Es el ejemplo por antonomasia de este tipo de arquitectura en el País Vasco. Esta basílica de patronato municipal y financiada por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, fue obra de varias manos. Las trazas fueron elaboradas en 1743 por Domingo de Yarza y Miguel Puyal, vecinos de Zaragoza y modificadas por Pedro Ignacio Lizardi, Miguel Selezan e Ignacio de Ibero, mientras que las obras fueron dirigidas a partir de 1755 por Francisco de Ibero. De acuerdo con la tradición del siglo XVI, presenta planta de salón y se cubre con una bóveda de terceletes y estralladas, siendo los elementos más coetáneos la cúpula rebajada del crucero y la bóveda de horno del presbiterio. La fachadas borrominesca convexa, flanqueada por torres cuadradas, alberga una portada-nichal rococó cuyo origen se remonta al Belvedere de Bramante. Se trata en definitiva de un grandioso conjunto en estilo renacentista-barroco, con detalles churriguerescos y con una importante significación urbana que actúa como fondo de perspectiva de la calle mayor. En el extremo opuesto más tarde se construiría la Catedral del Buen Pastor, potenciando más si cabe dicho eje urbano.