La Casa Consistorial del Tolosa tiene una serie de particularidades, que desde el punto de vista urbano la hacen especialmente singular entre los ayuntamientos guipuzcoanos. Por las noticias que tenemos, hasta finales del siglo XVII esta villa guipuzcoana que ha ostentado el título de capital, no contó con casa consistorial propia, reuniéndose en la Torre de Andía de la Calle Mayor. En 1618 ya se hicieron las primeras propuestas para ubicar la nueva Casa del Concejo en la Calle Verdura, pero habrá que esperar hasta mediados de siglo para que se comiencen a tomar resoluciones definitivas. Durante estos años de transición, el Hospital acogió las reuniones del Concejo. En 1657 el debate sobre el solar donde situar el nuevo consistorio permanece vivo. El alcalde propone como emplazamiento “el lugar ocupado por cinco casas junto a las del Capitán Salvador Recalde que están en la Plaza”. Al parecer hubo vecinos que en los años previos habían donado casas y efectuado gastos para que se hiciera “para siempre” una plaza pública en este emplazamiento, para fiestas, celebraciones y mercado. A partir de aquí la idea de ayuntamiento y plaza parece que estuvieron íntimamente unidas, insistiendo en que no se trataba simplemente de construir un edificio que albergara el concejo, sino también de una plaza unida a ella. Esta unión consistorio-plaza se antojaba necesaria, sin ser objeto de discusión. El gusto barroco por la presentación y la representación, desarrolla y más en un consistorio, el marcado carácter urbano de este tipo de actuaciones. Dicha propuesta tras una inicial oposición, salió aprobada.
La idea del alcalde en torno al aspecto que debía tener el nuevo edificio parecía clara; “sacando a ella un balcón grande y poniendo un escudo con las armas de la villa en lo alto y debajo del balcón unos cobertizos sobre columnas”. La construcción del nuevo ayuntamiento, diseñado por Martín de Abaria , siendo maestro cantero Juan de Aburda Artabe y carpintero Pedro de Sarasti, fue llevada a cabo entre los años 1662 y 1672, y supuso también la ampliación de Plaza Zarra y el derribo de varias casas.
Se trata de un edificio exento con fachada principal a la plaza, de planta trapezoidal casi rectangular, con piso bajo y dos alturas, siendo sus dimensiones de 14 x 21 m. Su fachada principal, tiene un primer cuerpo de soportales con tres arcos de medio punto en sillería de piedra caliza gris, con una línea de imposta a nivel de los capiteles a partir de la cual se forman los arcos. Las dos plantas superiores distribuyen la sillería hacia las esquinas del edificio y el enmarque de los vanos de los balcones que se ordenan tres a cada altura, buscando correspondencia con el orden compositivo de los arcos. Los entrepaños son de ladrillo. Todo ello se remata con un escudo sobre el segundo bloque de ventanas y un potente cornisamiento de madera cubierto con tejado a cuatro aguas.
La singularidad del Ayuntamiento de Tolosa viene marcada por la plaza donde se ubica y por las posibilidades urbanas que genera su construcción. Siguiendo a Angel Martín Ramos el planeamiento de la edificación del nuevo Ayuntamiento junto al solar de Idiáquez va a introducir detalles importantes. Dentro de la villa, este espacio frente a la puerta de Navarra, a la que se accedía por el puente que atraviesa el río Oria, era un lugar de preferencia para los ciudadanos de Tolosa, convirtiéndose en un ámbito de tráfico comercial, de intercambio y reunión.Al ser la ciudad medieval tan compacta, cualquier espacio algo más grande tenía un especial protagonismo. La construcción del Palacio Idiáquez ubicado en la misma plaza, lejos de compactar más la villa acentuaba esa liberación, pues creaba un espacio de respeto nada desdeñable frente al edificio civil, reconociendo y dando forma al ensanchamiento y a la bifurcación hacia las calles Mayor y Emperador. “El gesto de la ampliación del Palacio de Idiáquez interesa por la formación del espacio singular pero se mantiene en su posición integrada en el conjunto de la edificación que lo configura, sin alterar su unidad espacial. Aquí reside su trascendencia compositiva con la conformación de la Plaza Zarra”.
En cuanto a las posibilidades urbanas de la construcción, el nuevo Ayuntamiento encaja perfectamente en el espacio existente, potencia la interrelación de los espacios con los que se encuentra conectado, da una configuración definitiva a la plaza que preside, mantiene la escala del resto de los edificios, establece una unidad de conjunto, mejora la relación con la calle y produce efectos de dilatación tanto visual como espacial. Esta capacidad de la edificación para relacionar partes de la ciudad y articular el espacio, nos recuerda las actuaciones puntuales que se llevaron acabo bajo el patronazgo de importantes mecenas en las ciudades italianas de principios del Renacimiento.
En el segundo cuarto del siglo XX la Casa Consistorial de Tolosa, sufrió una profunda reforma, añadiéndose una nueva planta en altura. En 1998 se ha producido así mismo una importante rehabilitación, ni mucho menos menor, a cargo del arquitecto Juan José Gurrutxaga, que no ha afectado solamente al ayuntamiento, sino también a edificios aledaños que ahora dependen de la municipalidad.