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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”


La nueva concepción del espacio: la perspectiva y el urbanismo


Carlo Maderno realizó la nave central de San Pedro, junto con sus capillas laterales y la fachada, durante los diez años transcurridos entre 1607 y 1617. Cumpliendo las órdenes de un nuevo papa, alteró el proyecto de Miguel Ángel en cuanto a la planta, sustituyendo la cruz griega por otra latina. Se dice que este cambio se hizo con objeto de proporcionar más espacio para la congregación y con el fin de ocupar todo el emplazamiento de la basílica paleocristiana y también algún espacio adicional.


No obstante, la escala de esta empresa ya había quedado establecida por Miguel Ángel en la altura de los pilares de la cúpula central que había construido. Miguel Ángel había imaginado la concentración en un solo lugar de todas las energías artísticas representadas en la catedral: todas ellas confluían en su cúpula en una gran explosión. La generación posterior, con Maderno y su papa, ampliaron esta concepción longitudinalmente, de acuerdo con los deseos barrocos de una extensión larga e ininterrumpida. La impresión que recibe el espectador al entrar en San Pedro deriva de las dimensiones sobrehumanas de esta nueva nave.


Su altura supera los 50 metros, el equivalente a los primeros rascacielos. Su anchura es relativamente pequeña, pero Maderno supo cómo evitar que el observador tuviese conciencia de ello. El arte plenamente desarrollado del periodo barroco y su control del espacio aparece en el modo en que se logra esto: de manera casi imperceptible, las capillas laterales expanden las dimensiones reales de la nave central y le confieren un nuevo poder.


El fresco de La Trinidad de Masaccio señala el descubrimiento de la majestad y la fuerza que pueden expresarse mediante elementos sencillos y grandiosos. La nave central de Maderno en San Pedro difiere de la bóveda pintada de Masaccio tanto en sus dimensiones como en su complejidad. Pero estas diferencias resaltan las posibilidades que estaban latentes en la visión que se le había ocurrido al maestro del siglo XV.


 

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