Págs.205-261.“La vanguardia figurativa”
La pura visibilidad. (Sichbarkeit).
Antes de iniciar nuestra incursión en la vanguardia figurativa será útil una llamada a varias teorías crítico-estéticas del XIX, a las que se referirán más o menos directamente muchas de las corrientes figurativas de nuestro siglo. Para recordar sólo las principales, de la misma manera que el Einfühlung (empatía o endopatía, fusión de visión y sentimiento que tiene lugar al proyectar el sujeto sus sentimientos sobre un objeto intuido) fue el soporte básico del Art Nouveau, del simbolismo, del futurismo, del expresionismo y de algunas versiones del abstractismo (pensemos en el informalismo), la pura visibilidad o Sichbarkeit basan o, mejor dicho es el método critico más adecuado para las tendencias constructivas, como el cubismo, el purismo, el neoplasticismo, el constructivismo, etc.
Habiéndonos ocupado ya del Einfühlung en el capítulo dedicado al Art Nouveau, aludiremos aquí a la teoría de quien, precedido por el musicólogo Hanslick, que había combatido la música de imitación de sonidos naturales propone estudiar las artes figurativas independiente de lo que representan, de sus «sujetos» históricos, narrativos o literarios; en otras palabras, de la pintura, la escultura y la arquitectura por sus valores formales, por su aspectos puramente visuales.
Fiedler ratifica el valor cognoscitivo del arte retomando un concepto kantiano, por el que las sensaciones llegan al espíritu cuando éste consigue darles una forma, es decir que tomamos consciencia de las sensaciones cuando las hemos traducido en configuraciones. Sin este acto formativo no podemos conocer la realidad y la naturaleza misma no puede tener una existencia independiente de nuestra consciencia cognoscitiva, Así pues, al lado del conocimiento que se obtiene mediante el lenguaje hablado y el método de la ciencia, existe un conocimiento de la realidad a través de las formas visuales del arte. De este punto fundamental se deduce que la naturaleza de por sí no dice nada al arte: se conocerá a través de la obra mediadora del artista. A este principio podemos atribuir el distanciamiento progresivo del arte y la naturaleza el fin de todo objetivo mimético, actitud que encontraremos casi como una constante en las principales de las vanguardias del siglo XX. En lugar de la imitación, se exige del arte una función de orden y de clarificación, características que pueden vincularse a los atributos de precisión y claridad propios de algunas corrientes de la vanguardia. Además, el carácter cognoscitivo y autónomo del arte (que es al tiempo forma y contenido, no se expresa más que a sí mismo) se asocia a la función productiva de la actividad artística. El artista, escribe Fiedler, «no abandona su visión hasta que en todas sus partes no se ha convertido en una intuición clara de su propio espíritu, es decir, hasta que no ha alcanzado una existencia plena y necesaria. Este es el grado más alto con el que puede impulsar su conocimiento productivo. Coinciden entonces la necesidad y una claridad perfecta». En otra parte afirma: «El arte (...) tiene el gran cometido de contribuir a la objetivación del mundo; éste es su único fin». Los términos objetivación, necesidad, claridad, función productiva y otros parecidos volverán a encontrarse, aunque quizá con otros significados e intenciones, tanto en las corrientes figurativas de tipo geométrico como en las corrientes arquitectónicas paralelas del protorracionalismo y del racionalismo.