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Portada del libro

La Ville radieuse

  • LE CORBUSIER, Charles-Édouard Jeanneret
  •  
  • Prelude
  • , 1932.

BENEVOLO, L., Historia de la Arquitectura Moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 530-564. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Aproximación a los problemas urbanísticos” 


 4.-La urbanística de Le Corbusier.


Le Corbusier, en la introducción al segundo volumen de su Oeuvre complète, escribe:


"El azar ha querido que el primer volumen acabase en 1929. Este año era, en cierto modo, para nosotros el fin de una larga serie de investigaciones. 1930 inauguraba un ciclo de nuevas preocupaciones: los grandes trabajos, los grandes acontecimientos de la arquitectura y de la urbanística, la era prodigiosa de la puesta a punto de una nueva civilización maquinista... De ahora en adelante no hablaré más de revolución arquitectónica, que ya está realizada; la urbanística se convierte en la preocupación dominante”.


 Y así es; pero la separación entre la investigación de Le Corbusier y los programas urbanísticos contemporáneos ya se había producido y los ritmos de investigación son independientes de las ocasiones de verificación concreta. Así, Le Corbusier está capacitado para formular el trazado de la ciudad moderna antes que nadie y de manera más coherente, sin tener en cuenta los compromisos momentáneos. 


 Para la ciudad moderna encuentra incluso un nombre de batalla: la ville radieuse; el proyecto completo (dibujado entre 1929 y 1930 después del viaje a América) se realiza en 17 láminas que el maestro lleva consigo para enseñarlas en varias ocasiones. 


 El punto de partida de la ville radieuse es, precisamente, la residencia; no es ella quien debe adaptarse a un trazado urbano dado, sino que debe determinar el nuevo trazado de toda la ciudad. Las células de habitación iguales y acopladas producen un cuerpo de fábrica de longitud indefinida que, doblado en ángulo recto, permite el aprovechamiento de las dos orientaciones: la Este-Oeste (con  viviendas a ambos lados y calle interior), la Norte-Sur (con viviendas sólo a Sur y calle perimetral a Norte). 


 La forma de los quiebros que va formando un giro repetido e invertido es el rédent: un edificio de once pisos (como en la teoría de Gropius) y 400 metros de pasaje, separado por lo menos doscientos metros del edificio de enfrente; las construcciones y las autopistas, que cruzan cada 400 metros, se levantan sobre pilotis y dejan completamente libre el terreno, convertido en un parque que los peatones pueden recorrer en todas direcciones, donde se sitúan las escuelas, los parvularios, los teatros, los campos deportivos. 


 Todo esto debe convertirse en el tejido urbano normal: los lugares de trabajo deberán levantarse en su cercanía: las industrias ligeras, las industrias pesadas, la city de los negocios con los rascacielos situados entre el verde. 


 Este modelo teórico puede adaptarse a gran número de casos concretos y Le Corbusier no pierde ninguna ocasión para proponerlo. En 1929 vuelve sobre su antiguo proyecto para el centro de París y propone soluciones para las ciudades de América del Sur: Río, Sao Paulo y Buenos Aires; en 1930 estudia una ordenación de la zona de los alrededores de la puerta Maillot, aprovechando la colocación del nuevo barrio de Amberes al otro lado del Schelda y prepara un proyecto para el ensanche de Ginebra; de 1930 a 1934 presenta varias soluciones del plano regulador de Argel (fig. 626), proyectando superponer a la ciudad dos autopistas, una paralela y otra perpendicular a la costa, apuntando hacia un centro administrativo formado por rascacielos; en 1934 estudia el proyecto para una fábrica-modelo y el plan regulador de Nemours, también en África; en 1935 publica el libro La ville radieuse, donde, con sugestivas imágenes, formula nuevamente su teoría urbanística, puntualmente aplicada durante el mismo año a las ordenaciones de Hellocourt y del valle de Zin para la organización Bata, en 1936 el plan de Río de Janeiro y el ilôt insalubre de París (fig. 627), en 1938 a la ordenación de la cabeza del puente de Saint-Cloude y al plan de Buenos Aires. La nueva revista de Le Corbusier, que sale de 1930 a 1933, lleva el significativo título de Plans. 


 Todos estos planos son, además, imágenes arquitectónicas a escala urbana o paisajista. Le Corbusier pasa por encima de la problemática de la actuación, con sus problemas de etapas, de competencias y de grados de proyecto, que tanto preocupan a los alemanes; pero, quizá por esta razón, sea el único que tiene en aquella época una idea clara de la ciudad moderna como alternativa total a la antigua. En sus dibujos resalta la cualidad unitaria, singular, de la futura realidad urbana, que aparece por lo tanto mucho más concreta que los esquemas repetitivos propuestos por Gropius o Hilberseimer. 


 Ninguna de estas propuestas será aceptada; Le Corbusier las recoge en un volumen que se publica en 1935, precisamente con el título de La ville radieuse: la nueva ciudad se ha transformado en un libro y el nuevo paisaje puede ser demostrado, como en los años veinte, sólo a través de obras arquitectónicas aisladas. 


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.180-187.“Le Corbusier y la Ville Radieuse. 1928-1946"


En 1932, Le Corbusier rompió con Lamour y se hizo miembro del Comité de Acción Regionalista y Sindicalista y redactor colaborador de su publicación, Prélude, dirigida por Hubert Lagardelle. Como protegido de Sorel, Lagardelle había establecido vínculos con el ala izquierda del movimiento fascista italiano, por lo que era prudentemente profascista. El texto de La Ville Radieuse, editado como libro en 1933, había aparecido anteriormente por entregas bajo el signo de una rama autoritaria del sindicalismo, primero en Plan y luego, a partir de 1932, en PréludeLe Corbusier, influido sin duda por las fuertes tradiciones de la región del Jura, oscilaba, al igual que sus compañeros sindicalistas, entre el socialismo utópico y autoritario de Saint-Simon y las tendencias anarcosocialistas latentes en los escritos de Fourier. En La Ville Radieuse, Le Corbusier abogaba, siguiendo las líneas sindicalistas, por un sistema directo de gobierno a través de los métiers (gremios o sindicatos), si bien, al igual que sus colegas editoriales parecía tener tan solo una idea muy vaga de cómo se podría establecer esta hegemonía de los métiers.


Aceptando tácitamente la eventualidad de una huelga general como única forma de acceso al poder —pero posponiéndola siempre—, los sindicalistas franceses de la década de 1930 eran partidarios de la reforma más que de la revolución, y de la racionalización del estado más que de su abolición. Aunque eran proindustrialistas y progresistas, seguían teniendo nostalgia de la armonía preindustrial; aunque eran anticapitalistas, promovían sin embargo una élite tecnocráctica; pues aunque se oponían a la oligarquía del estado bolchevique, defendían simultáneamente la autoridad autocrática. Con mayor coherencia, eran fervientes internacionalistas y pacifistas, y estaban en contra del despilfarro de la fabricación de armas y del consumo incontrolado.

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