Págs.14-60. 1ªPARTE. LA FORMACIÓN DE LA CIUDAD INDUSTRIAL. “La Revolución Industrial y la arquitectura (1760-1830)”
Los cambios motivados por la revolución industrial se perfilan en Inglaterra, a partir de mediados del siglo XVIII, y van produciéndose, con retrasos más o menos acusados, en los otros estados europeos: aumento de la población. incremento de la producción industrial y mecanización de los sistemas de producción.
A mediados del siglo XVIII, Inglaterra cuenta aproximadamente con seis millones y medio de habitantes: en 1801, año en que se lleva a cabo el primer censo, se empadronan 8.892.000 personas, y, en 1831, alrededor de 14.000.000. Este incremento no se debe a un aumento de la tasa de natalidad -que se mantiene casi exactamente constante a lo largo de todo el período, entre el 37,7 y el 36,6 por 1.000-, ni tampoco a un predominio de la inmigración sobre la emigración, sino a una notable reducción del coeficiente de mortalidad, que desciende del 35,8 (en el decenio 1730-1740) al 21,1 (en el decenio1811-1821). No cabe duda de que las causas de este descenso son, ante todo. de orden higiénico: mejoras en la alimentación, en la higiene personal, en las instalaciones públicas, en las viviendas, progresos en la medicina y mejor organización en los hospitales.
El aumento de la población va acompañado de un desarrollo de la producción nunca visto anteriormente: en setenta anos, 1760-1830, la producción de hierro pasa de 20.000 a 700.000 toneladas, la de carbón de 4.300.000 a 115.000.000; la industria del algodón, que a mediados del siglo XVIII absorbía 4.000.000 de libras, en 1830 consumía casi 270.000.000. El incremento es, a la vez, cuantitativo y cualitativo: se multiplican los tipos de industrias, al tiempo que se diferencian los productos y los procedimientos para fabricarlos.
Los incrementos demográfico e industrial se influyen mutuamente de modo complejo.
Algunas de las mejoras higiénicas dependen de la industria; por ejemplo, los progresos en cultivos y transportes, implican una mejor alimentación; la limpieza personal resulta favorecida por la mayor cantidad de jabón y de ropa interior de algodón a precios asequibles; las viviendas alcanzan mayor salubridad, al reemplazarse la madera y la paja por materiales más duraderos y, aún más, al producirse la separación entre vivienda y trabajo; el progreso de la técnica hidráulica proporciona mayor eficacia a alcantarillados y conducciones de agua, etc. Pero las causas decisivas son, probablemente, los avances de la medicina, cuyos efectos alcanzan también a los países europeos no industrializados donde, de hecho, la población aumenta en este período en virtud del mismo mecanismo.
A su vez, la necesidad de alimentarse, vestirse y dar cobijo a una población creciente es, ciertamente, una de las causas que estimulan la elaboración de productos manufacturados, pero también podría ocasionar el simple descenso del nivel de vida, tal como aconteció en Irlanda durante la propia mecanización de la industria inglesa se debe, entre otras causas, al desequilibrio entre la mano de obra que puede ser empleada en la producción y los pedidos del comercio, es decir, al hecho de que la población no aumenta tan rápidamente como el volumen de la producción industrial; y que el retraso de la mecanización de la industria francesa está relacionado, por el contrario, con su población, mucho más numerosa, cerca de 27.000.000 al estallar la Revolución).
La industrialización es una de las respuestas posibles al incremento de población, y depende de la capacidad de intervenir eficazmente sobre las relaciones de producción, al objeto de adaptarlas a las nuevas exigencias.
Para explicarlo pueden reseñarse algunas circunstancias que favorecen la expansión económica: en Inglaterra, el aumento de la renta agrícola como consecuencia de las «enclosure acts»; la existencia de grandes capitales, favorecida por la distribución desigual de las rentas, el bajo tipo de interés, la creciente oferta de mano de obra; las numerosas invenciones técnicas derivadas de la investigación científica pura y del elevado grado de especialización; la profusión de empresarios capaces de sacar partido a la disponibilidad y simultánea presencia de inventos, la abundancia de sabiduría artesanal y de capital (la fuerte movilidad vertical entre las clases crea una situación altamente propicia para la explotación de los talentos naturales), la relativa libertad que disfrutan los grupos inconformistas y los disidentes religiosos que, de hecho, se muestran muy activos en la industria, la actitud del Estado, poniendo trabas menos rígidas que las habituales a las actividades económicas, sea por las menores preocupaciones estratégicas y fiscales, sea por la influencia de las teorías liberales expuestas por Adam Smith y seguidas por importantes hombres de Estado, como Pitt.
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