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ANASAGASTI Y ALGÁN, Teodoro de

ANASAGASTI Y ALGÁN, Teodoro de

  • Arquitecto
  •  
  • 1880 - Bermeo (Bizkaia) Euskadi - País Vasco. España
  • 1938 - Madrid. España
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Arquitecto, dibujante, urbanista, profesor, académico, restaurador, escritor, gran viajero, articulista, editor … la figura de Teodoro de Anasagasti es una excepción en el panorama arquitectónico del País Vasco y un importante referente en los inicios de la arquitectura vanguardista española de principios del siglo XX.

Nacido en Bermeo (Vizcaya) procede de una familia humilde. Llega a Madrid en 1896 cuando tan sólo contaba con 16 años para realizar sus estudios de arquitectura. Paralelamente a estos estudios acudió a las clases de dibujo y pintura de la mano del pintor burgalés Marceliano Santa María que tanta importancia tuvo sobre todo en sus primeros años de formación y quehacer profesional, aunque dicha influencia permaneció prácticamente durante toda su vida. Su juventud coincide con la crisis de la Guerra de Cuba del 98 y el afán consiguiente de apertura al exterior y modernización del país, poseyendo desde joven un amplio sentido crítico que fue fundamental en el desarrollo de su futuro, con un renovado interés por lo nuevo y con una postura activa, luchadora, constante y comprometida.

Obtiene la titulación de arquitecto por la Escuela de Arquitectura de Madrid en el año 1906, para volver poco después a su pueblo natal, en donde es nombrado en 1907 Arquitecto Municipal teniendo la oportunidad de ejercer por primera vez su profesión. Tras tres años de estancia en su localidad natal, entre cuyas intervenciones desatacamos el Panteón Erezuma del cementerio de Mundaka y ante sus crecientes inquietudes en el terreno profesional y laboral, Anasagasti decide volver a Madrid y obtiene la beca de la Academia Española en Roma que durará desde 1910 hasta 1914. Comienza así una época muy importante en su vida que le marcará profundamente, época que corresponde al de reflexión y formación en el extranjero. Rememorando el Grand Tour de los artistas del XVIII, aprovecha dicha beca para recorrer prácticamente media Europa visitando Viena, Dresde, Leipzig, Hungría, Turquia, Bélgica, Inglaterra, Francia, teniendo a Italia y más concretamente Roma como base de su estancia. Una actividad de viajero que ya no abandonará nunca, contemplando, reflexionando, visitando, aprendiendo y también trabajando intensamente. Regresa a Madrid en 1915 y a la edad de 35 años contrae matrimonio con la hija de uno de los arquitectos más afamados por aquel entonces en la capital madrileña López Salaberry, uno de los mayores representantes del eclecticismo historicista.
Entra como profesor auxiliar en la Escuela de Arquitectura de Madrid en mayo de 1915, actividad docente que desarrollará paralelamente durante toda su vida con la actividad profesional, pasando por diversas Areas de Conocimiento, siendo nombrado catedrático de Proyectos y de Historia de la Arquitectura.

La experiencia profesional llevada a cabo como arquitecto en Bermeo, la posterior beca en el extranjero y su demostrada capacidad en las más diversas tareas del quehacer arquitectónico, hacen que fuese capaz de desarrollar una intensa actividad durante el resto de su vida, teniendo a la ciudad de Madrid como centro de operaciones.

El comienzo de su actividad arquitectónica está unido a la presentación de numerosos proyectos en distintos concursos, ganando entre otros la Casa de Correos de Málaga llevada a cabo entre 1917-1925, el Monumento a Cervantes y el Faro de Colón en Santo Domingo, quedándose estos dos últimos en el papel.

Su verdadera actividad arquitectónica comienza en 1918 y termina prácticamente en 1931, trece años de ejercicio profesional que nos vislumbran su figura como arquitecto, desarrollando proyectos de muy diversa índole: viviendas, casas de correos, iglesias, ensanches, edificios de espectáculos (fundamentalmente cines), ciudades jardín, restauraciones de edificios monumentales etc. Siguiendo la tendencia constructiva del país, le surgen toda una serie de encargos en distintos lugares de la geografía española, lo que hace que viaje constantemente; Mieres, Granada, Jerez de la Frontera, diversos puntos del País Vasco … para ejercer las distintas facetas relacionadas con su profesión. Simultáneamente en Madrid dirigió alguna obra importante junto a su suegro López Salaberry como la Iglesia Anglicana de Madrid (1924), los Almacenes Madrid-Paris, y la ampliación de la Prensa Española en el Paseo de la Castellana
.
El bermeano fue un hombre abierto a los nuevos lenguajes arquitectónicos. Anasagasti enseña, defiende e introduce el uso de los nuevos materiales en la arquitectura, como el del hormigón armado que aprendió en Europa, valorando de forma especial las cualidades ofrecidas por el nuevo material en la renovación del espacio interno de los edificios. Dicha defensa y utilización del hormigón armado la podemos apreciar especialmente en los cines que realiza en Madrid. Sin duda, uno de los más importantes legados de la obra de Anasagasti (desaparecido en buena parte), sea el que hace relación a las obras relacionadas con el mundo del espectáculo; cines, teatros, salas de baile. Desarrolla en relación a los cines una tipología propia, razonando distinta función que llevan a cabo estos nuevos centros de ocio en relación con los teatros, haciendo que su sencillez y orden se tradujeran en los mismos, como un claro acercamiento al Movimiento Moderno. Así los cines madrileños como el Real Cinema (1918-20), el Monumental Cinema (1922), El Cisne o Chueca, El Pavón (1925), junto a las reformas acometidas en el Príncipe Alonso, Fuencarral, el Gong etc. formaron parte de la interesante labor que desarrolló Anasagasti con esta nueva tipología. Definió la fisonomía del nuevo cine y buscó el tipo de materiales de construcción idóneos, asociando en los mismos, la explotación del potencial técnico y el expresivo del hormigón.

La faceta urbanística le interesó desde la época de becario en el extranjero, y fueron varias las aportaciones que podemos destacar en la obra de Anasagasti. Proyectó como arquitecto municipal de Bermeo un ensanche que no se llevó a efecto, creó los interesantes barrios de ciudad jardín de Lápice y Anaka en Irún (1925), llevó a cabo una serie de casas obreras en Mieres (Asturias), pero cuando pareció tener la mayor ocasión para llevar a la práctica sus aspiraciones a gran escala, fue en septiembre de 1924, con el proyecto de la elaboración del ensanche de la ciudad de Oviedo.

Desde el punto de vista estilístico existe en Anasagasti una dicotomía entre la actitud conservadora de carácter historicista, y la actitud renovadora de la nueva arquitectura, adaptándose y revelándose a lo largo de toda trayectoria profesional.

En sus primeros años podemos apreciar sin lugar a dudas una creciente influencia de las corrientes Art Nouveau y sobre todo de la Secesión Vienesa, que quedan especialmente reflejadas en Bermeo y Mundaca con el Panteón de Erezuma 1906-13. Sus magníficos dibujos de sueños monumentales integrados en el paisaje, llenos de fuerza expresiva con una firme monumentalidad de masas, también están en esta misma línea. Recordemos en este sentido el Cementerio Ideal presentado al Premio Nacional de Bellas Artes 1910, la Perspectiva del César Premio Nacional de Bellas Artes de 1911, el proyecto de Templo del Dolor, el Monumento en honor a Maria Cristina en la Isla de Santa Clara de la Bahía donostiarra (1913) o la Torre del Monte Urgull también en San Sebastián. La misma Fundación Rodríguez Acosta en Granada guarda todavía en la silueta y los volúmenes generales del conjunto la rotundidad y escenografía de los dibujos de esta primera época.

Pero al margen de estos inicios, manejó a lo largo de todas su producción arquitectónica diferentes lenguajes, siguiendo modelos internacionales y modelos eclécticos (en colaboración con su suegro López Salaberry) para algunos edificios madrileños, pero sin embargo fue regionalista cuando intervino en pequeñas ciudades de provincia. Pero su manera de entender lo moderno y lo popular resulta al menos curiosa. Para él ser moderno consistía en hacer una arquitectura sencilla y modesta, a veces incluso ingenua, guiada por los principios de la razón, llena de efectos variados y sorprendentes, asentada en el correcto uso de los materiales, alérgica a todo falseamiento y espontáneamente funcional, más que funcionalista. Él encontraba evidentes virtudes en la arquitectura popular. Su defensa del hormigón armado no se contradecía con esto, pues pretendía emplear este material con la sabiduría del constructor tradicional. Por tanto para Anasagasti ser regionalista era una forma de ser moderno, derivada de la atención al lugar y a las tradiciones, materiales y técnicas locales que aceptaban la vigencia de los siglos sin caer en tipismos ni rasgos folklóricos.

Ansagasti se interesó también y de forma notable, por la faceta relacionada con la restauración y conservación de los monumentos, como lo demuestra en sus intervenciones en la Capilla Real de Granada (1929) o en las obras que lleva a cabo en el Alcázar de Jerez. Dicha faceta restauradora fue potenciada más si cabe a través de la actividad desarrollada en la Academia de Bellas Artes, evitando demoliciones de edificios de gran valor histórico. Actividad que fue continuada en Madrid en los últimos años de su vida y en plena Guerra Civil española, al pertenecer a las Birgadas de Desescombro. Sus teorías en el campo de la restauración tuvieron los inicios en su estancia italiana, acercándose mucho a las modernas teorías de Lucas Beltrami y sobre todo del maestro de este Camilo Boito.

Pero ni la personalidad, ni el peso de Anasagasti en la arquitectura española podrían entenderse sin tomar en consideración junto con sus edificios y proyectos sus escritos. Ya como pensionado en Roma fue uno de los principales vehículos de difusión de las novedades europeas en España. Sus artículos aparecidos en La Construcción Moderna pusieron a disposición de los arquitectos los grandes temas de debate internacional contemporáneo. Su aportación resultó especialmente oportuna en unos momentos en que se había abandonado definitivamente las tendencias modernistas en España y existía un claro desconcierto sobre los rumbos que debía tomas la arquitectura en el futuro. Dentro de la diversidad de temas tratados, Anasagasti centra especialmente sus atención en aspectos relacionados con la vivienda económica, las construcciones industriales, las ricas impresiones mostradas con sus múltiples viajes, y los sistemas de enseñaza de la arquitectura.

Este último punto resultó ser de vital importancia en su faceta educadora que llevó a cabo en la Escuela de Arquitectura de Madrid, en donde trata de introducir la enseñanza de la arquitectura a las necesidades modernas y reorganizar las áreas artística y científica, potenciando la biblioteca y manteniendo contacto permanente con núcleos de artistas, higienistas, urbanistas, políticos, sociólogos y escritores. Lejos del espíritu que reflejaba la Escuela de Arquitectura como lugar poco dado al debate, con un espiritu caduco que da la espalda a las tendencias renovaroras, entendiende la arquitectura no como una faceta exclusiva de arquitectos, sino como algo que atañe de una u otra manera a toda la sociedad.

Hombre de gran capacidad de trabajo en el año 1927 Anasagasti toca su punto álgido en cuanto a prestigio y actividad. El vizcaíno era un personaje omnipresente en el panorama de la arquitectura española contemporánea. Tanto en sus conferencias como en sus variados libros y artículos, siguió siempre en primera línea participando en todos los debates y animando desde todos los foros a la lucha por la renovación de la enseñanza de la arquitectura o de la profesión.

Nombrado Presidente de la Junta Directiva de la Sociedad Central de Arquitectos, Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Participa en ponencias y comunicaciones sobre urbanismo y temas arquitectónicos por toda Europa
A partir del año 31 cuando comienzan a escasear los encargos importantes, funda y edita la revista ANTA, con el propósito de evitar en las cuestiones de arquitectura el excesivo profesionalismo, ofreciendo información de acontecimientos relacionados con la arquitectura internacional y nacional, junto a estas noticias temas más locales

En 1933 es nombrado director de la Revista Construcción Moderna, la más importante y con mayor tradición en el ámbito de la arquitectura española y la principal plataforma de opinión desde sus inicios profesionales. Dió charlas en un novedoso medio de comunicación como era la radio e imparte conferencias en el Ateneo de Madrid sede de la intelectualidad madrileña, llevando a efecto una importante labor de divulgación en el campo de la arquitectura.

Con todos estos precedentes no es extraño que Anasagasti sea considerado como uno de los padres de la arquitectura vanguardista española y figura clave para el discurso de la arquitectura española en el primer tercio del siglo XX, anticipando el conocimiento de experiencias iniciadas en Europa.

Teodoro de Anasagasti falleció de fiebres infecciosas en una clínica madrileña el 21 de Agosto de 1938, en plena contienda civil, cuando contaba con 58 años.

Arquitecto, dibujante, urbanista, profesor, académico, restaurador, escritor, gran viajero, articulista, editor ... la figura de Teodoro de Anasagasti es una excepción en el panorama arquitectónico del País Vasco y un importante referente en los inicios de la arquitectura vanguardista española de principios del siglo XX. Nacido en Bermeo (Vizcaya) procede de una familia humilde. Llega a Madrid en 1896 cuando tan sólo contaba con 16 años para realizar sus estudios de arquitectura. Su juventud coincide con la crisis de la Guerra de Cuba del 98 y el afán consiguiente de apertura al exterior y modernización del país, poseyendo desde joven un amplio sentido crítico que fue fundamental en el desarrollo de su futuro, con un renovado interés por lo nuevo y con una postura activa, luchadora, constante y comprometida.


 Obtiene la titulación de arquitecto por la Escuela de Arquitectura de Madrid en el año 1906, para volver poco después a su pueblo natal, en donde es nombrado en 1907 Arquitecto Municipal teniendo la oportunidad de ejercer por primera vez su profesión. Tras tres años de estancia en su localidad natal, entre cuyas intervenciones desatacamos el Panteón Erezuma del cementerio de Mundaka, y ante sus crecientes inquietudes en el terreno profesional y laboral, Anasagasti decide volver a Madrid y obtiene la beca de la Academia Española en Roma que durará desde 1910 hasta 1914. Comienza así una época muy importante en su vida que le marcará profundamente, época que corresponde al de reflexión y formación en el extranjero. Recorre prácticamente media Europa visitando Viena, Dresde, Leipzig, Hungría, Turquia, Bélgica, Inglaterra, Francia, teniendo a Italia y más concretamente Roma como base de su estancia. Una actividad de viajero que ya no abandonará nunca.


Regresa a Madrid en 1915 y a la edad de 35 años contrae matrimonio con la hija de uno de los arquitectos más afamados por aquel entonces en la capital madrileña López Salaberry, uno de los mayores representantes del eclecticismo historicista. Entra como profesor auxiliar en la Escuela de Arquitectura de Madrid en mayo de 1915, actividad docente que desarrollará paralelamente durante toda su vida con la actividad profesional. Su verdadera actividad arquitectónica comienza en 1918 y termina prácticamente en 1931, trece años de ejercicio profesional que nos vislumbran su figura como arquitecto, desarrollando proyectos de muy diversa índole: viviendas, casas de correos, iglesias, ensanches, edificios de espectáculos (fundamentalmente cines), ciudades jardín, restauraciones de edificios monumentales etc. Siguiendo la tendencia constructiva del país, le surgen toda una serie de encargos en distintos lugares de la geografía española, lo que hace que viaje constantemente; Mieres, Granada, Jerez de la Frontera, diversos puntos del País Vasco ...  El bermeano fue un hombre abierto a los nuevos lenguajes arquitectónicos. Anasagasti enseña, defiende e introduce el uso de los nuevos materiales en la arquitectura, como el del hormigón armado que aprendió en Europa, valorando de forma especial las cualidades ofrecidas por el nuevo material en la renovación del espacio interno de los edificios. Dicha defensa y utilización del hormigón armado la podemos apreciar especialmente en los cines que realiza en Madrid. Sin duda, uno de los más importantes legados de la obra de Anasagasti (desaparecido en buena parte)


Desde el punto de vista estilístico existe en Anasagasti una dicotomía entre la actitud conservadora de carácter historicista, y la actitud renovadora de la nueva arquitectura, adaptándose y revelándose a lo largo de toda trayectoria profesional. Ansagasti se interesó también y de forma notable, por la faceta relacionada con la restauración y conservación de los monumentos. Hombre de gran capacidad de trabajo en el año 1927 Anasagasti toca su punto álgido en cuanto a prestigio y actividad. El vizcaíno era un personaje omnipresente en el panorama de la arquitectura española contemporánea. Tanto en sus conferencias como en sus variados libros y artículos, siguió siempre en primera línea participando en todos los debates y animando desde todos los foros a la lucha por la renovación de la enseñanza de la arquitectura o de la profesión.


A partir del año 31 cuando comienzan a escasear los encargos importantes, funda y edita la revista ANTA, con el propósito de evitar en las cuestiones de arquitectura el excesivo profesionalismo, ofreciendo información de acontecimientos relacionados con la arquitectura internacional y nacional, junto a estas noticias temas más locales. En 1933 es nombrado director de la Revista Construcción Moderna, la más importante y con mayor tradición en el ámbito de la arquitectura española y la principal plataforma de opinión desde sus inicios profesionales. Con todos estos precedentes no es extraño que Anasagasti sea considerado como uno de los padres de la arquitectura vanguardista española y figura clave para el discurso de la arquitectura española en el primer tercio del siglo XX. Falleció de fiebres infecciosas en una clínica madrileña el 21 de Agosto de 1938, en plena contienda civil, cuando contaba con 58 años.


 


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