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FRAMPTON, K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona,1987. 


pág.12-19  "Transformaciones culturales: la arquitectura neoclásica, 1750-1900."


"Esta construcción ‘translúcida’ se hizo realidad en la iglesia de Ste-Geneviève de París, de Jacques-Germain Soufflot, comenzaba en 1755. Soufflot -que en 1750 había sido uno de los primeros arquitectos en visitar los templos dóricos de Paestum- estaba decidido a recrear la ligereza, la espaciosidad y las proporciones de la arquitectura gótica a base de elementos clásicos, por no decir romanos. Con este objetivo, adoptó una planta de cruz griega, con la nave central y las laterales formadas por un sistema de cúpulas rebajadas y arcos semicirculares apoyados en un peristilo interior continuo".


Págs. 29-40. “Transformaciones técnicas: ingeniería estructural, 1775-1939” 


Aparte su uso en las catedrales del siglo XIII, el refuerzo de obra de ladrillo y hierro forjado en Francia tuvo su origen en Paris, en la fachada este de Perrault, en el Louvre (1667) y en el pórtico de Soufflot de Sante Geneviève (1772). Ambas obras anticipan el desarrollo del hormigón armado. En 1776 Soufflot propuso un techo de tirantes de hierro para una planta del Louvre, proyecto que abrió el camino para la labor precursora de Victor Louis, es decir, para el tejado de hierro que Louis construyó para el Théatre Français de 1786, y su teatro en el Palais Royal en 1790. En este último combinó un tejado de hierro con una estructura hueca y a prueba de incendio para el piso, sistema una vez más derivado de la bóveda del Rosellón. Que el fuego era un peligro creciente en las ciudades es cosa que cabe observar en le Halle au Blé, en Paris, cuyo tejado quemado fue sustituido en 1808 por una cúpula reforzada con hierro, diseñado por el arquitecto F.J. Belanger y el ingeniero F.Brunet. En realidad fue uno de los primeros ejemplos de clara división de trabajo entre arquitecto y constructor. Entre tanto, se había realizado la primera aplicación francesa de hierro a la construcción de puentes, con la creación del elegante Pont des Arts, sobre el rio Sena, erigido según los diseños de L.A. de Cessart, en 1803.


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KOSTOF, Spiro. Historia de la Arquitectura. Edit. Alianza Editorial.Madrid, 1988.


Tomo 3. Pags. 957-993. Una arquitectura para un nuevo mundo.


Pág.979-987. Un mundo del que escoger.  La cosecha arquitectónica.


Se buscaba la solemnidad, al menos en edificios públicos. El blanco al que se oponía esta tendencia, por supuesto, era el opulento sensualismo del barroco, en el que la ilusión, asegurada por cualquier medio, había importado mucho más que la estructura o que la realidad constructiva. Lo que se estaba rechazando ahora era aquella rica tradición de efectos añadidos: la plasticidad de los muros plegados con columnas y pilastras adosadas, animados con sinuosos ritmos y con abundante decoración escultórica y pictórica. El antídoto debían ser muros simples y rectilíneos e hileras de columnas exentas de entablamentos rectos. Podemos señalar algunos ejemplos pasados de tal rigor: los brazos de la columnata de Bernini para la plaza de San Pedro, los frentes en pedimento de las villas de Paladio, la simplicidad protestante de San Pablo del Covent Garden, y aún antes, la purezacolumnaria de Brunelleschi. Pero la erudición del diseño neoclásico, la creencia de que estaba recobrando algunos de los primeros principios elementales de la arquitectura, y su deseo de abstraer esencias de los grandes edificios, ocupen el lugar que ocupen en el espectáculo de la historia, eran actitudes nuevas y de gran alcance.


Una fase temprana es la ejemplificada por la iglesia de Soufflot de Ste.-Geneviève, patrona de Paris, comenzada en 1757. Podemos ver en planta su parecido con San Marcos de Venecia; ambas tienen cúpulas sobre los cuatro brazos de la cruz griega. Estas cúpulas son soportadas por columnas exentas con entablamentos rectos, y hay hileras de columnas exentas entre este núcleo interior y el caparazón exterior. Probablemente nos resulte menos fácil apreciar, debido a alteraciones posteriores, la extrema ligereza de su superestructura, lo que venía impuesto por tan esbelto sistema de soportes, derivado intencionalmente por Soufflot de sus estudios acerca de la estática gótica.


Pero este interior es, a pesar de ello, romano en su sentimiento y rico en su decoración.


Págs. 995-1051."El arte arquitectónico y el paisaje de la industria, 1800-1850 "


Pág. 995. Una cuestión de estilos. 


La principal oposición a estos rasgos de las modas clásicas provenía de los goticistas. En el último capítulo habíamos apuntado la aparición de un partidismo medieval bajo dos guisas diferentes. El término «gótico», fundamentalmente un capricho inglés, se refería a una evocación emotiva y melancólica de la Edad Media inspirada por la estética pintoresca y la literatura de género que llamamos novela gótica. El francés, por otra parte, intentaba extraer de las grandes catedrales del siglo XII y XIII indicadores estructurales y, específicamente, la forma de transmitir los empujes de las bóvedas de cañón a los soportes exteriores. Ste.-Geneviève de Soufflot es el caso más famoso: no tiene una apariencia gótica, pero intenta actuar de la misma manera que aquellos grandes, sistemas abovedados del pasado.


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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs.14-60. 1ªPARTE. LA FORMACIÓN DE LA CIUDAD INDUSTRIAL. “La Revolución Industrial y la arquitectura (1760-1830)”


c.-   Los nuevos materiales.


Desde antiguo se ha venido usando el hierro y el vidrio en la construcción, pero sólo a partir de esta época los progresos técnicos permiten extender sus aplicaciones, al introducir conceptos totalmente nuevos en la técnica constructiva.


El hierro es usado, en un principio, únicamente en funciones accesorias: cadenas, tirantes, y para unir entre sí los sillares, en la fábrica de sillería. Así, por ejemplo, en el pronaos del Pantheon de Soufflot, construido por Rondelet en 1770, la estabilidad de la cornisa está, en realidad, asegurada por una tupida red de barras metálicas, dispuestas racionalmente, de acuerdo con los diversos esfuerzos, casi como la armadura de una obra moderna en hormigón armado.


En el mismo período llega a usarse también el hierro en algunas cubiertas poco cargadas, como la del Théâtre Français de Burdeos, obra de Victor Louis (1786). Sin embargo, estos sistemas se ven limitados de forma insuperable por el escaso desarrollo de la industria siderúrgica.


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RUSSELL HITCHCOCK Henry, Arquitectura de los siglos XIX y XX. Edit. Manuales Arte Cátedra. Madrid, 1985.


Pág, 13. Introducción. 


... las primeras manifestaciones arquitectónicas del clasicismo romántico no tuvieron lugar en el suelo de Italia.


Dos edificios comenzados a últimos de la década de 1750, uno de ellos una gran iglesia en Francia terminada en 1790, el otro un simple pabellón de jardín en Inglaterra, pueden considerarse como el anuncio de la revolución arquitectónica: Sainte-Geneviève de París, desacralizada y convertida poco después de su terminación en un Panteón secular, en 1791, es obra de J.-G. Soufflot (1713-80); y el templo dórico griego de Hagley Park, Worcestershire, obra de su contemporáneo James Stuart (1713-88). El Panteón sigue siendo uno de los monumentos más destacados de París del siglo XVIII; el templo de Hagley es hoy conocido sólo para los especialistas. Sin embargo, históricamente es mayor la importancia de Stuart que la de Soufflot, aun cuando su producción, como cantidad, fue casi insignificante. Nacido y formado en parte en Lyon, Soufflot estudió primero en Roma y volvió de nuevo a Italia a mediados de siglo. En su época de Lyon se había interesado mucho, igual que otros teóricos franceses de la época, por la construcción gótica. Su amistad con el Director General de Arquitectura de Luis XV, marqués de Marigny, hermano de Mme. de Pompadour, a quien había acompañado a Italia en 1749 con los influyentes críticos C.-N. Cochin y el Abbé Leblanc, influyó en su elección para proyectar la iglesia de Sainte-Geneviève en 1755....


... El gran Panteón cruciforme de Soufflot no es un modelo tan sencillo como el templo de Stuart. Sin ser ya verdaderamente barroco, tampoco es completamente clásico-romántico. Como la mayor parte de la obra del principal arquitecto británico de la generación de Soufflot, Robert Adam (1728-92) , el Panteón debe de considerarse estilísticamente como transicional. Por ejemplo, la pureza del pórtico del templo en la fachada principal, en cualquier caso romano y no griego, queda mermada por los cortes de los ángulos. La alta cúpula hemisférica sobre el crucero tiene incluso un carácter menos clásico, inspirándose su forma en la de St. Paul de Wren, en lugar de fijarse en la del Panteón romano, que fue el modelo favorito de cúpula para los clásico-románticos posteriores. En el interior, hasta el entablamento, las columnas son clásicas y la estructura completamente acornisada, por lo menos de apariencia. Por encima, las cúpulas de los cuatro brazos son quizá romanas, pero no así las pechinas se que las soportan, recurso estructural bizantino revivido en el siglo XV por Brunelleschi. Sobre las naves laterales el corte de la mampostería y la forma estática general, aunque no tengan nada que parezca muy gótico, ilustran los resultados del estudio del abovedamiento gótico en que Soufflot profundizó. Muchos aspectos del desarrollo arquitectónico del siglo XIX están presagiados aquí por Soufflot, como se verá con toda claridad más adelante


El Panteón lo terminaron en la década siguiente, a la muerte de Soufflot, su discípulo Maximilien Brêbion (1716-c.1792), J.-B. Rondelet (1743-1829), discípulo de J. F. Blondel, y un sobrino de Soufflot (François c. 1802). Mucho antes de esto, una generación entera de arquitectos franceses había desarrollado un estilo similar al de Adam en Inglaterra, que se denomina corrientemente, a pesar de que comienza bastante antes de la muerte de Luis XV en 1774, estilo Luis XVI. Si en un principio éste debió mucho o nada a la inspiración inglesa es un tema aún controvertido. De todas formas, tuvo mucha influencia fuera de Francia, desde la década de 1770 a la de 1790, tiempo en que tanto los arquitectos franceses como los que habían estudiado en Francia eran solicitados en toda Europa, excepto en Inglaterra; pero incluso en Inglaterra se contrataban artesanos franceses. Este libro no puede abordar de forma exhaustiva esta fase de la historia de la arquitectura del siglo XVIII, aun cuando la mayor parte de los arquitectos que diseñaron los principales monumentos públicos de París por encargo de Napoleón después de 1800 habían adquirido ya su fama bajo Luis XVI, o incluso antes, bajo Luis XV. Para 1800, el estilo Luis XVI y el estilo Adam inglés se habían eclipsado excepto en las provincias más apartadas y en las colonias.


 

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