FRAMPTON Kenneth., “Regionalismo crítico: arquitectura moderna e identidad cultural” en Historia crítica de la Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.
Págs. 317-331. "La posterior delicuescencia del regionalismo catalán tuvo posiblemente su manifestación más evidente en la obra de Ricardo Bofill y su Taller de Arquitectura. Y es que aunque las viviendas de Bofill en la calle Nicaragua , de 1964, exhiben una clara afinidad con la reinterpretación hecha por Coderch de la tradición vernácula del ladrillo , el Taller iba a adoptar a finales de la década de 1960 un enfoque de abierta Gesamtkunstwerk. Con el conjunto Xanadú , construido en Calpe en 1967, se abandonaron a una forma de romanticismo kitsch. Esta obsesión por la imágen del castillo alcanzó su apoteosis en el heroico pero ostentoso conjunto Walden 7 , en Sant Just Desvern, Barcelona (1970-1975). Con vacíos de doce alturas, cuartos de estar mal iluminados, balcones diminutos y un revestimiento de placas cerámicas que pronto empezó a desprenderse, Walden 7 marcó un desafortunado límite donde lo que inicialmente era un impulso crítico degeneró en una escenografía sumamente fotogénica. Bien considerado, pese a su homenaje pasajero a Gaudí, Walden 7 muestra su preferencia por la seducción. Es la arquitectura del narcisismo por excelencia, ya que la retórica formal se orienta hacia la moda de prestigio y hacia la mística de la extravagante personalidad de Bofill . La utopía mediterránea y hedonista a la que aspiraba Walden 7 se viene abajo tras un examen más detenido, sobre todo en el nivel de la azotea, donde un entorno potencialmente sensual no llegó a hacerse realidad tras la ocupación de Le Corbusier en Marsella)."
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MONTANER Josep Maria., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX . Gustavo Gili. Barcelona, 2002 (1997)
págs.115-140.“Tipo y estructura. Eclosión y crisis del concepto de tipología arquitectónica”
ECLOSIÓN Y CRISIS DEL CONCEPTO DE TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA
Los factores que han ocasionado la paulatina disolución de la fuerza crítica del concepto de tipología a partir de los años ochenta han sido diversos. Autores pertenecientes a la tradición del movimiento moderno como Bruno Zevi y Nikolaus Pevsner han hecho un uso reductivo del concepto de tipología -creacionista el uno, funcionalista el otro- que respondía a una visión desconfiada de la nueva posición y que, en definitiva, ha ido en contra de los valores profundos del concepto.
Al mismo tiempo y a lo largo de los años setenta se extendió un manierismo tipológico (la mayoría de las veces deudor de la pura imitación formal del lenguaje biográfico de Aldo Rossi) que ha ido banalizando esta corriente. De hecho, este fenómeno radica en una insuficiencia congénita a esta posición arquitectónica: el desequilibrado peso sobre el análisis histórico y urbano, sobre la teoría y la composición en relación al frágil interés por el proyecto, por el arte de construir y por el saber técnico, todo lo cual ha llevado a la arquitectura, especialmente la italiana, a un destino bloqueado, encerrado en el análisis y la composición, idealizando la estructura de la ciudad existente como un valor inmutable e indiscutible." El neoplatonismo de la crítica tipológica y experimentalismo de las corrientes tecnológicas son irreconciliables y diametralmente opuestos. Propuestas recientes de Toyo Ito, Jean Nouvel, Rem Koolhaas, la Coop Himmelblau o Elisabeth Diller + Ricardo Scofidio manifiestan el predominio de los sistemas de objetos por encima de las estructuras tradicionales del espacio arquitectónico. Esta nueva situación comporta la disolución de las clasificaciones y criterios tipológicos en aras de la experimentación tecnológica y la tecnificación del interior, tal como sucede en los museos mediáticos, en los edificios de oficinas y empieza a producirse en el espacio doméstico: la flexibilidad de máquinas, muebles y objetos sustituye a la rigidez de lo tipológico.
Otras críticas han puesto de manifiesto la presión del mercado en el consumo de ideas y formas en la arquitectura. Micha Bandini en su artículo "Typology as a form of convention" (1984) insistió en que el uso formalista que se le ha dado al concepto de tipo ha sido la causa de su paulatina disolución, ha provocado la pérdida del valor crítico y cultural a un concepto que requería una cierta exigencia intelectual; se ha convertido en puro formalismo, en una nueva convención. Se ha tomado como instrumento teórico para justificar la producción de arquitectura, como sucede en los proyectos de Aldo Rossiy algunas de las obras de Oswald Mathias Ungers y Franco Purini. Esta interpretación negativa se produce a principios de los años ochenta, cuando los excesos formalistas de los hermanos Rob y Leon Krier, de Michael Graves o de Ricardo Bofill empiezan a mirarse críticamente.
Micha Bandini defiende que sólo en el caso de Carlo Aymonino, el concepto de tipología es entendido como un instrumento y no como una categoría, como un método de análisis y no como una explicación mecanicista de sus proyectos. Aymonino sería el que ha sabido conservar el rigor inicial, sin caer en el formalismo o en la propuesta de una colección de iconos de fácil apropiación. También Manfredo Tafuri ha explicado cómo la utilización de la historia de la arquitectura por parte de Aldo Rossi y Giorgio Grassi es siempre arbitraria y subjetiva, en función de las aspiraciones formales de cada proyecto.
Una buena prueba de que el concepto de tipología se ha convertido en una convención es cómo éste fue integrado durante los años ochenta por la cultura arquitectónica estadounidense, interesada siempre por las aplicaciones formales y poco preocupada por las relaciones críticas entre estructura social, morfología urbana y tipología arquitectónica. Siguiendo los criterios interpretativos de Imre Lakatos, Bandini concluye que un concepto que había arrancado con una alta carga política y cultural se ha convertido en una "teoría de bajo nivel".