Pags. 132-147. “La critica radical y utópica”
La Ciudad Abierta en Ritoque, cercana a Valparaíso, es una de las experiencias contemporáneas con mayor capacidad de invención, basada en plantear formas abiertas y dispersas en el territorio: una ciudad sobre la arena, sin trazado y sin calles, que se expande trazando itinerarios y dibujando figuras poéticas y míticas en el entorno. En cada uno de los objetos que forman parte de este sistema predomina la forma de collage y montaje de materiales reciclados. En Ciudad Abierta van quedando docenas de creaciones dispersas; se extienden a lo largo de travesías iniciadas en 1965, que, como viajes marítimos, se han trazado por el interior de América, surcando el territorio.
La Ciudad Abierta fue fundada en 1970 por la Facultad de Arquitectura de Valparaíso mediante la creación de la Cooperativa Amereida. Cada edificio se basa en utilizar materiales locales y reciclados, articulados en formas orgánicas y manuales, expansivas y libres, partiendo estrictamente de las actividades y de los gestos, de la espontaneidad y del sentido común, cada una individual y a su vez, integrada en el lugar, buscando siempre un sentido escultórico, poético y singular. Los más destacables son la sala de música (1972-1981), los instrumentos musicales al aire libre, las instalaciones en el paisaje, las ágoras, las casas que se denominan hospederías, los talleres como el de los diseños (1987) y el de los prototipos (1990) y la Casa de los Nombres (1992), actualmente demolida. En la parte más nueva, situada en la colina, se sitúan las casas de los profesores, los restos del Palacio del Alba y del Ocaso (1982), nunca concluido la capilla y el cementerio (1976). Cada una de las intervenciones quiere conciliarse con la presencia sagrada, sublime y extensa del paisaje: por eso se parte de una voluntad de saber mirar el mundo y reflejar sus fenómenos en obras irrepetibles, casi hechas con las manos.
En el núcleo inicial de la Ciudad Abierta, que se sitúa sobre las dunas de la costa del Pacífico, predomina un conjunto de livianas y crecederas estructuras de madera ensamblada, llenas de la luz que se filtra por los lucernarios y henchidas por el viento que las atraviesa; trazados peatonales libres por las dunas; hospederías con los granos de arena deslizándose como minúsculas dunas por los suelos; formas que pueden mutar, que están semihundidas y que quedan unidas por las marcas en el terreno que incansablemente se rehacen y amplían mientras el escenario de la playa, el contexto de las dunas, va cambiando. En el trasfondo de la arquitectura que se enseña en Valparaíso se encuentra un humanismo de raíz católica interpretado de la manera más poética posible, que entiende la creación humana como "una ventana al horizonte", como un sistema de objetos construidos a partir del reciclaje que, poéticamente, van colonizando y señalando un territorio siempre inacabado, continuamente refundado.