Págs. 163 - 181.“La búsqueda de la forma ideal por parte de Le Corbusier”
El periodo entre 1918 y 1923 aproximadamente resultó muy turbulento y creativo para Le Corbusier , pues fue entonces cuando estableció los temas básicos del trabajo de toda su vida. A mediados de la década de 1920, tenía un control mucho mayor de sus medios de expresión, entre otras razones porque tenía una ideamás clara de cómo transformar sus intenciones en una construcción real.
A este respecto trabajó estrechamente con su primero Pierre Jeanneret , y juntos establecieron contactos regulares con carpinteros, metalistas, contratistas y proveedores, que también 'aprendieron el lenguaje'. Aunque puede que el racionalismo haya sido uno de los puntos de partida de Le Corbusier , es obvio que era un trampolín hacia la expresión lírica. La estructura siempre se adaptaba lo necesario para que encajase con las intenciones formales, y las prístinas superficies 'de la era de la máquina' que presentaban los edificios se lograban mediante técnicas relativamente toscas de muros de bloques cerámicos colocados en estructuras de hormigón, que después se cubrían a mano con revoco. La depuración del lenguaje formal de Le Corbusiser también podía atribuirse, en parte, a su experiencia diaria con la pintura.
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Pág.151-162. “Le Corbusier y el Esprit Nouveau”
A lo largo de los cinco primeros años de su intensa actividad en París, durante los cuales pintaba y escribía en todo su tiempo libre , Le Corbusier se ganaba la vida como gerente de una fábrica de ladrillos y un almacén de materiales de construcción radicados en Alfortville . En 1922 dejó este puesto para establecer un estudio con su primo Pierre Jeanneret , una relación que duraría hasta el estallido de la II Guerra Mundial. Una de las primeras tareas del despacho fue potenciar la idea 'constructiva' esbozada por primera vez con Du Bois durante los años de la I Guerra Mundial, a saber: la Maison Dom-lnó y las Villes Pilotis .
Págs. 226-233.“Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960”
Así Chandigarh había sido trazado ya como un pintoresco suburbio “motópico” por el planificador norteamericano Albert Mayer antes de su apresurada racionalización en una red más o menor ortogonal de vías en manos de Le Corbusier, en asociación con Pierre Jeanneret, Jane Drew y Maxwell Fry. La naciente crisis de la ilustración occidental, su incapacidad para nutrir una cultura existente e incluso para sustentar el significado de sus propias formas clásicas, su carencia de todo objetivo más allá de una constante innovación técnica y un óptimo crecimiento económico, todo ello puede resumirse en la tragedia de Chandigarh, una ciudad destinada a los automóviles en un país donde son muchos los que todavía no tienen una bicicleta.
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