Págs. 621-669. ”Formación del Movimiento Moderno en Europa entre las dos guerras. Los progresos de la arquitectura europea entre 1930 y 1940”
5.- España.
Una obra que supone una convergencia casual entre la generación de 1925 y el GATEPAC es el Pabellón de España en la Exposición de París de 1937, realizado por Sert y Lacasa y para el que Picasso crearía su impresionante Guernica.
Págs. 226-233.“Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960”
El último gesto significativo del movimiento Moderno español fue realizado bajo la égida de la efímera Segunda República, en forma del pabellón español de Sert para la exposición de París en 1937. Este pabellón fue la ocasión para la primera presentación del Guernica de Picasso, que conmemoró el bombardeo aéreo de esta población vasca a principios de dicho año. Encargado por el gobierno republicano como monumento a las víctimas de Guernica, esta obra constituía una solemne repulsa contra la traición internacional a la causa republicana.
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En la Exposición Internacional de París de 1937, el pabellón alemán se encontraba frente al ruso. Para el observador inexperto podría haber resultado difícil decir cuál era la diferencia, puesto que ambos estados empleaban una combinación de tosco realismo y rígida monumentalidad como estilo oficial de su legación. El proyecto de Speer acentuaba la verticalidad y estaba inspirado en alguna clase de tribuna neoclásica desornamentada; estaba rematado por un águila ceñuda. El proyecto soviético de Iofán situado enfrente estaba compuesto a partir de masas escalonadas de un carácter vagamente aerodinámico (no muy distinto a algunos de los rascacielos de Nueva York de finales de los años 1920) y estaba coronado por las figuras enormes y acometedoras de un hombre y una mujer, que pretendían reflejar la energía y el populismo del estado soviético. La política arquitectónica de ambas naciones había cambiado claramente desde el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe, de 1929, o desde la Exposición de Artes Decorativas de París de 1925, cuando a Mélnikov sus mentores le habían permitido crear su atrevida evocación de la estética fabril, proclamando así los valores de una sociedad progresista y supuestamente igualitaria.
En la Exposición Internacional de París de 1937 había edificios-como el pabellón de la atribulada Segunda República española, proyectado por José Luis Sert y Luis Lacasa que transmitían una sensación de liberalidad y modernidad, en marcado contraste con las severas formulaciones de los cercanos pabellones de los regímenes autoritarios. Como se ha expuesto en el capítulo 12, el acontecimiento intermedio del concurso del Palacio de los Sóviets (1931) ya había ofrecido muestras de cambio en el gusto oficial de la Unión Soviética, y había dado a entender también, por su resultado, que los mensajes de la arquitectura moderna eran sospechosos de ser demasiado crípticos para el público en general.
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Págs. 600-620”El compromiso político y el conflicto con los regímenes autoritarios”.
4.- Francia.
La minoría de los arquitectos modernos franceses queda bloqueada en este impasse. «La época fría» coincide, en Francia, con la crisis de la construcción (véase el gráfico de la fig. 587) y con el recrudecimiento de la lucha política, que lleva al poder a las izquierdas, de 1936 a 1938, y aumenta en los conservadores el temor a cualquier novedad, incluso en el campo cultural.
Mientras Le Corbusier y Lurçat se quedan prácticamente sin trabajo, los «nuevos arquitectos modernos» se abren camino y encuentran el éxito ofreciendo una versión edulcorada del lenguaje moderno o un compromiso moderno”...
... Le Corbusier no sólo choca con esta o aquella facción académica o política, sino con «la ira de los imbéciles» de la que habla Bernanos en 1937. Sus propuestas caen en el vacío y se ve obligado a refugiarse en la pura teoría. En la Exposición de 1937, la gran composición de Picasso que ilustra el bombardeo de Guernica, en el pabellón español -uno de los mejores, prefabricado y enriquecido también por las pinturas de Miró y por una fuente de Calder- muestra el verdadero rostro de esas fuerzas que se preparan para desencadenar una nueva guerra, y previene a los hombres de cultura de que es preciso comprometerse más allá de los límites de su especialidad, con todos los demás, para poder continuar más tarde a trabajar en sus respectivos campos (fig. 712).