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Basílica de Majencio

Basílica Nova / Basílica de Constantino
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  • Roma
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obras/13627_8.jpg imagenes/3033_1_48010169.jpg obras/35941_8_48010169.jpg obras/13627_25_48010169.jpg

Pero donde resulta más clara esta distribución de división del rectángulo en 9 partes, es en la Basílica de Majencio, situada a un lateral de la Via Sacra que recorre los foros imperiales.


 Es importante destacar, que en este caso,  al tratarse de una basílica, el frigidario que veíamos en las termas, se ha desgajado del resto de los elementos de la misma, encontrándonos con una sala tetrástila plena.


 Las grandes columnas existentes en origen,  están hoy  día desaparecidas, no obstante indicaban visuales de referencia, y  aunque no sustentaban nada,  ya que el sistema de sustentación era muraria no columnar, conformaban imponentes  elementos ornamentales en el interior del conjunto.


 La Basílica tenía un esquema biaxial, con dos entradas, remarcando la centralidad del espacio principal, levantándose las plantas de distintos modos. La cubrición varía en soluciones, con cañones más altos y más bajos.


 Esta basílica puede alinearse por su grandiosidad y estructura ,con los cuerpos centrales de las termas... de hecho ejerció un cierta influencia sobre ella el frigidarium de las termas de Diocleciano, recién inauguradas. Es más, cabría la posibilidad de que tanto las citadas termas, como la Basílica, fuesen obra del mismo genial arquitecto. Su longitud 102 m de largo por 80 m de anchura y 35 m de altura, se divide en tres tramos cubiertos con sendas bóvedas de aristas , apoyadas en mensulones, que ocho enormes columnas estriadas simulaban sostener. Para neutralizar los poderosos empujes laterales de estas bóvedas, se construyeron recios contrafuertes que, como el frigidarium de las termas de Diocleciano se hallaban perforados por grandes arcos, dando lugar a dos naves menores.... Actualmente, los contrafuertes sobresalían por encima de estas naves,  para aligerarlos el arquitecto hizo lo que en las termas de Diocleciano, perforó su grosor por medio de un arco de servicio. El resultado no es otro que el de un arbotante “gótico”. Las paredes se habrían en amplios ventanales, iluminando su interior con tanta riqueza de luz como las catedrales medievales.

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