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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”


La plaza y los elementos constitutivos de la ciudad.


Bramante y la escalinata al aire libre


Además de su atrevido manejo de las superficies murales que daban a calles y plazas, los constructores renacentistas se esforzaron mucho por establecer relaciones espaciales mutuas entre superficies horizontales situadas en distintos planos. Esto lo lograron gracias al recurso de disponer unas escalinatas monumentales a cielo abierto. Bramante usó estos tramos de escaleras como medio de integrar en su composición otros espacios alejados, y con ello introdujo un nuevo elemento en la arquitectura urbana.


Los edificios en terrazas y las escalinatas monumentales se remontan casi hasta los comienzos de la arquitectura. La escalinata monumental apareció por primera vez en los zigurats de Sumer en torno al año 2000 a.C. Los tramos de escaleras piramidales que formaban los plintos de los templos y los accesos procesionales a los patios rehundidos son un rasgo llamativo de la arquitectura precolombina mexicana. Sin embargo, los constructores renacentistas usaron las formaciones en terraza y las escalinatas monumentales de un modo completamente distinto.


Un dibujo a punta de plata del cuaderno de Jacopo Bellini -que data de 1440 aproximadamente- muestra la función que pretendía cumplir una escalinata. Una iglesia con bóveda de cañón corona la más elevada de tres terrazas sucesivas a las que se asciende por una escalinata que zigzaguea hacia delante y hacia atrás de un nivel a otro hasta llegar al frente abierto de la iglesia. Al igual que las numerosas figuras repartidas por el primer plano y por el fondo, estas terrazas revelan el objetivo del proyectista: crear una impresión de profundidad perspectiva.


Donato Bramante de Urbino fue el primer arquitecto que introdujo las escalinatas monumentales como un elemento formativo mediante el cual el espacio podía quedar, por decirlo así, incorporado en el diseño de los edificios; y el lugar en que realizó por primera vez esa incorporación fue el patio ajardinado situado delante del Belvedere, en el Vaticano (1506-1513). Los edificios de Bramante en torno a 1500 presentan por primera vez ese nuevo esplendor que la atmósfera de Roma y el patronazgo del papa humanista Julio II confirieron al trabajo de los artistas. Esas influencias se aprecian en Rafael, e incluso en cierta medida en el genio excepcional del propio Miguel Ángel. Bramante puso de manifiesto una nueva sensación de poder en su control de las dimensiones sin precedentes que fue llamado a resolver en San Pedro a partir de 1506. Aunque menos ambicioso, su tratamiento del patio delantero del Belvedere es igualmente magistral.


El Belvedere era una pequeña residencia estival del papa que se levantaba sobre un promontorio situado a unos trescientos metros del palacio del Vaticano. En 1506, Julio II confió a Bramante el encargo de combinar estos dos edificios en una vista arquitectónica conjunta. El Papa ya había instalado algunas esculturas clásicas en el patio delantero; y luego ordenó que toda la zona de intervención fuese remodelada en ese nuevo estilo majestuoso de Roma. Como punto culminante de su vista, en el extremo superior, Bramante levantó una pantalla monumental en la fachada del Belvedere con un enorme nicho en medio, a la manera adoptada a veces en las villas de tiempos de los césares; en el extremo inferior, delante del Vaticano, colocó unas gradas semicirculares.Las terrazas le permitieron establecer una relación formal entre los nuevos edificios con sus tres pisos de logias.


Aquí nos interesa esta escalinata como un recurso mediante el cual varios ámbitos espaciales se han articulado y entretejido para formar una unidad espacial. Un amplio tramo de escaleras conducía del primero al segundo nivel, donde se dividía en dos brazos hasta al muro de contención para alcanzar el jardín superior y, con él, el Belvedere. Tan recogido como el jardín de un inmenso monasterio medieval, todo en él estaba pensado para los placeres cortesanos. Cerca de cincuenta años después de la muerte de Bramante, cuando el vasto conjunto ya se había terminado finalmente, el matrimonio de uno de los sobrinos de Pío IV ofreció una ocasión propicia para inaugurar este Cortile del Belvedere. Los grabados de Étienne du Pérac han perpetuado el esplendor de aquellos suntuosos festines y torneos.


Pero el patio no estaba destinado a permanecer mucho tiempo como Bramante lo había remodelado. En 1589, Sixto V arruinó la unidad del proyecto al construir una nueva biblioteca de un lado a otro, en mitad de los parterres; este gran urbanista acabó con muchos monumentos de la antigua Roma, pero éste fue su acto más destructivo.


Más adelante, la escalinata monumental -de la que este señorial ascenso de Bramante a la plataforma del Belvedere había sido el prototipo- se convirtió en la peana más noble que se podía añadir a una iglesia (Santa Maria Maggiore). Finalmente, la escalinata monumental llegó a ser una construcción casi independiente, cuyo papel era fusionar planos situados en distintos niveles en un único ámbito espacial (la que conecta la Piazza di Spagna con la iglesia de la Trinità dei Monti, de 1721-1725).En los interiores del Barroco tardío encontramos grandes escaleras -el símbolo del movimiento- usadas para crear unos espaciosos vacíos que no tienen parangón en la historia de la arquitectura.

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