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KOSTOF, Spiro. Historia de la Arquitectura. Edit. Alianza Editorial.Madrid, 1988.


Tomo 3. Pags. 957-993. Una arquitectura para un nuevo mundo.


Págs. 959-960. Europa bajo conmoción. El liderazgo de Inglaterra.


La Reina Ana murió en 1714, y la guerra de sucesión acabó cuando un príncipe de la Casa de Hannover ascendió al trono como George I. Ello condujo al partido liberal (Whig) al poder; éstos eran hombres de la Ilustración que, en contraste con los conservadores (Tories), defendían la supremacía del Parlamento y el Bill of Rights. Este nuevo talante de libertad nacional y de xenofobia funcionó en contra de la grandiosa manera de Wren y sus discípulos, centrada en la corte. Este fue el trasfondo de un repentino e inesperado cambio de gusto, maquinado por un pequeño y determinado grupo de hombres encabezados por Richard Boyle, tercer conde de Burlington, que consiguieron que la arquitectura regresara a los tiempos de Iñigo Jones y Palladio.


En 1715 aparecía en Londres la primera entrega de una elaborada edición inglesa de los Cuatro Libros de Arquitectura de Palladio. El mismo año el primer volumen del Vitruvius Britannicus de Colen Campbell volvía a dar a conocer al público, mediante soberbios grabados, los edificios de Iñigo Jones. En el prefacio, Campbell condena rotundamente el barroco italiano. Después de Palladio «se había perdido la grandiosa manera y el gusto exquisito de la construcción», a excepción de Iñigo Jones, que retoma y culmina lo que el maestro de Vicenza había comenzado. He aquí las bases del Neo-Palladianismo, el movimiento que dominará la Inglaterra georgiana y que dará forma a su arquitectura, tanto privada como pública, durante casi cuarenta años.


Hay dos promotores tras este movimiento de sorprendente éxito. La habilidad y los medios de su patrón principal, Lord Burlington, deben consignarse en primer lugar. Sus dos hogares familiares, la casa de Picadilly (Londres) y la finca campestre de Chiswick, se convirtieron en vitrinas de exposición del nuevo estilo. Allí, Burlington se rodeó de artistas y hombres de letras, incluyendo a Campbell y al decorador y diseñador de paisajes William Kent (ca. 1685-1748). Burlington era un liberal. Soñaba con un idioma universal representativo de la libertad que fuera expresión del presente democrático e ilustrado de la nación. Las fórmulas derivadas de Palladio, simples, razonables y fáciles de aprender podían difundir esta respuesta propiamente inglesa a la arquitectura del absolutismo y de la Iglesia Católica.


 





 

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