Págs. 438-493. "La Bauhaus y el exordio de los maestros"
4.- La herencia holandesa
Holanda tiene una sólida tradición urbanística fundada en la ley de 1901 y es la patria de uno de los más importantes movimientos poscubistas, el neoplasticismo de Van Doesburg y Mondrian. Habiendo quedado fuera de la guerra mundial, la construcción continúa con ritmo regular, sin dificultades de emergencia, y las investigaciones culturales tienen tiempo para insertarse en la práctica corriente, avanzando de acuerdo con los progresos técnicos. Por un lado Berlage y un grupo de jóvenes —M. De Klerk, P.L. Kramer, M. Staai-Kropholler, H. T. Vijdeveld, J. M. Van der Mey— _encabezan la revista Wendingen y trabajan en la realización del plano de Amsterdam Sur, proponiéndose conciliar, sobre la base del método berlaguiano, las costumbres tradicionales y la aportación de los movimientos de vanguardia (sobre todo del expresionismo alemán). Por el otro lado está el movimiento racionalista e internacionalista de los neoplásticos, dirigidos por Van Doesburg.
Permaneciendo en los términos de la polémica de aquel entonces, el neoplasticismo representa la fuerza renovadora y la escueta de Amsterdam la conservadora; pero hoy, juzgando a distancia de tiempo, podemos ver que las dos tendencias han desarrollado un trabajo complementario, para dar vida a resultados homogéneos y componibles. De hecho, los resultados más importantes obtenidos en Holanda, después de la guerra, se desarrollan fuera del contraste polémico que ocupa las páginas de las revistas y, más bien, conectan entre sí ambos repertorios formales de manera imprevisible. En la tradición berlaguiana surgen bruscamente experiencias anómalas y proyectadas hacia el futuro, como la de Brinkman. Oud, tras haber participado en el grupo De Stiil, trabaja, después de 1920, en condiciones muy forzadas y, de hecho, salta del repertorio neoplástico al berlanguiano, pero en este último, efectúa una selección decisiva, con el rigor que deriva de su primera experiencia. Dudok, partiendo de una combinación ecléctica de las dos referencias convencionales, tiene sin embargo la constancia de insistir en el experimento hasta llegar a integrar verdaderamente ambas herencias, logrando dar consistencia técnica y significado paisajista a las composiciones geométricas de los neoplásticos.
Jacob Johannes Pieter Oud(1890-1963) es nombrado, en 1918, arquitecto jefe de la ciudad de Rotterdam. Aunque en este periodo participa activamente en el movimiento de De Still, en los primeros grupos de casas populares proyectadas para la administración ciudadana —Spangen en 1918 y Tusschendijken en 1919— _se encuentran sólo pocas huellas de la poética neoplástica, como Van Doesburg no deja de reprocharle.
Los bloques rectangulares de Tusschendijken, insertos en una ingrata parcelación periférica, derivan evidentemente de modelos berlaguianos. Oud acepta la simetría, la repetición uniforme de filas de viviendas, el paramento de ladrillo y el tejado, simplificando al máximo cada elemento estructural y articulando oportunamente los chaflanes angulares, donde más aguda se manifiesta la emgencia neoplástica de descomponer los volúmenes tradicionales.
El conjunto siguiente de Oud Mathenesse, de 1922, se sitúa sobre un área libre en forma de triángulo isósceles, y Oud, como Berlage, no encuentra en su cultura una ayuda válida para la composición del conjunto, y se resguarda tras un trazado formalista, absolutamente simétrico. Las viviendas de uno o dos pisos están revocadas en blanco, con zócalo de ladrillo y techos de vertiente muy inclinada, sobre los que destacan las grandes chimeneas; los elementos tradicionales quedan en cierto sentido, desarticulados y los distintos materiales se reúnen con efectos coloristas un poco abstractos, como en los collages contemporáneos.
El conjunto planimétrico vale como control puramente exterior, para limitar el número indefinido de las posibles combinaciones, y revela claramente su significando instrumental.
En 1924 realiza su primera obra maestra: las dos filas de casas gemelas en el suburbio de Hoek van Holland. Toda referencia tradicional queda aquí suprimida y el organismo se vuelve cerrado e integro, sin huella alguna de la programática descomposición neoplástica. Los dos bloques iguales contienen dos filas de viviendas superpuestas, de tal manera que el módulo en fachada resulta bastante amplio y el ritmo lento y espaciado; las extremidades se redondean de modo que el ritmo no se rompa, sino que gire y vuelva sobre sí mismo. Todas las paredes son revocadas de color blanco uniforme, comió en las obras contemporáneas de Gropius y Le Corbusier, pero las entregas y los puntos delicados están resueltos con materiales duraderos: el breve zócalo es de ladrillo amarillo, el peldaño frente a las puertas es de ladrillo rojo, los quicios y la base de los pilares, en cemento gris; estos elementos. junto a las puertas y las vallas pintadas de azul. los pilares grises entre las puertas, las cortinas a rayas blancas y rojas, las lámparas metálicas en negro, rojo y amarillo (los colores de Mondrian), animan cromáticamente los dos edificios y comentan los juegos de luz y sombra. El cuidado de las partes revocadas no es difícil, puesto que están protegidas por los márgenes de ladrillos y hormigón y, de hecho, ambas casas, después de más de treinta años, están todavía en buenas condiciones.
El barrio obrero de Kiefhoek, de 1925, se levanta sobre un área irregular en el barrio sur de Rotterdam, ligeramente hundida entre los márgenes de dos canales. Oud intenta suavizar la evidencia de los vínculos externos, localizando algunos ejes de simetría, como en las planimetrías berlaguianas; las casas, en cambio, son rigurosamente iguales: la vivienda tipo es un elemento en fila de dos pisos, de inter eje reducidísimo (4,10 m) y, sin embargo, capaz de albergar a una familia de cinco personas.
Subrayar con demasiada evidencia todos los elementos llevaría a deshacer la composición; así, el arquitecto suaviza el paso tratando las ventanas de los pisos superiores como una franja continua. Los bloques de viviendas adquieren así el aspecto de edificios comunitarios y se dedica un gran cuidado a los extremos, donde el discurso continuado cesa de repente; los ángulos agudos y obtusos de la extremidad oriental se redondean, albergando las tiendas en sus chaflanes; en otras partes breves balcones semicirculares, situados de distintas maneras, señalan las principales directrices de la composición, presentándose de dos en dos, para encuadrar un eje de simetría, o bien en ángulo recto, para señalar la rotación de los cuerpos de fábrica.
La planta baja está casi totalmente revestida de materiales duraderos: ladrillo de color claro, que forman también las pequeñas vallas transversales de los jardincillos y los peldaños frente a las puertas; el borde visto de los muros portantes está revocado en cemento gris, mientras que la carpintería de la sala de estar es también de color gris, formando así una franja continua; destacan únicamente las puertas en mimo rojo y marco blanco. El piso superior está revocado en blanco y tratado, por lo tanto, como una franja, mientras que las ventanas, en hilera continua, con marcos en madera amarilla, llegan hasta el canalón de cinc.
El Kiefhoeck destaca como una isla arquitectónica en la periferia de Rotterdam, formada por casas de ladrillo con tejado inclinado, y su conservación, aunque cuidada no se puede comparar con los edificios que la rodean. Para valorar el resultado no se puede olvidar el aspecto económico: Oud demostró la posibilidad de construir un barrio habitable con un gasto mucho menor que el habitual, usando los más consumados recursos de la arquitectura moderna para dignificar por la sola virtud de unas relaciones geométricas y cromáticas a una materia muy pobre.
El esfuerzo con que se profundizan todos los detalles caracteriza profundamente —moralmente se podría decir, sí no se hubiese abusado de la palabra— la arquitectura de Oud, detrás de cada opción se presiente la disciplina figurativa del neoplasticismo; pero el esfuerzo de simplificación y de reducción de los costes obliga al arquitecto a abandonar cualquier búsqueda combinatoria fuera de lo corriente y aceptar, por lo tanto, algunos vínculos tipológicos tradicionales, capaces de simplificar su ecuación. Así, la profundización de los elementos tiene como contrapartida la limitación del campo y la deficiencia en la composición del conjunto.
Toda la seguridad que hay en el planteamiento edificativo es vacilación en el planteamiento urbanístico. Oud siente la exigencia de dar orden y jerarquía a los espacios comunes, de encontrar vínculos con el ambiente circundante, pero los métodos empleados son débiles, aunque sutiles y refinados como las indicaciones espaciales de los pequeños balcones. Aquí se encuentra el límite y el peligro del método de Oud; cuando el compromiso urbanístico se convierte en un vencimiento improrrogable. Oud se ve obligado a escoger el aislamiento y a reforzar voluntariamente los esquemas tradicionales hasta rozar un ambiguo neoclasicismo.
Así, después del intento de Oud, el problema de recuperar en concreto las consecuencias del neoplasticismo queda sustancialmente abierto y será transmitido a las generaciones jóvenes que empiezan entonces su carrera. Brinkmann, Vab der Vlugt y Van Tijen, de quien hablaremos más tarde.