KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3

págs.1053-1105.“La experiencia americana” 

Pág.1077-1105 Arquitectura para una nación.

Pág. 1093. Siempre Grecia.

Y este nuevo gusto no se detuvo en la arquitectura oficial. Los primeros hoteles modernos, como el Astor de Nueva York y el Tremond House de Boston, ostentaban pórticos griegos, frisos y ventanas. Las iglesias cambiaron el frente de templo de Gibbs por otro griego. El Girard College de Filadelfia, construido como una serie inconexa de formas de templo, era sólo la versión más llamativa del helenizado campus, un programa en el que la metáfora arquitectónica era singularmente apta, puesto que podía reforzar el idealismo de un plan de estudios clásico. En su forma más básica, esta casa era la casa colonial pintada de blanco, con su extremo menor vuelto hacia la calle, y la forma apuntada del tejado a dos aguas traducida a un pedimento apoyado en pilastras en las esquinas. Pero los ricos no pasaron de insistir en peristilos completos o, por lo menos, en fachadas columnadas en un orden correcto y con alas semipedimentadas tras ellas. Las casas de las plantaciones sureñas pueden jactarse de tener algunas de las más bellas columnatas griegas de América, a menudo sin pedimentos y partidas por la mitad para permitir una terraza en el segundo piso que daba un mayor clasicismo a la balconada colonial francesa. Un drástico tipo vernáculo en madera, que se apoyaba en las guías de constructores como las de Asher Benjamín y Minard Lafever, llevó el revival griego a las áreas remotas de Nueva Inglaterra y se construyó en el oeste, valerosamente conquistado. Las ciudades Mercado Quincy que se fundaban por todas partes se llamaban Atenas, Esparta, Itaca o Troya.