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JACKSON DAVIS, Alexander

JACKSON DAVIS, Alexander

  • Arquitecto
  •  
  • 1803 - New York. Estados Unidos
  • 1892 - West Orange (New Jersay). Estados Unidos

KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3


págs.1053-1105.“La experiencia americana” 


Pág.1077-1105 Arquitectura para una nación.


Pág. 1093. Siempre Grecia.


Esta cultura, con credenciales lo suficientemente irrebatibles como para permanecer incólumes, era demasiado universal como para que se la apropiara exclusivamente un único partido o clase. No se había visto envuelta en los problemas de la, cristiandad, cuestión simbólica de importancia considerable para una nación que proclamaba ser secular, y para su sistema educativo declaradamente antisectario. Por todas estas razones, una arquitectura griega parecía el vehículo feliz de la expresión nacional. Un manto blanco notablemente homogéneo extendido desde la punta del Maine hasta el delta del Mississippi y por todo el oeste, en otro tiempo salvaje.


Nada amenazó seriamente esta escena arcádica hasta aproximadamente una década antes de la Guerra Civil. El revival gótico, cuando se hizo sentir en la década de 1840, no pudo afectar a un lazo común. Permaneció como algo ajeno, exclusivo, peculiar. Invadió la arquitectura de iglesias, pero sobre todo la de católicos y anglicanos. En su mejor estilo, produjo obras maestras como la Iglesia de la Trinidad o la Catedral de San Patricio en Nueva York. En el nivel popular, en madera, salpicaba las pequeñas ciudades de Nueva Inglaterra y del Oeste con iglesias que empleaban los listones de madera verticales y la tracería superflua de que podía disponerse con una sierra. Este gótico de carpintero se extendió también a la moda residencial, como parte de una reacción pintoresca a las ciudades griegas, encabezada por Alexander Jackson Davis (1803-1892) y Andrew Jackson Downing (1815-1852). De ella resultó una animada tradición de residencias rurales, y especialmente dos tipos nuevos: las villas de los acomodados y pequeños cottages de clase media. Pero quizá la aportación de impacto más duradero de Davis y Downing fue la introducción del paisaje pintoresco como parte de este naturalismo romántico.


Pero la manera griega no desaparecería. Lo que contradecía su idealismo y amortiguaba su popularidad, finalmente, era la facilidad con que podía hacérsele justificar tanto lo peor como lo mejor de América. En el norte, en lugares como Boston, el revival griego servía de apoyo a un renacimiento humanitario e intelectual. Se pronunciaba por una sociedad que veía la ilustración en términos de bienestar general de sus grupos constituyentes. En el Oeste, la democracia jacksoniana se unió al revival griego para mostrar que ricos y pobres podían compartir la misma visión de un futuro luminoso, empleándolo para su naciente sistema de escuelas públicas, sus academias, sus tribunales de justicia y sus bancos, y los falsos frentes de sus comodidades, a menudo meramente básicas, que distinguían a sus ciudades de rudos asentamientos fronterizos. En el Sur, el mismo lenguaje arquitectónico inmortalizó a una sociedad de amos y esclavos.

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