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PEEL Lucy, POWELL Polly, GARRET Alexander., Introducción a la Arquitectura del siglo XX. CEAC. Barcelona, 1990.


Págs.25-31.“La tradición británica” 


A pesar de que la constante preocupación de los arquitectos en la Gran Bretaña de antes de 1914 se concentraba ante todo en encargos para la alta sociedad, en ese mismo período, el movimiento Garden City en Gran Bretaña estuvo a la cabeza de otros países europeos al ser los pioneros de viviendas para las clases trabajadoras, bien diseñadas y con entorno atractivo. Los fabricantes paternalistas habían conseguido ciudades para sus empleados en Bournville, Birmingham y Port Sunlight y Liverpool a finales del siglo XIX, pero lo que propuso Ebenezer Howard en 1898 era un programa lúcido de nuevas ciudades basadas en el desarrollo del campo, que conectaba con el espíritu del movimiento Arts & Crafts.


Bajo la influencia de Howard, Barry Parker y Raymond Unwin planearon Letchworth Garden City, comenzada en 1903, así como el Hampstead Garden Suburb, “de primerísima calidad” empezado en 1907, este último con la ayuda de Lutyens. Ambas urbanizaciones reproducían elementos de Webb y Shaw a gran escala, en filas de viviendas pintorescas de estilo cottage.


 No obstante, a pesar del sorprendente éxito inicial, la esperanza de Howard de que la gente abandonaría las ciudades superpobladas para volver a descubrir una existencia semirural autorregulada no iba a ser, años más tarde, ya en el presente siglo, tal y como él había pensado, sino que esta concepción arquitectónica permanecería como débiles castillos en el aire.


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 MONTANER J. M., La modernidad superada. Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX. G.Gili. Barcelona, 2002.


págs.25-58. “Espacio y antiespacio. Lugar y no lugar en la arquitectura moderna"


"No podemos olvidar que dentro de la arquitectura moderna existen dos tradiciones distintas y totalmente contrapuestas respecto a la relación entre arquitectura y paisaje: la de la ciudad-jardín de Ebenezer Howardy las primeras Siedlungen alemanas integradas en el paisaje, por una parte, y la que momentáneamente se impuso y triunfó, representada por el racionalismo, la nueva objetividad y Le  Corbusier con sus primeros planes urbanísticos, por otra. Esta tradición dominante se basaba en la omnipresencia de la arquitectura y en el poco respeto por las circunstancias ecológicas. La Carta de Atenas sería la máxima expresión de esta corriente racionalista y tecnocrática que ha servido de base para el urbanismo especulativo del capitalismo y para los tejidos residenciales sin atributos del que se denominó "socialismo real". De hecho, la recuperación de la idea de lugar también ha constituido una crítica a la manera cómo se ha realizado la ciudad contemporánea. Y la revalorización de la idea de lugar estaría estrechamente relacionada con el inicio de la recuperación de la historia y la memoria, unos valores que el espacio del estilo internacional-o antiespacio- rechazaba."


págs. 210. (Referencia a E. Howard y su propuesta de ciudad jardín, como antecedente de la arquitectura ecológica, con su crítica a la ciudad industrial y la idealización del campo....). "Los valores que se otorgaban a la ciudad y a la naturaleza se habían transformado radicalmente. Si durante la Edad Media y el Renacimiento la ciudad era garantía de protección, libertad y civilización respecto a la barbarie del bosque y la naturaleza - primitivos, salvajes y sucios-, a partir del barroco y del siglo XIX con la consolidación de la revolución industrial, la naturaleza es idealizada y sobre la ciudad, considerada el foco de todos los males sociales y sanitarios, se proyectan todas las críticas. Tanto las imaginaciones de los socialistas utópicos como la propuesta de la ciudad-jardín de Ebenezer Howard parten de la crítica a la ciudad industrial y de la idealización del campo".


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 MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008. 


págs. 64-89.   “Sistemas orgánicos” .


"Sin embargo, lo que nos interesa es averiguar cómo la búsqueda del organicismo se ha trasladado a la escala urbana, es decir, ¿qué propuestas y realizaciones irían en la dirección de una ciudad orgánica?. De hecho, la voluntad de aproximar la estructura de la ciudad moderna a las cualidades de la naturaleza ha recorrido todo el siglo XX. Posiblemente la idea que más se ha acercado a ella es la ciudad jardín propuesta por Ebenezer Howard. El esquema de ciudad jardín de Howard de 1898 es la primera gran formulación de un sistema complejo de objetos que intenta conciliar el mundo rural y el desarrollo industrial más avanzado. Howard propuso esencialmente diagramas que plasmaban un sistema de ciudades de forma circular y de un tamaño límite, conectadas entre sí por redes circulares, formas estrelladas y ejes radiales, dedicando a reservas forestales, campos de cultivo y parques todos los grandes espacios entre las ciudades y entre las líneas de comunicaciones basadas en transporte público. No es casualidad que un capítulo esencial de la formación autodidacta de Howard fuera su estancia en Estados Unidos, visitando sus parques, especialmente el Park System de Frederick Law Olmsted en Boston. Esta experiencia fue una de las inspiraciones de su ciudad jardín, de una ciudad más humana, planificada en su estructura y organizada en sistemas de parques y campos. La propuesta de ciudad jardín mantiene una misma relación tanto con la obsoleta ciudad tradicional como con la incipiente ciudad moderna; pues más allá de los tipos de ciudad existentes y junto a las propuestas del urbanismo moderno, la idea de la ciudad jardín ha sido la única nueva tradición urbana que se ha desarrollado paralelamente a la ciudad racional. Pero también es cierto que la visión de Howard no llegó a encontrar una plasmación adecuada y completa, sino diversas concreciones formales muy limitadas, que no estaban instrínsecamente en sus ideas y que de la mano de sus discípulos Raymond Unwin y Barry Parker condujeron a la experiencia de los suburbios jardín con casas unifamiliares.


Autores tan diversos como Pattrick Geddes, Ebenezer Howard, Frank Lloyd Wright o Lewis Mumford tuvieron en común la búsqueda de una ciudad viva, el intento de conciliar lo urbano con lo agrario, el pensamiento de la ciudad y el territorio desde el equilibrio medioambiental y la defensa del naturalismo, la tendencia hacia la planificación regional y el recurso a las morfologías orgánicas de los ecosistemas."


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MONTANER J.M. MUXI Z.,  Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011. 


Págs. 27-78.“Historias”


LAS TRADICIONES ALTERNATIVAS DE VIDA COMUNITARIA EFECTOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN EN LA GESTIÓN DOMÉSTICA


La reflexión de la vivienda como espacio de producción llevó a mujeres de clase media, especialmente en Estados Unidos, a estudiar la casa desde la productividad, aplicando conocimientos y sistemas de mediciones procedentes de la industrialización. Esta aplicación dio lugar a lo que luego se denominaría como economía doméstica: el estudio de la casa, especialmente la cocina, como un espacio de producción taylorista donde la cadena de montaje está formada por una única operaria que realiza de manera eficiente, coordinada y pautada las distintas fases de dicha cadena. Se comienza una fase de conocimiento científico de las tareas del hogar, en especial aquellas que se refieren a la preparación de alimentos; se miden alturas, distancias y recorridos para hacerlas eficientes y científicas (este adjetivo final es de gran importancia). A lo largo de la historia moderna se intenta equiparar la casa, especialmente la cocina, con un laboratorio, con un espacio especial del que la mujer puede estar satisfecha y sentirse orgullosa. Se trata de travestir una obligación del papel del género en algo deseado, equiparable con el trabajo de una fábrica. Sin embargo, la condición remunerada de esta tarea ha hecho que esta sea invisible y que esté infravalorada, al tiempo que los trabajos de las mujeres en el ámbito productivo se han considerado minoritarios, ajenos a su rol.


Existe otra perspectiva de la aplicación de la industria en beneficio de las tareas productivas, aquella que, a partir de 1860 en Estados Unidos, lleva a algunas mujeres a pensar lo que se denominarán estrategias vecinales que comparten dichas tareas. A partir de esta posición se produjeron dos variantes; una más radical que propondría externalizar completamente dichas tareas de vivienda para que se convirtieran en parte del trabajo productivo, tareas remuneradas que desarrollarían tanto mujeres como hombres; y otra más aceptada, al ser la que menos cuestiona el sistema patriarcal vigente, que trata de organizarse en cooperativas de ayuda mutua donde las tareas siguen siendo realizadas por mujeres, sean amas de casa o esposas, donde trabajar comunitariamente les permita acceder a una tecnología que no estaba al alcance de casa individualmente. En cualquier caso, ambas propuestas buscan el uso eficiente de recursos, de tiempo y de energía.


Aparecen entonces propuestas como la de los estadounidenses Malusina Fay Pierceen 1868 de un barrio formado por 28 casas sin cocinas que compartían espacios comunitarios, donde las tareas domésticas se centralizaban gracias a las mejores infraestructuras industrializadas. Estos espacios albergarían principalmente zonas de cocina, costura, lavado de ropa y cuidado de los hijos, todo hecho en régimen cooperativo. A pesar de que nunca se llegó a efectuar una propuesta práctica, sus textos tuvieron una amplia difusión e intentaron ponerse en práctica a su llegada a Inglaterra.


Entre otros defensores de esta opción comunitaria para la vivienda, se encontraban Ebenezer Howard, quien planteó la necesidad de incorporar en las ciudades jardín la vivienda de en sistema cooperativo con cocina pública profesionalizada y compartida y comedores comunitarios. La voluntad de Howard era atender a las particularidades de sus futuros habitantes proponiendo casas unifamiliares sin cocina en los denominados quadrangles (organizaciones de pequeños apartamentos alrededor de un patio, a modo de claustro) que como mínimo compartían un espacio dedicado a cocina y comedor y un sistema cooperativo de mantenimiento.


Tal y como ha escrito Dolores Hayden: “El máximo defensor de la vivienda cooperativa en Inglaterra, Ebenezer Howard, que admiraba a los reformadores estadounidenses como Edward Ballamy y María Howland(…) en 1889 ayudó al British Nationalist Club a preparar los planes para un experimento utópico en Essex. Las notas para el proyecto de esta colonia, publicada en Nationalization News en 1893 ,se convirtieron cinco años después en un libro Ciudades jardín del mañana.. Howard y sus socios Raymond Unwin y Barry Parker desarrollaron la Cooperative Quadrangle, donde las tareas domésticas eran compartidas por una cooperativa de inquilinos, como la unidad básica residencial de una ideal ciudad jardín. Finalmente, en 1909 Howard pudo conseguir en la ciudad jardín de Letchworth la construcción de Homesgarth, 32 apartamentos sin cocina en cooperativa “que hacían incapié en su innovación como una respuesta pragmática a la cuestión de los sirvientes y a la cuestión de la mujer, cuando se dirijían a clientes de clase media. En 1913 Howard y su mujer se trasladaron a vivir en este conjunto.


Págs. 115-158.“Metrópolis”


LOS SUBURBIOS Y LAS URBANIZACIONES CERRADAS


            Por último, una parte esencial de la ciudad global queda definida por los conjuntos residenciales cerrados, que adoptan situaciones, morfologías y tipologías muy definidas, y que son una continuación de la tradición antiurbana del suburbio, desarrollada tras la lI Guerra Mundial.


            Una parte de la población de las grandes ciudades, ya sean de países desarrollados o en desarrollo, generalmente aquellos que no valoran la memoria urbana ni comprenden que la esencia de la ciudad en la diversidad elige vivir fuera de las ciudades en los mal llamados barrios o comunidades cerradas, mal llamados puesto que solo son urbanizaciones y no tienen las cualidades de un barrio ni de una comunidad. Se trata de una especie de no lugareso espacios sin memoria, de acceso restringido, que constituyen vulgarizaciones de una vida feliz, utópica y sedada, donde se ha eliminado lo incierto y lo imprevisible. Pretendido oasis de calma y seguridad, a ellos no pueden acceder los miembros de otras culturas y de menos recursos económicos. Una vida edulcorada y falsa en un lugar donde todos pretenden ser iguales. Dicho fenómeno se extiende por todo el planeta, desde Estados Unidos, México o Chile hasta la India o los Emiratos Árabes.


Las raíces y consecuencias del suburbio han sido ampliamente analizadas. En su libro Las estructuras sociales de la economíaPierre Bourdieuexplica la estrategia promovida por Albin Chalandon, ministro de Infraestructuras de Francia en 1968, para conseguir que el Estado se retirara del sector de la construcción gracias al desprestigio de la vida en bloques y edificios colectivos para, a partir de 1969, promocionar concursos internacionales de casas unifamiliares de acuerdo con las empresas del sector. En su libro Vida urbana e identidad personalRichard Sennett demuestra que la razón más profunda de la aparición del suburbio es la voluntad de intensificar los lazos de la familia tradicional como microcosmos en una vida tranquila y sin conflictos, en un escenario homogéneo, ajeno a la diversidad urbana.


            Efectivamente, la vida en el suburbio o en la urbanización cerradaes solo para la familia nuclear tradicional y excluye a quienes son diferentes: personas que viven solas, parejas gais, parejas sin hijos, parejas mayores, jóvenes, separados; en definitiva, todos aquellos que no viven en una estructura familiar convencional, las nuevas familias o los nuevos tipos de unidades de convivencia. Lewis Mumford explicó los efectos negativos del esparcimiento de los suburbios tras haber abandonado la lógica del transporte ferroviario y haberlo sustituido por el tráfico privado del automóvil que permite extender, sin límites, las carreteras y la urbanización por el territorio. También Jane Jacobs reivindicó la vida urbana de la ciudad densa frente a la vida en el suburbio, una vida que se había promocionado a base de desprestigiar la ciudad histórica


            Paradójicamente, las urbanizaciones cerradas contemporáneas adoptan las morfologías de la ciudad jardín, realizando en forma de suburbio degradado la utopía de la ciudad con anillos verdes de Ebenezer Howard. Estas comunidades cerradas pretenden seguir criterios ecológicos de sostenibilidad, organizándose en torno a lagos artificiales, campos de deporte o pistas de golf, previa eliminación en el lugar de todo rastro de manto vegetal, de la vegetación autóctona y antigua y del agua preexistente, unos mecanismos totalmente carentes de autenticidad, pues ningún logro en la dirección de la sostenibilidad puede pasar por crear guetos para élites donde se pretenda eliminar la contaminación trasladándola a sus confines.


            Si la esencia de la ciudad es su carácter público, al convertir partes de ella en privadas, esta deja de tener su función y se convierte en una aberración. En realidad, esta negación de la ciudad existente como lugar para la vida pública no es más que un espejismo; el trabajo, la educación, el ocio y el suministro siguen dependiendo de la gran ciudad que se ha abandonado.


            Por otro lado, la búsqueda de referencias históricas mitificadas a la hora de realizar las viviendas se contradice con la imagen de los lugares de trabajo. Mientras los centros terciarios, conformadores de este urbanismo tardocapitalista, adoptan las formas de la alta tecnología, la vivienda adopta una imagen tradicional, aunque ambas se basen en el máximo control tecnológico. Paradójicamente, la tecnología como base de una vida urbana en constante mutación elige para el hábitat una imagen bucólica, intemporal y de falso pasado. Por ello, las tipologías arquitectónicas que se utilizan remiten a la nostalgia arcádica de casitas unifamiliares primitivas-bien sean de madera, ladrillo u hormigón, o vernáculas, victorianas o mediterráneas todo ello bajo el control férreo de un contrato mercantil donde se recortan las libertades y se establecen los derechos de cada quien, incluidas las recomendaciones formales para las viviendas.


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FUSCO Renato de ., Historia de la arquitectura Contemporánea. Ed. Celeste. Madrid,1992.


Págs.11-64.“El Eclecticismo Historicista” 


Contemporánea a las reformas propuestas por Owen es la teoría económico-urbanística de Charles Fotrier, que hace hincapié en una comunidad obrera más cerrada, gobernada por rígidas normas de vida, cuyos dividendos se habrian repartido proporcionalmente a la capacidad de trabajo de cada uno de los miembros. La actuación urbanística del complejo esquema teórico de Fourier se confiaba a la construcción de un gran edificio para 1.620 habitantes, el falansterio, una especie de residencia moderna provista de locales y servicios comunes, como cocinas, lavanderías, instalaciones centralizadas, etc. El utópico edificio de Fourier se realizó, con las oportunas modificaciones, en la segunda mitad del siglo, por un industrial progresista, Jean-Baptiste Godin, en los alrededores de su fábrica de Guisa. Mientras que en el falansterio los habitantes estaban divididos por edades en el edificio más modesto de Godin tienen los alojamientos familiares tradicionales, de aquí el nombre de familisterio que se le ha dado al conjunto, que conserva, sin embargo, la centralización del modelo originario. Entre los motivos del éxito de este experimento, basado económicamente también sobre el sistema cooperativista, está la dependencia directa del núcleo residencial respecto de la fábrica y, por tanto, la actividad industrial específica de todos los habitantes. Siguiendo el esquema de Godin, el beneficio de esta organización comunitaria se dividía en cuatro partes: retribución de los trabajadores, intereses del capital, derechos de los inventores y fondo de seguridad social. Pero, aparte de estas innovaciones de carácter económico, con el familisterio de Guisa estamos ya en presencia del fenómeno de las company towns, es decir, de los núcleos de casas obreras realizadas en los alrededores de algunos asentamientos industriales importantes. Bien por motivos filantrópicos, bien, como ya se ha observado, para mejorar el rendimiento de los trabajadores, se fundó en 1853 el núcleo de Saltaire para una industria lanera, en 1859 el ya citado de Godin, en 1863 el de Krupp en Essen, en 1887 el barrio de Port Sunlight para la industria de jabones Lever, en 1895 el centro residencial Bournville del fabricante de chocolate G. Cadbury, etc. Algunas de estas últimas iniciativas se asocian o se insertan directamente en el movimiento de la ciudad- jardín promovido por Ebenezer Howard, sobre el que volveremos con otro párrafo del presente capítulo. >> Para que una urbanística moderna pudiera ser útil, era necesario un cambio económico además de una buena administración e iniciativa filantrópica como presentaba Robert Owen, pero que era inviable en un sistema liberal. Sin embargo sus ideas de asentamientos urbanísticos semirurales, paralelogramos, dieron pie a un nuevo concepto; company towns donde se intentaba mejorar el rendimiento industrial de los trabajadores....


... Al movimiento de Art and Crafts, finalmente, asocia Zevi la obra de Ebenezer Howard por la fundación de la ciudad Jardín, que puede considerarse un hito de la cultura urbanística moderna. En el libro Tomorrow a Peaceful Path to Real Reform de 1898, editado cuatro años después con el título Garden Cities of Tomorrow, parte Howard del contraste creado entre el campo y la ciudad industrial, enumera ventajas e inconvenientes de uno y otra, llegando a la conclusión de que es posible fundir los aspectos positivos de ambas en un tipo particular de asentamiento que define como ciudad-jardín. Se trata de una comunidad de 30.000 habitantes que ocupa un área edificable de 400 hectáreas, rodeada de una campiña de cerca de 2.000 hectáreas, igual a cinco veces la superficie del centro habitado. Alejada de esta forma de la gran ciudad, con la que, sin embargo, está directamente relacionada, la ciudadjardín representa una unidad urbanística autosuficiente en cuanto que la actividad industrial que se desarrolla y el terreno agrícola que se cultiva están proporcionados al número de habitantes que allí residen. La propiedad del área está adscrita a una sociedad anónima sin ánimo de lucro, que cede los terrenos edificables en régimen de alquiler por tiempo limitado, mientras que las instalaciones laborales son de empresas municipalizadas o cooperativas. En base a este esquema teórico, pero estudiado analítica y prácticamente —tanto que, como escribe Astengo, “la utopía urbanística de Howard es el único de las sistema propuestos en el siglo xix que se convirtió en realidad y demostró una flexibilidad suficiente para adaptarse con el tiempo a las exigencias de un desarrollo planificado a gran escala” -—se realizaron la ciudad-jardín de Letchworth, iniciada en 1902 con proyecto de Parker y Unwin, y la de Welwyn, comenzada en 1919 con proyecto de L. de Soissons.


Otros muchos asentamientos seguirán el modelo de Howard en varios países, más o menos fielmente, mientras que el tema teórico de la ciudad-jardín ha sido el centro del debate urbanístico, representando una de las propuestas alternativas a la gran ciudad industrial. Con este propósito, nos limitaremos a recordar que, más allá del utopismo decimonónica, del neogótico, del espíritu más de Ruskin que de Morris de la obra de Howard, es decir, de una última manifestación del eclecticismo historicista, la idea de la ciudad-jardín da comienzo a la tendencia urbanística que, recogida por Geddes, Mumford, Gutkind y otros, auspicia el redimensionamiento de las metrópolis en beneficio de los asentamientos autosuficientes orgánicamente dispuestos en un territorio regional más amplio.


"De los movimientos modernos nació la idea de la Ciudad-jardín, que tiene origen en las primeras ideas sobre viviendas bien acondicionadas fuera de la ciudad; intentando crear así un vínculo, que se pensaba lejano, entre el campo y la ciudad. Esta nueva ciudad compartirá las dos realidades de la industria y terreno agrícola, siendo así una unidad urbanística autosuficiente. Siendo así una alternativa contra la gran ciudad industrial."


Págs.351-381 . “La arquitectura orgánica“


Si descartamos la distinción de Giedion, demasiado simplista, de que «a través de la historia se perpetúan dos tendencias distintas -una hacia lo racional y geométrico, otra hacia lo irracional y lo orgánico». Intentaremos definir en un primer momento las características invariantes de la arquitectura orgánica...


... Es posible desarrollar un debate sobre esta corriente (organicista) sin considerar inicialmente la aportación de estos dos maestros (Aalto y Wright), como lo demuestra el hecho de que se ha hablado de organicismo con mucha anterioridad y con Independencia de la aparición de Wright. 


En efecto, y sin necesidad de remontarse a León Battista Alberti, a Vasari o a Burckhardt, toda la cultura estética, critica y teórica de la arquitectura europea de finales del XIX y comienzos del XX está impregnada, en mayor o menor medida, de organicismo. También es orgánica, en un sentido amplio del término que comprenda el design y la urbanistica, la línea de pensamiento que parte de Ruskin y Morris, participa en la cultura del Einfühlung (la abstracción), recibe con Wright su más alto momento expresivo, que engrosa la contribución de la escuela escandinava y sirve de base la corriente urbanística que desde Howard, pasando por Geddes, alcanza hasta Mumford. Por tanto, sin representar el paralelo romántico del racionalismo, como ha sido erróneamente interpretado por algunos, la arquitectura orgánica constituye una actitud cultural peculiar y autónoma, cuyos signos se manifiestan antes, durante y después del período racionalista."


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.  


 


Págs. 20-28.“Transformaciones territoriales: evolución urbana, 1800-1909”


 


El tráfico ferroviario a mucha menor escala, por tranvía o por tren, iba a ser el principal factor determinante de los dos modelos alternativos de la ciudad jardín europea. Uno de estos modelos era la estructura axial de la ciudad lineal, descrita originalmente por su creador, el español Arturo Soria, a principios de la década de 1880; y el otro era la ciudad jardín concéntrica, que se presentaba circundada por ferrocarril en el libro Tomorrow: A peaceful path to real reform (1898), del inglés Ebenezer Howard. Mientras que la ciudad lineal de Arturo Soria, dinámica e interdependiente, comprendía, según sus propias palabras en 1882, "una sola calle de 500 m de anchura y de la longitud que fuese necesaria... "una ciudad cuyos extremos pueden ser Cádiz y San Petersburgo, o Pekín y Bruselas", la Rurisville de Howard, estática pero supuestamente independiente, estaba rodeada por las vías férreas y, por tanto, su tamaño estaba fijado en un máximo de entre 32.000 y 58.000 personas. Mientras que el modelo español era inherentemente regional, indeterminado y continental, la versión inglesa era autosuficiente, limitada y provincial. La 'médula espinal del movimiento' descrita por Arturo Soria incorporaba, además del tráfico, los servicios esenciales de la ciudad decimonónica (agua, gas, electricidad y alcantarillado), y era compatible con las necesidades de distribución de la producción industrial del siglo XIX.


 


Aparte de ser la antítesis de la ciudad de planta radial, la ciudad lineal era un medio para construir a lo largo de una red triangular de rutas existentes que conectaban un conjunto de centros regionales tradicionaies, Aunque el proyecto diagramático de la ciudad de Howard como una población satélite situada en medio del campo era igualmente regional, la forma de la propia ciudad era menos dinámica. Siguiendo el modeIo de la desventurada asociación de Ruskin, -la St. George's Guiid, fundada en 1871, Howard imaginaba su ciudad como una comunidad de ayuda mutua económicamente autosuficiente que produciría justo para satisfacer sus propias necesidades. La diferencia entre estos modelos de ciudad radica finalmente en las actitudes básicamente distintas que adoptaban con respecto al tráfico ferroviario. Mientras que la Rurisviile de Howard estaba pensada para eliminar ei trayecto hasta el trabajo —quedando el ferrocarril reservado para las mercancías, no para las personas— la ciudad lineal estaba expresamente proyectada para facilitar la comunicación.


 


Con todo, la ciudad jardín inglesa, en su forma modificada, llegó a ser adoptada más ampliamente que el modelo lineal promocionado por la Compañía Madrileña de Urbanización de Arturo Soria, que sólo construyó unos 22 km del'collar' de 55 km de longitud proyectado para la circunvalación de Madrid. El fracaso de este único ejemplo condenó a la ciudad lineal a tener un futuro más teórico que práctico, y en ese mismo plano se mantuvo desde las ciudades lineales rusas de finales de la década de 1920 hasta las tesis urbanísticas del ASCORAL, publicadas originalmente por Le Corbusier en su libro Les trois établissementes humaines en 1945.


 


 La interpretación radical de los diagramas originales de Howard —reflejada en el trazado de la primera ciudad jardín, Letchworth, en Hertfordshire, comenzada en 1903— inauguró una nueva fase, inspirada en Sitte, del movimiento inglés de la ciudad jardín.


 


... El pensamiento urbanístico de Garnier quedó expresado en sus Grands Travaux de la Ville de Lyon en 1920, en sus mataderos de 1906-32, en el hospital Grande Blanche de 1909-30 y su barrio Etats Unis, diseñado en 1924 y construído en 1935. Cada uno de estos complejos equivalía a una ciudad en miniatura que reafirmaba a través de sus instalaciones la soberanía de la ciudad como fuerza civilizadora, misión para la que la ciudad jardin anglosajona tenía escasa capacidad. 


 


Pág. 106. A diferencia de la ciudad-jardín modelo de Ebenezemer Howard 1898, que fue realizada como una estrategia de ampliación de Lechworth Garden City el año 1903, difícilmente cabría referirse a ella como modelo probado. De hecho, estas dos alternativas no podían ser más opuestas ya que en tanto la Cité de Garnier era inherentemente expandible y disfrutaba de una cierta autonomía gracias a basarse en una industria pesada, la Rurisville de Howard estaba limitada en tamaño y era económicamente independiente, debido a estar basada en industrial ligera y una agricultura pequeña de escala. Y en tanto que la cité de Garnier, junto con el proyecto de Jaussely para Barcelona en 1904, influiría los modelos de planificación teórica creados durante la primera década de la Unión Soviética, el esquema de Howard conduciría a una proliferación reformista de comunidades tipo “ciudad-jardín” y por último al igualmente paredigmático programa New Town que surgió en Inglaterra después de la II Guerra Mundial. ...


 


... El largo proceso desarrollado en la arquitectura del siglo XIX va a estar marcado, en primer lugar, por un intento de adecuación constante a la cada vez más urgente demanda de una sociedad –la regida por la revolución industrial y progreso- necesitada de nuevos planteamientos constructivos y urbanísticos. Nunca hasta esta centuria el sentido de funcionalidad en lo arquitectónico tomará una directriz tan preeminente en los proyectos que se llevarán a cabo. Habrá que reconsiderar los materiales conocidos y se tendrá que experimentar y estudiar los nuevos: el hierro, el cristal, al acero, el hormigón armado, etc., pasarán a constituir los elementos integrantes que harán posible la expresión de los diferentes movimientos y tendencias que se producen. El caso inglés no supone en puridad ninguna vuelta ni acción forjada a tendencias imitativas, ya que en este país lo gótico, más o menos soterrado, pervive a lo largo de los siglos. Tras un primer periodo pleno de pintoresquito en el que alternan las fórmulas clásicas con elementos góticos, a partir de los inicios del segundo tercio de la centuria el neogótico irrumpe en la arquitectura inglesa con fuerza extraordinaria...


 


pág. 27-28. "La ciudad lineal versus la ciudad jardín….El tránsito sobre raíles a una escala mucho menor, mediante tranvía o tren, sería el principal determinante de los dos modelos alternativos de la ciudad jardín europea. Uno fue la estructura axial de la ciudad jardín-lineal española, descrita por  vez primera por su inventor Arturo Soria y Mata a principios de 1880, y el otro la ciudad jardín concéntrica inglesa, presentada como circunnavegada por el rail en la obra de Ebenezer Howard Tomorrow….Allí donde la dinámica e interdependiente ciudad lineal de Soria y Mara comprendía, en sus propias palabras de 1882, “Una sola calle de unos 500 metros de anchura y de la longitud que pueda resultar necesaria… (una ciudad) cuyos extremos puedan ser Cádiz o San Petesburgo, o Pekin o Bruselas”, la estética aunque supuestamente independiente “Rurisville” de Howard, quedaba circundada por su tránsito ferroviario y por tanto fijada en un tamaño óptimo entre 32.000 y 58.000 habitantes. Allí donde el modelo español era inherentemente regional, indeterminado y continental, la versión inglesa era autónoma, limitada y provincial. Soria y Mata describía sus “vértebras de locomoción” como contenedoras, además del tránsito, de los servicios esenciales de la ciudad del siglo XIX – agua, gas, electricidad, alcantarillado – compatibles con las necesidades de distribución de la producción industrial del siglo XIX.


 


Sin embargo la ciudad jardín inglesa es su forma modificada de la que llegó a ser ampliamente adoptada, mas que el modelo lineal patrocinado por la Compañía Madrileña de Urbanización de Soria y Mata, que sólo construyó unos 22 Km del largo collar de 55 Km originariamente proyectado para rodear Madrid. El fracaso de este ejemplo único, condenó a la ciudad lineal a un futuro más teórico que práctico, y a este nivel persistió desde las ciudades lineales rusas de finales de los años veinte hasta la tesis planificadora de ASCORAL, de Le Corbusier, publicada por vez primera en 1945, con el título Les trois établissements humains.  El pensamiento urbanístico de Garnier quedó expresado en sus Grands Travaux de la Ville de Lyon en 1920, en sus mataderos de 1906-32, en el hospital Grande Blanche de 1909-30 y su barrio Etats Unis, diseñado en 1924 y construido en 1935. Cada uno de estos complejos equivalía a una ciudad en miniatura que reafirmaba a través de sus instalaciones la soberanía de la ciudad como fuerza civilizadora, misión para la que la ciudad jardin anglosajona tenía escasa capacidad. 


 


Págs. 42-50.“Noticias de ninguna parte. Inglaterra, 1826-1924”.


 


La evolución del movimiento de la ciudad jardín en la última década del siglo estuvo estrechamente ligada al desarrollo del movimiento Arts and Crafts. Tal como la presentó Ebenezer Howard en 1898, la política social de la ciudad jardín combinaba la dispersión urbana con la colonización rural y el gobierno descentralizado. Como complemento del movimiento cooperativo, defendía que esa ciudad deberla extraer sus rentas de una equilibrada combinación de industria y agricultura. Howard postulaba el apoyo de los sindicatos en la financiación del alojamiento, la propiedad cooperativa de la tierra, la planificación global y una reforma moderada. Fijó en 32.000 habitantes el tamaño óptimo de la ciudad jardín, que estaría limitada en su crecimiento posterior por un cinturón verde de aislamiento. Cada ciudad habría de estar situada regionalmente como un asentamiento satélite y unida a un centro importante por medio de un ferrocarril. De este modo, la ciudad jardín venía a complementar los continuos intentos de mejorar, mediante la reforma social, las condiciones de vida y trabajo del proletariado industrial. A su regreso de Estados Unidos en 1876, Howard ya estaba ligado a esos círculos socialistas frecuentados por Bernard Shaw y Sidney y Beatrice Webb, un grupo que más adelante, ya como socialistas 'fabianos' rechazaría inicialmente la idea de la ciudad jardín. La postura de Howard, de acuerdo con el espíritu aunque no con la letra del fabianismo, era al tiempo práctica y paliativa.  


 


El propio título de su libro de 1898, Tomorrow: A peaceful path to real reform, anunciaba su posición como persona de compromiso. Howard estaba comprometido con la libre empresa dentro de los límites del control social y era partidario de un enfoque gradual de la reforma más que de la acción revolucionaria. Aparte de la St. George's Guild de Ruskin de 1871, Howard iba a contar, para el modelo sociopolítico de su ciudad, con pensadores tan diversos como el anarquista ruso Piotr Kropotkin y el economista norteamericano Henry George, que en su libro Progreso y miseria, de 1879, había abogado por un impuesto único sobre todas las rentas por derecho de superficie. Howard fue igualmente ecléctico al hacer derivar la forma diagramática de su ciudad de fuentes tan variadas como Victoria, la ciudad ideal ideada por James Silk Buckingham en 1849, y la propuesta de Paxton en 1855 para el Great Victorian Way. 


 


Resulta difícil de imaginar algo tan alejado del esquema inicial de Howard como la realización de la ciudad jardín de Letchworth, comenzada en 1904. El ferrocarril corta la ciudad en dos, la zona comercial queda expuesta a las inclemencias del tiempo, y la industria se mezcla con las zonas residenciales de una manera perfectamente oportuna. Sus arquitectos, Raymond Unwin y Barry Parker, tenían muy poco que ofrecer a Howard, al parecer, salvo algunos débiles intentos de imitar el estilo de Shaw y Webb. El suburbio jardín de Hampstead, proyectado por Unwin en 1907, habría sido igualmente insípido si no hubiese contado con la colaboración de Lutyens. 


 


Pág. 106. A diferencia de la ciudad-jardín modelo de Ebenezemer Howard 1898, que fue realizada como una estrategia de ampliación de Lechworth Garden City el año 1903, difícilmente cabría referirse a ella como modelo probado. De hecho, estas dos alternativas no podían ser más opuestas ya que en tanto la Cité de Garnier era inherentemente expandible y disfrutaba de una cierta autonomía gracias a basarse en una industria pesada, la Rurisville de Howard estaba limitada en tamaño y era económicamente independiente, debido a estar basada en industrial ligera y una agricultura pequeña de escala. Y en tanto que la cité de Garnier, junto con el proyecto de Jaussely para Barcelona en 1904, influiría los modelos de planificación teórica creados durante la primera década de la Unión Soviética, el esquema de Howard conduciría a una proliferación reformista de comunidades tipo “ciudad-jardín” y por último al igualmente paradigmático programa New Town que surgió en Inglaterra después de la II Guerra Mundial. 


 


El largo proceso desarrollado en la arquitectura del siglo XIX va a estar marcado, en primer lugar, por un intento de adecuación constante a la cada vez más urgente demanda de una sociedad –la regida por la revolución industrial y progreso- necesitada de nuevos planteamientos constructivos y urbanísticos. Nunca hasta esta centuria el sentido de funcionalidad en lo arquitectónico tomará una directriz tan preminente en los proyectos que se llevarán a cabo. Habrá que reconsiderar los materiales conocidos y se tendrá que experimentar y estudiar los nuevos: el hierro, el cristal, al acero, el hormigón armado, etc., pasarán a constituir los elementos integrantes que harán posible la expresión de los diferentes movimientos y tendencias que se producen. El caso inglés no supone en puridad ninguna vuelta ni acción forjada a tendencias imitativas, ya que en este país lo gótico, más o menos soterrado, pervive a lo largo de los siglos. Tras un primer periodo pleno de pintoresquismo en el que alternan las fórmulas clásicas con elementos góticos, a partir de los inicios del segundo tercio de la centuria el neogótico irrumpe en la arquitectura inglesa con fuerza extraordinaria.”


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CURTIS William. J.  La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006.


 


Págs. 241-255“La comunidad ideal: alternativas a la ciudad industrial” 


 


Otro modelo para afrontar la superpoblación fue la descentralización. Se trata de un tema central en varios textos surgidos justo antes del comienzo del siglo XX, por ejemplo, en los escritos del inglés Ebenezer Howard, concretamente en su libro titulado Tomorrow: A Peaceful Path to Real Reform(Mañana: un camino pacifico hacia la verdadera reforma', 1898). Howard estaba indignado por la desorganización y la inmundicia que veia en Londres y otras ciudades industriales, y argumenta en favor de unas nuevas comunidades de tamaño manejable en las que el mundo rural y el urbano se unieron en una feliz síntesis.


 


Esencialmente, su visión de las comunidades locales era una variante de la aldea inglesa, pero con servicios adicionales como el ferrocarril y la pequeña industria. En la ciudad jardín, la unidad era la familia en su casa particular; estas casas habían de situarse a lo largo de calles con mucha vegetación que convergian gradualmente en la amplia pradera comunitaria y los edificios cívicos situados hacia el centro, Howard estaba muy influido por esa vena moral de la crítica social que provenía de William Morris y John Ruskin. Howard coincido totalmente con este último cuando escribía en favor de «calles limpias con campo abierto alrededor; un cinturón de bellos jardines y huertos, de modo que desde cualquier punto de la ciudad se pueda disfrutar del aire puro, el césped y el lejano horizonte». Sin embargo, el pensamiento de Howard derivada también de una tradición más drásticamente utópica de comunidades alternativas como la imaginada a principios de siglo por hart Owen (New Lanark' de 1815).


 


Este sueño estaba impregnado de nostalgia por un mundo preindustrial, y cuando posteriormente se hizo realidad una versión de la idea de la ciudad jardín en Letchworth, se completo convenientemente con la arquitectura arts and craftsde Raymond Unwin, llena de cubiertas a cuatro aguas y con la imaginería de las casas de los labradores ingleses.


 


 


 


 


 


 


 

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