FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.
Págs. 51-56.“Adler y Sullivan: el Auditorium y el gran ascenso de 1886-1895”
... (Louis Sullivan) realizó sus estudios oficiales en dos prestigiosas instituciones, en cada una de las cuales permaneció algo menos de un año: primero en el Massachusetts Institute of Technology(MIT) en 1872, y luego en el taller de J.-A.-E. Vaudremer en la Ecole des Beaux-Arts de París, Sullivan trabajó durante un año en el estudio de Frank Furness en Filadelfia, un año que se revelaría crítico para su carrera, no sólo a causa de su experiencia con el estilo gótico 'orientalizado' de Furness-un episodio que tendría un efecto duradero en su propio enfoque del ornamento sino también porque conoció al joven e intelectual John Edelman, un arquitecto que le introdujo, a partir de 1875, en los círculos arquitectónicos de Chicago primero le presentó a William Le Baron Jenney-quien más tarde sería el pionero de la construcción con estructura de acero, con sus almacenes Fair, de 1892-, y luego a Dankmar común -incluyendo visiones anarcosocialistas derivadas de Morris y Kropotkinque ejerció gran influencia en la evolución teórica de Sullivan, una influencia evidenciada en su libro Charlas con un arquitecto, de 1901...
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COLQUOUN, A., La arquitectura moderna una historia desapasionada. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 2002.
Págs. 35-55. “Organicismo frente a clasicismo: Chicago, 1890-1910”
Fue Louis H. Sullivan quien consiguió sintetizar estos dos tipos antitéticos. Si puede decirse que el tipo «palacio, representado por el edificio Auditorium, tenia algún punto débil, era que no reflejaba el programa, pues en realidad todos y cada uno de los pisos tenían la misma función. El tipo representado por el edificio Tacoma adolecía del defecto contrario: la similitud de las funciones si se apreciaba, pero el edificio, al ser una mera sucesión de pisos, carecía de expresión monumental. En el edificio Wan Wright (1890-1892), en St. Louis, Sullivan disimuló los pisos tras un orden gigante que se elevaba entre un basamento y un ático marcadamente enfatizados. Al mismo tiempo, se desentendió de la separación entre soportes de la estructura «real», reduciendo el espacio de las pilastras a la anchura de una sola ventana; al hacerlo así, creo un haz de líneas verticales que podían interpretarse simultáneamente como columnas y parteluces, como estructura y ornamento, y uno de cuyos efectos en que los intercolumnios ya no suscitaban ninguna expectativa relacionada con las proporciones clásicas. Este sistema era independiente del numero exacto de pisos, aunque es cierto que visualmente no habría funcionado bien en un edificio de unas proporciones radicalmente distintas a las del Wan wright.
En un articulo titulado El edificio de oficinas en altura desde el punto de vista artístico (1896). Sullivan afirmaba que la organización de los edificios de tipo Wainwright en tres capas claramente marcadas, con sus funciones correspondientes, tras la aplicación de unos principios orgánicos, Con objeto de juzgar la validez de esta afirmación, sería necesario analizar brevemente la teoría arquitectónica de L. H. Sullivan, plasmada en sus dos libros: Charlas con un arquitecto y Autobiografía de una idea. Más que ningún otro arquitecto de Chicago, Sullivan se había visto influido por la escuela filosófica de Nueva Inglaterra y su teoría del trascendentalismo. Esta filosofía cuyo principal portavoz había sido Ralph Waldo Emerson, derivaba fundamentalmente del idealismo alemán, en el que Sullivan había sido iniciado por su amigo anarquista John H. Edelman. La idea orgánica se remonta al movimiento romántico, en torno a 1800, y en particular a escritores como Schelling y los hermanos Schlegel, que creen que la forma externa de la obra de arte, al igual que la de las plantas y los animales, debería ser fruto de una fuerza o esencia interior, en lugar de venir impuesta mecánicamente desde el exterior, que es como pensaban que ocurría en el clasicismo.
Aquellos teóricos de la arquitectura que, por distintas razones, eran herederos de esta idea y del consiguiente concepto de la expresión tectónica (como Karl Friedrich Schinkel, Horatio Greenough, y Eugene Emmanuel Viollet-le-Duc) habían reconocido que, cuando se aplicaba a los artefactos hechos por el hombre, ese concepto de una estética natural tenía que ampliarse para incluir valores normativos de procedencia social. Sullivan se desentendió de este factor cultural y baso su argumentación exclusivamente en la analogía entre la arquitectura y la naturaleza; pero en la practica aceptaba tácitamente las normas habituales. La fachada del Wainwright derivaba de esa tradición que con tanta vehemencia condenaba: la estética clásica-barroca consagrada en las enseñan- las beaux arts. Al corregir la interpretación errónea que de esta tradición hacían los arquitectos de Chicago, Sullivan en realidad estaba volviendo al principio clásico que había descartado: la necesidad de que la fachada tuviese una jerarquía tripartita en correspondencia con la distribución funcional de interior.
El edificio Wainwright puede describirse sin duda como una solución al problema de la fachada de oficinas de Chicago. Pero su propia brillantez trajo consigo ciertos problemas. Las soluciones impuras de la Escuela de Chicago, incluido el propio edificio Auditorium de Sullivan, tenían el merito de presentar hacia la calle una textura de complejidades y contrapuntos susceptible de ser interpretada como parte de un tejido urbano continuo. El edificio Wainwright, con su énfasis vertical y sus pilastras de esquina rotundamente marcadas, se aislaba de su con texto y se convertir en una entidad autosuficiente, resaltando así la individualidad de los negocios que albergaba y que también representaba En este aspecto, el edificio anunciaba ya los avances posteriores en el diseño de los rascacielos. Sin embargo, Sullivan dejo claro que era consciente del peligro que suponía esta clase de solución para la unidad urbana; y lo hizo en 1891, en la revista The Graphic, cuando dibujo una hipotética calle de abigarrados rascacielos unidos por una línea de cornisa común.