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El emplazamiento de la capital de Portugal es singular ya que Lisboa se levanta en la ribera derecha del rio Tajo, junto a su desembocadura, frente a la extensa ría que forma una especie de mar interior, conocido como el Mar da Palha (Mar de la Paja). Esta gran cuenca conecta directamente con el Océano Atlántico a través de un estrecho canal natural.


En la colina do Castelo, que sobresale en esta ribera norte, se asentaron los primitivos “lisboetas”. Colina en la que actualmente se emplaza el Castillo de San Jorge. Las laderas de dicha colina se fueron consolidando con la creación de la medina musulmana medieval. (Barrio de la Alfama). Allí se levantó la mezquita que sería transformada en su momento a la catedral lisboeta (la Sé de Lisboa). Hoy aún, este barrio, conserva sus estrechas calles de edificios revestidos de mosaicos o pintados de los colores de la ciudad, el amarillo, rosado y salmón.


Justo enfrente existía también un pequeño cerro de menor altura. En este monte se levantaría el actual barrio del Chiado y, en sus zonas más elevadas, el Barrio Alto. Entre ambas colinas surgía un pequeño valle llano que se inundaba con las subidas del Tajo. Cuando a mediados del siglo XIII, Lisboa fue designada como capital del Reino de Portugal, la ciudad creció y se vio obligada a ocupar aquel valle inferior, que tuvo que ser drenado previamente para poder urbanizarse. Esta zona recibía el nombre de Vale da Baixa. El centro de la ciudad se trasladó de la Colina do Castelo a la Baixa, valle que se convertiría en el corazón de la ciudad.


Fecha clave en la ciudad fue el 1 de noviembre de 1755 en el que un terremoto de intensidad nueve, seguido de tsunamis e incendios, devasto por completo la ciudad. Tras barajar la posibilidad de trasladar la ciudad a otro lugar más seguro, se reconstruyo en el lugar de origen. Se construyó la nueva ciudad teniendo en cuenta estas tres premisas: la seguridad (tomando una serie de medidas para acotar el riesgo ante la eventualidad de futuros desastres naturales), la funcionalidad (que resultara más saludable e higiénica y también más adecuada para las actividades económicas) y la identidad propia (dejar atrás la ciudad medieval) abriendo las puertas al concepto de ciudad moderna. Esto se aprecia en la producción estandarizada, el planteamiento de las tipologías, la organización comercial y en muchos otros aspectos más. La nueva Lisboa que emergió deslumbró al mundo mostrando los valores del urbanismo ilustrado y convirtiéndose en una referencia para otras ciudades. La figura clave de la reconstrucción de Lisboa fue Sebastião José de Carvalho e Melo, Marqués de Pombal, Ministro de Asuntos Exteriores, quien pretendía modernizar Portugal. El plan de reconstrucción de Lisboa proponía una Baixa radicalmente nueva, formalizando una retícula regular a partir de la cual se reconfigurarían también los dos grandes espacios libres preexistentes en sus extremos. Cerrando por el sur, sobre el Terreiro do Paço, estaría la Plaza del Comercio abierta al estuario y por el norte la nueva Plaza del Rossio. Actualmente en La Baixa se encuentra la mayoría de monumentos representativos de Lisboa, como el Teatro Nacional Doña María II, la Plaza del Comercio y el Rossio, o Plaza de Don Pedro IV, el primer emperador del Brasil independiente. En el siglo XIX el Rossio fue cubierto con los típicos mosaicos portugueses, siendo uno de los primeros diseños de este tipo en decorar los edificios de la ciudad y que hoy constituyen uno de sus detalles distintivos.


Por otra parte, el Barrio de Belém concentra, en un reducido espacio, algunos de los monumentos más importantes de Lisboa, representativos del estilo arquitectónico manuelino (versión portuguesa del gótico final), que se desarrolló en el reinado de Manuel I de Portugal. Allí podemos encontrarnos con el Monasterio de los Jerónimos o la Torre de Belem. A finales del siglo XIX los planes urbanísticos permitieron extender la ciudad más allá de La Baixa, creándose la actual Avenida de la Libertad, al final de la cual se construyó, en 1934, la Plaza Marqués de Pombal. En el siglo XX se crearon las Avenidas Novas y la Ciudad Universitaria de Lisboa.


Naitze PÉREZ

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