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págs. 231-245. "Pax americana: la arquitectura en Estados Unidos, 1945-1965"
El programa de las Case Study Houses. Fue en Los Angeles durante la posguerra, donde se hizo un vigoroso intento por orientar el sector más caro del mercado residencial de posguerra en la dirección de la arquitectura moderna; el programa de las Case Study Houses, iniciado por John Entenza, un aficionado al arte y la arquitectura modernos que en 1938 se convirtió en propietario y director de la revista Arts and Architecture y la transformó en portavoz de la vanguardia. En el número de julio de 1944, Entenza – junto con el fotógrafo y artista gráfico Herbert Matter y los arquitectos y diseñadores Ray & Charles Eames (1912-88 / 1907-78), Eero Saarinen (1910-1961) y Richard Buckminster Fuller (1895-83) – publicaron un manifiesto a favor de la aplicación de la tecnología de guerra para resolver el problema de la vivienda en la posguerra. Los montajes de Matter para anunciar el manifiesto mostraban cierta familiaridad con el grafismo futurista y constructivista, pero hacía un énfasis novedoso en la analogía entre las máquinas, el sistema nervioso humano y las estructuras moleculares. El manifiesto refundía la ideología de la Bauhaus y Le Corbusier desde la óptica de la tecnología norteamericana de posguerra. Al definir los principios en los que debía basarse la vivienda de posguerra afirmaba: “La casa es un instrumento de servicio. Los grados de servicio son reales y pueden medirse; no dependen del gusto. La casa no debería hacerse valer por su diseño arquitectónico. En realidad, cuanto mejor llegan a integrarse los servicios de la casa, menos probable resulta que seamos conscientes del modo en que se ha realizado físicamente. La cocina, el baño, el dormitorio, el equipamiento y almacenaje se beneficiarán al máximo de un sistema industrializado de prefabricación. En las zonas de estar y distraerse, la variación se convierte en una preferencia personal legítima. Un diseñador ha de conocer lo que la casa debe proporcionar para satisfacer las necesidades fisiológicas y psicológicas de los miembros de la familia”.
En un tono optimista y positivista, el manifiesto defendía la convicción de que un arte basado en las leyes psicológicas y una arquitectura basada en el método científico conducirían a una cultura unificada y en sintonía con la era moderna. El objetivo del manifiesto, no era la revolución social, sino una revolución en la estética que empezaría por la burguesía ilustrada y se iría filtrando hacia abajo hasta las masas.No obstante, el manifiesto tenía una intención moral y social, además de estética: la estética concreta que promovía era la de transparencia y la de “autenticidad”, indispensables – se pensaba- de los ideales de un orden social racional y justo. Las técnicas de prefabricación – que combinan la estandarización y la selección- harían que los principios estéticos estuviesen a disposición de todo el mundo. En lo que difería del movimiento moderno europeo y de los reformadores sociales como Mumford y Bauer era en su posición de que esa cultura uniforme que imaginaba era compatible con un capitalismo basado en el mercado.