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FRAMPTON K., Historia crítica de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Págs. 226-233.“Le Corbusier y la monumentalización de lo vernáculo, 1930-1960” Después de 1930 se constituyó en España un movimiento polémico paralelo bajo la dirección de los arquitectos socialistas Josep Lluís Sert y García Mercadal. Iniciando en 1929 como movimiento cultural catalán, se organizó a escala nacional como el ala española de los CIAM, bajo la abreviación GATEPAC (Grupo de arquitectos técnicos españoles para el progreso de la Arquitectura Contemporánea). Entre sus miembros se contaban figuras tan importantes como Sixto Yllescas, Germán Rodríguez Arias y Torres Clavé.


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MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.


Págs. 27-78.“Historias”


EL COMPROMISO SOCIAL DE LA ARQUITECTURA.


En este período el artista y el arquitecto son, antes de nada, políticos. Por ello se comprometieron con las luchas de liberación, con la clase obrera, llegando a dar la vida por ello, como Josep Torres Clavé, que murió en el frente del Ebro defendiendo el Gobierno legítimo de la II República española frente al golpe de estado nacionalista y fascista; o perdiendo su tierra, su lugar, cuando artistas y arquitectos se exiliaron, tras la guerra civil española, por causa del nazismo impuesto en Alemania y durante la II Guerra Mundial, y acabaron instalándose por toda América. 


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BENEVOLO, L., Historia de la arquitectura moderna. Edit. Gustavo Gili. Barcelona, 1987.


Pág. 813-941. "La segunda posguerra en Europa"


6.-España.


Una reflexión profunda sobre la arquitectura que se propone y realiza en los años cuarenta nos ha de llevar a definir cuáles fueron los elementos de ruptura y cuáles los de continuidad respecto al período anterior, entendiendo este período anterior de una manera global, es decir, no sólo como el período republicano, sino como las tres primeras décadas del siglo.


 El primer hecho duro e inapelable de ruptura es el de la desaparición de gran parte de la vanguardia arquitectónica del período anterior. De los arquitectos racionalistas, algunos morirán en la contienda (Torres Clavé y Aizpurua) y otros deberán exiliarse (Candela, Fernández Valbuena, Bergamin, Rodríguez Arias, Lacasa, Sánchez Arcas, Sert, Fabregas, Bonet y otros), retornando lentamente unos, convirtiéndose en grandes arquitectos de otros países algunos otros. Con la vanguardia, desaparecieron sus proyectos, sus símbolos y sus ideas. Y para algunos de los que permanecieron sólo quedará la salida del trabajo en silencio.


Inevitablemente, el panorama cultural se empobrecerá, cayendo en una situación en la que la crítica y el conocimiento de lo que sucede en los demás países tendrán poco papel. Este contexto cerrado y vacío lentamente empezará a reformularse a finales de los cuarenta, siguiendo un lento proceso de debate y puesta al día que no se podrá considerar alcanzado hasta bien entrada la de cada de los sesenta.


Pero ¿fue tan fuerte y profunda esta ruptura?. Un análisis sin esquemas preconcebidos, sin moralismos, sin confundir los fines que desde el gobierno se pretendían alcanzar, con los medios disciplinares que entraron en juego, nos ha de mostrar la existencia de importantes nexos de continuidad.


 

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