4.- Los países escandinavos...
...En Suecia, la tesis del Movimiento Moderno son introducidas, por primera vez y de forma polémica por un grupo de jóvenes arquitectos: S. G. Markelius (1889-1972) que construye, en 1928, su discutida vivienda propia y, en 1932, la sala de conciertos en Hälsingborg. U. Ahren que construye la fábrica Ford, en 1929 y P. Hedqvist que realiza, en 1931, la piscina cubierta Eskilstuna.
La discusión se apaga cuando la costumbre hace perder, a las formas sencillas de Markelius y de los demás, la crudeza de la novedad, y hace surgir las sutiles referencias a la tradición, que no han faltado nunca, incluso en las obras que más se acercan al estilo internacional, pero, sobre todo, cuando uno de los maestros de la tendencia romántica, Erik Gunnar Asplund (1885-1940) геаliza, por su cuenta, el paso al Movimiento Moderno.
Pág. 813-941. "La segunda posguerra en Europa"
2.- Continuidad y progreso en la edificación escandinava.
Entre los arquitectos más importantes destaca Markelius, que realiza la sede de los sindicatos de Estocolmo (1945-1960), la de Linköping (1953) y el conjunto residencial de Sundbyberg (1958); es llamado, además, para decorar una de las salas del edificio de la ONU en Nueva York (1951). A partir de 1946 se interesa, en varias ocasiones, por la ordenación urbanística del centro de Estocolmo y, en 1962, realiza un conjunto de oficinas y tiendas articulado en varios niveles que influye ampliamente en la búsqueda mundial de los años sesenta.
Para valorar este hecho es preciso tener en cuenta que no está en juego una simple opción formal. Los arquitectos suecos trabajan en condiciones generalmente favorables: saben con precisión lo que la sociedad les pide, trabajan con medios técnicos y financieros proporcionados, realizan sus barrios dentro del marco de un buen plan urbanístico, es decir, en los lugares y a los ritmos apropiados. Estos no son ideales por conquistar, sino circunstancias ya adquiridas, al menos temporalmente; queda un margen de orden, sobre todo compositivo, y el arquitecto puede volver a ejercer su oficio, casi como en el pasado.
En cambio, en los países salidos de la guerra, este equilibrio está lejano. La tarea de los arquitectos está obstaculizada por muchos obstáculos previos: incertidumbre respecto a las tendencias políticas y sociales, insuficiencia de dinero y de medios técnicos, falta de fascinación de la arquitectura sueca, donde todos estos obstáculos aparecen agradablemente resueltos.
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COLQUHOUN Alan., en La arquitectura moderna. Una historia desapasionada. Gustavo Gili.Barcelona. 2005.
Págs. 193- 207.“Neoclasicismo orgánicismo y el estado del bienestar: La arquitectura en Escandinavia, 1910-1965”
En Suecia, la llegada de la nueva objetividad la anunciaron dos proyectos públicos: la residencia de estudiantes del Real Instituto de Tecnología, obra de Sven Markelius (1889-1972), y los edificios de la Exposición de Artes Industriales de Estocolmo, obra de Erik Gunnar Asplund (1885-1940) con un equipo de distintos arquitectos; ambos proyectos se terminaron en 1930. Mientras que el edificio de Markelius era una obra competente a la manera de J. J. P. Oud o Willem Marinus Donuk, los edificios expositivos de Asplund, situados a las orillas del lago, aprovechaban con brillantez la ligereza y la transparencia de los materiales modernos en una arquitectura que era popular carnavalesca y náutica. Hacia 1930 Asplund tenía ya en su haber una distinguida obra neoclásica que incluía la Capilla del Bosque, de aspecto rústico-clásico, en el cementerio de Enskede en Estocolmo (1918-1920), y la Biblioteca Pública de la propia capital de Suecia (1920-1928), que tiene un aire a Ledoux. Sus posteriores proyectos para la ampliación de los Juzgados de Gotemburgo (1913-1936) muestran la evolución de su estilo desde el romanticismo nacionalista -patente en la propuesta de concurso original- hasta el movimiento moderno, pasando por el neoclasicismo. Es probable que Asplund -aunque fue sin duda un auténtico converso a la nueva objetividad- nunca aceptase del todo el riguroso esquematismo de los movimientos francés y alemán, y que para él aun tuviesen algún significado esas categorías del siglo XVIII como el «decoro» y el «carácter». Su ultimo edificio terminado, el Crematorio del Bosque (1935-1940), con su inteligente fusión de elementos modernos y clásicos, parece confirmarlo.
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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.
Págs. 27-78.“Historias”
PROPUESTAS DE VIVIENDAS CONTEMPORÁNEAS QUE COMPARTEN LAS RESPONSABILIDADES PRODUCTIVAS
En 1935, el arquitecto Sven Markelius, quien formaba parte del grupo socialdemócrata y compartía el interés por una nueva arquitectura y un nuevo orden social, constuyó un edificio de viviendas comunitario en Estocolmo con la colaboración de Alva Myrdal, una actividad por el derecho de la mujer a poder trabajar fuera del hogar y, por tanto, solucionar la vida cotidiana de una manera compartida. En 1931, Alvar Myrdal había presentado en el Club de las Mujeres Profesionales sus ideas afinas al manifiesto Acceptera en 1931. El manifiesto que firmaron Erik Gunnar Asplund, Wolter Gahn, Sven Markelius, Gregor Paulsson, Eskil Sundahl y Uno Arhen– planteaba una utopía del presente basada en la aceptación de la realidad para transformarla. Markelius entendía que para que la mujer pudiera trabajar en igualdad de condiciones debería haber viviendas que facilitaran su mantenimiento y el cuidado de la prole. Por ello, desarrolló un interés especial en la vivienda con servicios colectivos. En 1932, Markelius y Myrdal ya habían desarrollado un proyecto de vivienda comunitaria que fue rechazado por el barrio donde debía construirse. Continuaron trabajando en las nociones de vivienda colectiva y, especialmente en la idea de que la vivienda debería incorporar equipamientos para el cuidado de la prole y tener cocinas comunitarias. Finalmente construyeron 57 apartamentos de diferentes tamaños en el distrito de Kungsholmen. Distribuidos en seis plantas los apartamentos comparten un patio central y cada uno de ellos tiene una cocina mínima. A ellos se añaden salas comunitarias en toda la planta baja que incluían un espacio para los niños, una lavandería, un restaurante y una cocina comunal. Con personal remunerado, cada apartamento estaba conectado con un montacargas a la cocina comunitaria para el reparto de la comida preparada. No menos importante es haber situado el edificio en un solar urbano, en una operación de relleno de tejido y no de expansión urbana, lo que posibilita la proximidad a servicios y equipamientos públicos, complementos imprescindibles del habitar.
Al principio Markelius vivió con su familia en un edificio comunitario y este proyecto se convirtió rápidamente en paradigma de las viviendas proyectadas para las necesidades de las mujeres, adquiriendo renombre y reconocimiento internacional con su publicación en la revista Life en el mismo año de su inauguración. La revista recomendaba a las mujeres que realmente quisieran tener acceso al trabajo que buscaran viviendas como estas.
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