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DE ANDA ALANÍS, Enrique X., Candela 1910-1997. El dominio de los límites.  Taschen. Colonia, 2009.


p.21 "En la Ciudad Universitaria de la UNAM ( Universidad Nacional Autónoma de México) se proyect-o, dentro del campus fundacional, este pequeño edificio de apenas 132 m2 en unnivel único. La arquitectura del campus nación como fiel interlocutora del Estilo Internaicional, que en el México de los años 1940 se afirmó como un camino hacia la modernización de la cultura. Por eso siempre sorprendió la forma orgánica del pabellón, opuesta a la geometría dominante del conjunto arquitectónico universitario, basado en volúmenes prismáticos, fachadas translúcidas y marcos de hormigón como tema estructural. No solo las curvas de la cubierta y los apoyos, sino también la sombra que oscurece la planta baja, siempre se consideraron en contraste a la soberbia marcha de los prismas de fachadas brillantes y transparentes. Con todo, esta estructura, la primera realizada por Candela fuera de procesos puramente experimentales, lo catapultó a la fama internacional. 


El problema arquitectónico a resolver consistía en el resguardo de un aparato contador de radiaciones solares, que debía estar a cubierto por una membrana rígida, pero delgada, que no impidiera el paso de las radiaciones. Por tanto, el edificio era únicamente el contenedor de un aparato, en un local sin servicios de espacio habitable. Candela había ejecutado, a finales de los cuarenta, algunas estructuras que denotaban un manejo distinto de la geometría y la certeza de un método constructivo factible; por esta razón, Carlos Lazo, gerente de la construcción en la Ciudad Universitaria, le pidió que construyera una cubierta de hormigón de 1 cm de espesor. La solución sustituyó al proyecto preliminar, que era una boveda cilíndrica, por la figura de dos paráboloides hiperbólicos montados sobre tres arcos parabólicos.El espesor en la cima de la curvatura quedó al final de 2 cm, una sota muy cercana a la exigencia original. Recordándolo en 1995, Candela escribió "... su mérito consiste en ser el cascarón más delgado construido con fines permanentes...". El edificio tiene hoy en día 55 años y se mantiene en pie sin ningún daño estructural; aunque actualmente está habilitado para desempeñar otro uso, siguie siendo un contraste dentro del campus, asumiendo en este sentido la condición que Casals, otorgó a la arquitectura expresionista "sorprendente e inesperada". 


Con esta obra, Candela logró una solución de gran fuerza plástica, por el trabajo estético de las líneas respecto a la superficie doblemente curvada que forma el cuerpo del edificio. En la planta baja aparecen tres arcos parabólicos con ménsulas hacia fuera; la parte alta de los arcos forma la viga que sostiene el piso del laboratorio; por encima, la membrana de la cubierta parece reposar sin ningún anclaje en el suelo. El éxito plástico radica en el manejo adecuado de las proporciones; los arcos nunca llegan a ser masivos; sino que se aprecian como placas delgadas con balance de tensiones; por un lado, la percepción de soporte que dan las ménsulas laterales; por el otro, la sensación de elasticidad que transmiten las elipses de los arcos. Las superficies onduladas de las dos cabeceras contribuyen, por su forma y superficie, a crear una imagen de monumentalidad aunque a escala reducida en contraposición al resto de los edificios del campus, que se distinguen por su densidad y magnitud. 


Candela siempre valoró de manera muy importante la solución aplicada en estos tímpanos cabecero que, al no ser portantes, podían jugar cualquier papel ajeno al complejo estructural; su forma viene determinada por una placa ondulante que se activa con un trabajo de luces y sombras, en particular la que mira hacia el sur. No hay líneas rectas en ninguna parte excepto en los escalones. Lo insólito de esta arquitectura es la manera como anuncia la incorporación del lenguaje de las curvas en la arquitectura moderna, no como recurso de contraste sino como elemento básico.  Candela dedicó gran atención a la solución de los detalles; al espesor de la membrana, las alturas de las parábolas forntales, la proporción de los arcos y la ondulación por el claroscuro. 


Candela publicó en 1954 un ensayo titulado "Divagaciones estructurales en torno al estilo" en el cual aparece por primera vez la disertación sobre el tema que siempre le preocupó: La tensión entre la figuar del arquitecto, responsable cultural de investigar las formas con las que la arquitectura quedaba identificada, y la del ingeniero constructor, encargado de la mecánica de los materiales y los sistemas de construcción. El artículo tiene un tono de reconciliación  cuando el autor propuso la formulación del "estilo" arquitectónico de la década de los cincuenta, a partir sólo de las consideraciones de la estructura portante de hormigón. Insistía en que el factor estructural no había sido utilizado como creador de formas nuevas, pero además introduce el argumento con el cual sustentó su teoría personal de la nueva arquitectura: "la eficiente función estructural dependiente esencialmente de la forma". El Pabellón de los Rayos Cósmicos resultó paradigmático de esta idea, ya que la forma genera la capacidad estructural y es el soporte del conjunto. No está demás citar la crítica que en 1955 hixo Candela de los edificios que forman el ambiente arquitectónico predominante del campus: "la manía muralista se justifica, sin embargo, por el intento de compensar de algún modo la casi total flata de expresión de la arquitectura actual". 


 


 

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