Págs. 109-116.“Futurismo. El manifiesto fundacional”
La fundamental importancia del futurismo en el desarrollo de las teorías modernas del diseño reside en sus características principalmente ideológicas, orientadas antes hacia actitudes mentales que hacía métodos formales y técnicos, si bien esas actitudes mentales ejercieron a menudo influencia como vehículos en la transmisión de métodos formales y técnicos cuya invención no corresponde, en un principio al movimiento futurista.
La nueva orientación ideológica de los futuristas puede apreciarse ya en el Manifiesto fundacional, publicado en Le Figaro el 20 de febrero de 1909. Este manifiesto fue obra exclusiva de Filippo Tomaso Marinetti, fundador y animador continuo del Movimiento Futurista. Si bien redactado originalmente en francés (Marinetti se había graduado en los cursos de Letras de la Sorbona) y únicamente traducido con posterioridad al italiano, fue al parecer escrito en Milán y es, por cierto, esencialmente autobiográfico 1. Consta de tres partes, sin títulos separados, pero distintas en cuanto a estructuras y estilo. La primera (o Prólogo) es narrativa; la segunda expone en forma de lista un programa de acción y creencias; la tercera es un Epilogo reflexivo...
... Se trata de algo mas que el mero desprecio romántico por los viejos, así como todo el Manifiesto es algo más que la juvenilia provisional que muchos han querido ver en él. Como puede advertirse, por el solo hecho de ser joven, de ser al mismo tiempo un intelectual cosmopolita por formación y un patriota provinciano por disposición, Marinetti pudo encarnar el sentimiento generalizado de disgusto hacia lo viejo y de ansia por cosas nuevas, y darles una orientación positiva y punto de apoyo en el mundo de los hechos; con sus manifiestos, Marinetti lanzo a su generación a las calles, a fin de revolucionar la cultura, tal como los manifiestos políticos, de los cuales tomo la forma literaria, habían lanzado a los hombres a la calle para revolucionar la política.
Págs. 117-131. "Futurismo. Teoría y evolución".
La actitud de Marinetti en el Manifiesto fundacional era la actitud de un poeta, adoptada en beneficio de otros poetas. La respuesta que suscitó fue inmediata, y antes de tres años había aparecido un tipo característico de lírica futurista, escrita en cortos vers libres emparentados con la poesía francesa de las postrimerías del siglo XIX, y que tenía por temas l'Elettricità (Luciano Fulgore), A un Aviatore (Libero Altomare), Il Canto della Città di Mannbeim (Paolo Buzzi), etc. La revista Poesía y las actividades editoriales de Marinetti fueron los vehículos principales de la producción literaria futurista.
Ya en 1909, sin embargo, un poema de Buzzi dedicado a Umberto Boccioni comienza:
Érige les constructions massives pour la ville future. Qu'elle s'élève dans le ciel libre des aviateurs
lo cual indica que el círculo de Poesía estaba ya en contacto con artistas plásticos y que entre ellos circulaba uno de los grandes temas futuristas, la Ciudad del Mañana. Según las memorias de Benedetta Marinetti, el mismo mes en que se publicó el Manifiesto fundacional, Marinetti conoció a Umberto Boccioni, a Carlo Carrà y a Luigi Russolo; ese mismo año conoció también a Giacomo Balla. Estos cuatro artistas, con la adhesión de Gino Severini, constituyen el núcleo principal de pintores futuristas que firmaron conjuntamente el Manifiesto de los pintores futuristas (11 de febrero de 1910) y el Manifiesto técnico de la pintura futurista, publicado en abril del mismo año, en el «canónico» día undécimo (no menos de ocho manifiestos están fechados el undécimo día del mes).
Estos dos manifiestos dedicados a la pintura, y uno posterior sobre la escultura, constituyen los puntos básicos de partida para toda la actividad futurista en las artes plásticas. Pero es necesario considerarlos dentro de un complicado contexto que incluye, por un lado, la continuada actividad literaria de Marinetti (parte de la cual no se publicó de manera definitiva hasta después de aparecidos los dos manifiestos sobre pintura) y, por otra, el desarrollo pictórico de la escuela de París.
Existe, sin embargo, un intervalo antes de que este segundo contexto alcance plena, efectividad, pues sólo en 1910 Severini había estado en París y conocido de primera mano la pintura fauve y cubista. El Manifiesto de febrero es, en verdad, casi exclusivamente literario, si no político. Se llama a los jóvenes artistas de Italia a la rebelión contra el culto del pasado, esnob y carente de sentido. Otras naciones tratan a Italia como una Pompeya llena de sepulcros, enjalbegados, cuando Italia, en cambio, ha renacido: al Risorgimento político ha seguido el intelectual, etc. El documento es en su mayor parte obra de Marinetti, pero contiene cierta proporción de material nuevo, alguno de índole fundamentalmente profesional, otro de consecuencias estéticas más generales. El pasaje siguiente:
Tal como nuestros antepasados tomaron su inspiración del mundo de la religión que pesaba sobre sus almas, así nosotros debemos tomarla de los milagros tangibles de la vida contemporánea...
señala, por ejemplo, un enfoque más sutil del problema de la inspiración pictórica, transfiriéndola al mundo de las ideas, antes que al de los hechos visuales.
Sigue luego un ataque al oficialismo académico que no reconoce el talento de Segantini, Previati y Medardo Rosso, ataque cuyo significado va más allá de un aparente problema «sindical». Estos hombres representaban la tradición milanesa del modernismo, que culminó en los futuristas, y Medardo Rosso tenía para ellos particular importancia como innovador, tanto en la iconografía como en la técnica.
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Págs.205-261.“La vanguardia figurativa”
El futurismo. El futurismo, contemporáneo al cubismo, fue el primer movimiento de vanguardia propiamente dicho, y encarnó todas las características de ésta: la ruptura con el pasado, el maquinismo, el activismo, el belicismo, las actitudes provocadoras y profanadoras, el fetichismo por el Zeitgeist que, independientemente de la modernolatría, proclama una posición anticipadora del espíritu del tiempo futuro, de ahí el afortunado nombre del movimiento. El futurismo nace con el manifiesto de 1909, redactado por Marinetti y publicado en el Figaro de París, que considera los aspectos generales del movimiento. Siguiendo, en lo que concierne a las artes visuales, con el Manifesto dei pittori futuristi de 1910 y el de 1912, así como el Manifesto dell'architectura futurista de 1914, que es una reelaboración de un documento anterior escrito por Antonio Sant'Elia.
En pintura, el futurismo, partiendo del divisionismo, traduce en formas plásticas y en colores chillones los ideales y los mitos de la lucha total contra la tradición, del dinamismo, del mecanicismo, de la simultaneidad, etcétera, que caracterizan todo el movimiento. Cualquiera que fuese la investigación de cada uno de los pintores, todos (Boccioni, Carrà, Russolo, Balla, Severini) compartieron la tendencia a reproducir de la manera más explícita el sentido de la velocidad, mito de los mitos en su modernolatría. Mientras que los cubistas descomponían geométricamente los objetos para reconstruirlos con una nueva visión espacial, que si bien imaginada en cuatro dimensiones no arrancaba la imagen de su condición estática, los futuristas intentaban producir una imagen de la velocidad en acción, una especie de dinamograma de colores, rico a su vez de connotaciones simbólicas. Además de esto, la pintura y la escultura futuristas proscribieron cualquier tipo de carácter contemplativo; necesitan el observador en el centro de la imagen, su participación psicofísica en el discurso plástico, que, a su vez, es un enfrentamiento de líneas de fuerza. Como se ve, los futuristas se remontan a la cultura del Einfühlung, de la que tomaron directamente los términos.
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Págs. 87- 107."Expresionismo y futurismo”
La principal formulación teórica del movimiento fue el “Manifiesto técnico de la pintura futurista”, publicado en abril de 1910 y firmado por los pintores Umberto Boccioni (1882-1916), Carlo Carrá, Luigi Russolo, Giacomo Balla y Gino Severini.Este manifiesto trataba de adaptar los hábitos miméticos del arte a las tansformaciones epistemológicas provocadas por las matemáticas y la física del siglo XIX, especialmente en la representación del cambio y el movimiento. La teoría que presentaba era una especia de realismo subjetivo, profundamente influido – como lo estaba el expresionismo – por la filosofía estética alemana de finales del siglo XIX – buena parte de la cual se había traducido al italiano – así como la geometría no euclidiana la física de Einstein. La pintura – se afirmaba – no debía concebirse nunca más como la imitación de una escena exterior, sino como el registro de los estados mentales causados por dicha escena