Pág.252-265.“El Estilo Internacional: tema y variaciones, 1925-1965”
El exponente más brillante de esta modalidad retórica fue Oscar Niemeyer, que había trabajado con Costa, Alfonso Reidy, Jorge Moreira y otros en el diseño del ministerio de educación. La libre planificación de Niemeyer para el pabellón de Brasil en la exposición mundial de Nueva York en 1939, diseñado junto con Costa y Paul Lester Wiener, consiguió el reconocimiento internacional del movimiento brasileño y confirmó la excepcional capacidad de este arquitecto. Niemeyer llevó el concepto corbusierano del plano libre a un nivel de fluidez e interpretación. Planeado inicialmente alrededor de un exótico jardín poblado por la flora y la fauna brasileñas – un paisaje micro amazónico completo, con orquídeas y serpientes- este concepto plástico evocaba la cornisa tropical del propio Río de Janeiro.
El plano del jardín fue obra del pintor Roberto Burle Marx, cuyos paisajes se convirtieron, después de 1936, en una fuerza vital dentro del movimiento brasileño. Burle Marx explotaba el concepto purista del mariage de contour, a fin de organizar “Jardines paradisíacos”, articulados y texturados en muchos casos con nuevas plantas domesticadas que él mismo había sacado de la selva. Con el paisaje de Burle Marx, nació un nuevo estilo nacional, basado en gran parte en la vegetación indígena brasileña.
---
Págs.. 491-511.“Proceso de asimilación. Ame. Latina, Australia, Japón”.
La complejidad formal de la arquitectura moderna brasileña puede remontarse en parte hasta el barroco colonial, pero también se servía de la abstracción biomórfica del arte moderno (Hans Arp, Joan Miró y Alexander Calder). Usando esbeltos soportes estructurales posible dejar reducidos los edificios a una en alas, lamas, transparencias y curvas activas, era una intervención minimalista por la que la gente, el aire y la vegetación pudiesen pasar libremente. La arquitectura y la topografía también podían fundirse, adoptando así un valor especial las plantas y el agua. Roberto Burle Marx, paisajista y pintor, desarrolló para los jardines un estilo tropical que usaba variedades autóctonas de plantas, además de estanques, repisas y bancos sinuosos.
---
... Ciudad y naturaleza en la arquitectura moderna. Por tanto, no es cierto que el movimiento moderno propusiera la disolución de lo urbano; al contrario, era el espacio público lo que articulaba la mayoría de sus proyectos. Ciertamente se hicieron ciertos manifiestos en contra de la ciudad tradicional, al igual que contra la historia, pero para los autores modernos, el proyecto urbano era la referencia esencial. De la misma manera que el salto más intenso en el sentido de la historia se hizo, paradójicamente, teniendo que negarla, el salto hacia la ciudad moderna se hizo, también, negando aparentemente la ciudad. Sin embargo, lo que se negaba drásticamente eran los defectos y condicionantes de la ciudad histórica. A la dificultad para aceptar el espacio público del urbanismo moderno. Tal como ha escrito Carlos Martí: ‘’Tiene tan poco sentido lamentarse por la pérdida de hegemonía del sistema murario en la arquitectura moderna como por la pérdida de continuidad del tejido edificatorio en la ciudad contemporánea’’.
El movimiento moderno no sólo no fue contra la historia ni contra la ciudad, sino que el tópico de que rechazaban la naturaleza en favor del mundo de la máquina es falso. Arquitectos como Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe, Le Corbusier o Alvar Aalto pensaron unas nuevas formas abiertas e independientes para poder integrar la naturaleza, para que el verde no quedase segregado, sino integrado. La ciudad contemporánea incorpora libremente la naturaleza, tal como lo demuestran el proyecto urbano de Chandigarh o el plan piloto de Brasilia.
págs. 64-89. “Sistemas orgánicos”
Los proyectos del brasileño Roberto Burle Marx(1909-1994) adoptaban formas de dedos o amebas, que se pueden relacionar tanto con repertorios plásticos contemporáneos en las obras de Alexander Calder, Joan Miró, Jean Arp, Jean Dubuffet o Henry Moore, como con las formas genéricas de los ecotopos. En la experiencia de Roberto Burle Marx como paisajista hubo dos momentos biográficos clave para descubrir y confirmar su interés y conocimiento del paisaje natural brasileño que, paradójicamente, son sofisticados y artificiales.
Entre 1928 y 1929, cuando se encontraba estudiando en Berlín, descubrió el valor de las plantas tropicales brasileñas viéndolas en los jardines y museos botánicos alemanes, en concreto en el Jardín Botánico de Dahlen, donde iba a dibujar flores y plantas. Entendió entonces que debía volver a su país de origen, de donde provenían aquellas maravillas que los alemanes coleccionaban y valoraban y que en Brasil no se apreciaban. Años más tarde, cuando ya estaba instalado en Río de Janeiro y viajaba a menudo en avioneta por la amazonia brasileña y venezolana para recolectar bromelias, constató cómo las formas de los dedos de los ecosistemas coincidían con las formas de sus pinturas y de sus primeros jardines.
De la misma manera que los parques ingleses del pintoresquismo, el método de Burle Marx es esencialmente pictórico. Parte siempre de su pinturas, inspiradas en las formas de la naturaleza, especialmente las formas de las hojas, interpretadas desde la visión abstracta y plástica de Vincent van Gogh, Paul Cézanne y Henri Matisse; todo este repertorio se traslada a pavimentos, jardines, estanques y murales.
El danés Jorn Utzon(1918), en su búsqueda de una relación arquetípica entre formas del espacio privado y del espacio público a través de la relación con el lugar toma referencias de las arquitecturas primitivas. Formas básicas de las arquitecturas orientales, precolombinas y mediterráneas, sirven de instrumento para unas obras muy diversas en su escala y lugar, que interpretan perfectamente el contexto. Un mecanismo en el que se intenta conciliar organicismo, naturaleza y formas crecederas, por una parte, con industrialización y producción en serie por otra, genera desde obras domésticas como su propia casa en Porto Petro, Mallorca(1971-1972) hasta obras monumentales y representativas como la Opera de Sydney en Australia(1956-1974).
---
págs.25-58 “Espacio y antiespacio. Lugar y no lugar en la arquitectura moderna”
En las obras de arquitectos de la llamada "tercera generación" renace el interés por la arquitectura vernácula al unísono de esta sensibilidad por el lugar...
...Los jardines y parques del brasileño Roberto Burle Marx(1909-1994) constituyen la más genuina aplicación de los principios del movimiento moderno en la proyección del paisaje y, al mismo tiempo, suponen ya su crítica y superación. En sus diseños se concilian tradiciones opuestas: la abstracción geométrica de las vanguardias con las formas orgánicas, el rigor racionalista del proyecto con los valores cromáticos y plásticos de la vegetación americana, el lenguaje internacional recreado en ambientes tropicales, unos jardines modernos realizados recuperando plantas tropicales olvidadas. Sus máximos objetivos fueron el de integrar los edificios modernos en el contexto, estableciendo una relación estrecha entre arquitectura y naturaleza, y el de integrar la composición concreta de los jardines dentro del gran escenario del paisaje de costas y montañas.
...En todos estos casos se produce una resonancia respecto a las concepciones de Martin Heidegger, pasándose de una arquitectura basada en la idea de espacio a una basada en la idea de lugar. Según el texto crucial de Heidegger, Construir, habitar, pensar(1951), "los espacios reciben su esencia no del espacio sino del lugar /... los espacios donde se desarrolla la vida han de ser lugares". De nuevo aflora la influencia del pensamiento griego y la referencia al templo dórico. Y sin duda el pensamiento de Heidegger, junto con las aportaciones de Husserl y Merleau-Ponty, han sido el más certero catalizador de toda reflexión contemporánea sobre el concepto de lugar.
Christian Norberg-Schulz, seguidor de estas concepciones, se opone a toda teoría de la movilidad, de los espacios transitorios, y defiende que "si se elimina el lugar se elimina al mismo tiempo la arquitectura.. El espacio existencial consiste siempre en lugares". Norberg Schulz ha intentado con el concepto de espacio existencial salvar la tradición moderna del concepto de espacio moderno de su maestro Sigfried Giediony conciliarla con la nueva idea de lugar." Sin embargo, ello le lleva a negar las experiencias más contemporáneas e innovadoras.