CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.
Págs. 131 - 147.“Mitos nacionales y transformaciones clásicas”
... Edvard Thomsen y G.B. Hagen., La Escuela Oregard en Hellerup. 1922-24. Empleaba unos medios más limitados; estaba construida en torno a un atrio acristalado, con una estructura interna reducida a la expresión estricta de la carga y el soporte, y no obstante, el conjunto estaba impregnado por un sentido básicamente clásico. Como regla general, el neoclasicismo danés de comienzos del siglo XX evitaba la pompa y la decoración excesivas, y pretendía transmitir cierto sentido de democracia social. Era. “… no tanto una selección ecléctica de recursos arquitectónicos anteriores como una búsqueda para analizar y reformular las tendencias esenciales que han caracterizado siempre la arquitectura en todas partes…; la relación entre el espacio y la masa, la perforación de la superficie, la definición de la forma bajo la luz y las relaciones proporcionales recíprocas entre los elementos”.
Fueron precisamente esta clase de cualidades genéricas las que permitieron que el neoclasicismo desnudo de la década de 1910 estableciese un vínculo potencial con aspectos reduccionistas y normativos de la posterior arquitectura moderna. La carrera del arquitecto sueco Erik Gunnar ASPLUND, nacido en Estocolmo en 1885, resulta reveladora en este aspecto, pues con el tiempo logró establecer una transición entre sus comienzos clasicistas y un estilo moderno, alusivo y concentrado, rico en evocaciones de la tradición. Suecia se había industrializado más tarde que la mayor parte de Europa, e incluso a finales del siglo XIX la economía era principalmente rural basada en la ingeniería forestal, la agricultura y la minería. Entre la década de 1880 y paroximadamente 1910, la arquitectura urbana del país sufrió unos cambios rápidos que incluyeron toda una variedad de posturas importadas, eléctricas y art nouveau, frente a las cuales el Ayuntamiento de Estocolmo, de Ötsberg, destacaba como un centinela de la coherencia. Pero una generación más joven estaba buscando nuevos caminos y ya expresión más sencilla. Poco después de 1910, Sigurd Lewerentz, coetáneo de Asplund, adoptó una manera de hacer directa y contenida, usando para ello tablones y listones de madera y ventanas rectanglares. Por los mismos años Carl Bergsten, nacido en 1879, desarrolló una arquitectura de una sobria racionalidad que asimilaba ideas de Berlage y Wright (por ejemplo, la galería Kikjevalch en Estocolmo, de 1916). Los propios estudios de Asplund le habían orientado a los modelos clásicos, y en 1913-14 viajó a Italia y Grecia, donde encontró inspiración en los conjuntos antiguos y en la tradición vernácula mediterránea.
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COLQUHOUN Alan., en La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005.
Págs. 193- 207.“Neoclasicismo orgánicismo y el estado del bienestar: La arquitectura en Escandinavia, 1910-1965”
Pequeños proyectos La segunda clase de respuesta adoptada por los arquitectos suecos -replegarse desde la tecnología a la escala menorpuede ilustrarse con una serie de pequeñas iglesias construidas en las décadas de 1950 y 1960 para ellas, las más interesantes fueron obra de Celsing y de Sigurd Lewerentz dar servicio a una población suburbana en expansión. De ellas, las más interesantes fueron obra de Celsing y de Sigurd Lewerentz (1885-1975), éste perteneciente a una generación anterior. La iglesia de Härlanda en Gotemburgo (1952-1958), de Celsing, es un espacio definido por tres construcciones de ladrillo a modo de cobertizos. Lewerentz construyó dos iglesias durante el mismo período: la de St Mark, en nido Björkhagen (1956-1960), y la de St. Petri, en Klippan (1962- 1966). Al principio de su carrera, Lewerentz había resultado ganador, junto con Asplund, del concurso para el Cementerio del Bosque. En la década de 1950 trabajó con Celsing en unas propuestas para la restauración de la catedral de Upsala. Sus dos últimas iglesias muestran la influencia de ese joven arquitecto, pero, aunque son similares a las de Celsing en el uso del ladrillo visto tanto por fuera como por dentro, las de Lewerentz son más audaces en su interpretación primitivista de la tradición y también más ricas en su simbolismo, como es el caso del soporte cruciforme central que sostiene la cubierta de la iglesia de St. Petri.
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