ejercicio de la arquitectura, esta conciencia del poder del espacio como elemento de dominio y control debe servir para replantear los significados y las relaciones que se producen sin por ello renunciar como técnicos a pensar espacios donde puedan darse los conflictos y sean posibles otras relaciones....
... EL COMPROMISO SOCIAL DE LA ARQUITECTURA.
En este intenso compromiso de las vanguardias, que se prolonga más allá de la II Guerra Mundial, está también el hálito surrealista, con las propuestas teóricas de André Breton, con su reflejo en una arquitectura comestible y sus alianzas revolucionarias y conceptuales con Leon Troski. Y tal, como se ha señalado en el texto anterior, uno de los hitos de esta posición subversiva son los párrafos de la crítica dura y frontal que Georges Bataillededicó a la arquitectura como instrumento de dominio, que abrió el camino de la descalificación sistemática de una arquitectura y un urbanismo institucionales que aprisionan, controlan y destruyen la vida; una descalificación que ha inspirado el pensamiento de la antropología urbana de los flujos y de los movimientos libres en el espacio público.