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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


Págs.617-633. Varios maestros modernos habían establecido vínculos con la antigüedad clásica reflexionando sobre los restos desperdigados de los emplazamientos antiguos. En la década de 1980 se suscitó un renovado interés por la estructura desnuda de las ruinas, y por temas como la sala sin techo, el teatro de los recuerdos y la revelación de los estratos y depósitos históricos. El arquitecto italiano Francesco Venezia afirmaba que estaba «interesado en [...] todo lo que hemos heredado del pasado: técnicas, precisión, medidas, proporciones y materiales», y señalaba que una ruina podía ser «real o metafórica»: La única viabilidad que tiene el clasicismo hoy en día es que está ligado a una visión melancólica de la realidad, a un fuerte sentido del cambio, de algo que se está rompiendo. La melancolía es la contemplación de un orden que está volviendo a su naturaleza anterior. [...] las ruinas son tan fascinantes porque nos muestran cómo crece un edificio, como se forma la arquitectura. En la villa Adriana en Tívoli se pueden leer, como en un diagrama anatómico, todas las ideas romanas de la estructura[...].


La mayoría de los proyectos de Venezia estaban en la parte más meridional de Italia, en Sicilia, en un paisaje marcado por la presencia arcaica de los primeros templos griegos y por los restos de civilizaciones posteriores, quebrados por los terremotos

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