Págs. 565-600”El compromiso político y el conflicto con los regímenes autoritarios”
2.-Alemania y Austria.
El cuadro de la cultura arquitectónica alemana, en la inmediata posguerra, es más o menos el siguiente:
Los maestros que encabezaron las luchas de vanguardia a principios de siglo son ahora los personajes más importantes en el campo profesional y académico: Peter Behrens, consejero artístico de la AEG y profesor de la Academia de Arte de Viena, Hans Poelzig (1868-1936) profesor de la Technische Hochschule de Charlottenburg y presidente de la Werkbund, Fritz Schumacher (1869-1947), Oberbaudirektor en Hamburgo; en Austria, después de la muerte de Wagner, en 1918, domina la figura de Hoffman, profesor de la Kunstgewerbeschule y Oberbaurat de la capital.
Los cuatro son casi de la misma edad (Behrens nación en 1868, Poelzig y Schumacher en 1869, Hoffmann en 1870). En el momento de la fundación de la Bauhaus, tienen alrededor de los cincuenta años y están en plena actividad: su formación dentro del grupo de vanguardia los hace sensible al clima de lucha de la posguerra y propensos a recibir las aportaciones de las nuevas corrientes. Así Poelzig y Behrens proyectan algunos edificios de inspiración expresionista, entre los más audaces y sugestivos (véase los diseños de Poelzig, de 1919 para el teatro de Salzburgo y las oficinas para Höchster Farbwerke en Frankfurt, construidas por Berhens entre 1920 y 1924); pero, acto seguido están dispuestos a seguir a los jóvenes del movimiento moderno, aceptando, dentro de lo posible, su método de investigación. Ambos participan en 1927, en la construcción de la Weissenhof en Stuttgart, y Behrens cierra su carrera con un edificio industrial, sencillo y suelto, que casi constituye la antítesis de sus macizas construcciones juveniles: la manufactura de tabacos en Linz, construida entre 1930 y 1934.
Entre ellos y la generación de Gropius (1883-1969) existe un grupo de profesionales ya afirmados antes de la guerra; Paul Bonatz (1877-1951; Bruno Taut (1880-1938), Dominikus Böhn (1880-1955), Hugo Häring (1882-1948) – todos alumnos de Theodor Fischer (1862-1938) y los dos primeros, además, colaboradores suyos, al principio de sus carreras – Fritz Höger (1877.1949), que trabaja en Hamburgo en la línea de Schumacher; el muniqués Otto Haesler (nacido en 1880) y el suizo Otto Rudolf Salvisberf (1882-1940), también educado en Munich.
Todos ellos, formados en la pausa entre la lucha cultural de 1900 y la desarrollada en la posguerra, son ajenos, en general, a las posiciones extremas y trabajan para introducir las aportaciones de los movimientos de vanguardia en un más amplio eclecticismo, preocupados sobre todo por no perder los contactos con los procesos constructivos y con el repertorio estilístico tradicional. Esto no sólo por cálculo profesional, puesto que la fidelidad a la tradición permite conservar constantemente el alto nivel técnico y acoger las innovaciones constructivas tras una oportuna prueba experimental; heredan el cuidado y la competencia casi artesanas propia de la arquitectura alemana de finales del siglo XIX.
Todos ellos son volubles y dotados de una fantasía fértil en todo lo que nos afecta a los datos técnicos. Reciben. Suavizándolas oportunamente, las aportaciones del expresionismo (Höger en la Chilehaus de Hamburgo, 1923) se comprometen en complicadas contaminaciones formales (Taut en el Ledigenheim de Schöneberg, de 1919) o en una sutil transcripción de formas rústicas (Bonatz en las casas de campo de Renania, Salvisberg en los primeros barrios obreros). Frente al movimiento moderno reaccionan de distintas maneras: algunos, fuertemente ligados ya al eclecticismo, no están en condiciones de participar en el nuevo curso de las experiencias, mientras otros se sienten atraídos, por distintos caminos, a la línea de Gropius y de Mies: Taut llega por vía teórica y se convierte en uno de los propagandistas de la nueva arquitectura. Haesler – consejero de la Reichsforschungsgesellschart para la economía de la edificación por medio de su experiencia en el campo de la construcción popular en Celle, Haring a través de una opción francamente formal. Todos conservan las huellas de su eclecticismo original, tanto en las inquietudes como en las sofisticaciones formales; basta considerar los bloques populares de Taut en los barrios berlineses de Britz (1926-1927) y de Zehlendorf (1927-1928), donde la composición está subordinada, con evidente artificiosidad, a algunos expedientes escenográficos, como la doble herradura en el centro del primer barrio.