Nació en Módena y fue padre teatino, conocido como filósofo y matemático antes de adquirir fama como arquitecto. (Divulgó a Euclides e incluso se adelantó a Monge en su erudita obra Placita Philosophica de 1665). Era ante todo un matemático y en segundo lugar arquitecto, sus complejas composiciones espaciales son algunas veces difíciles de comprender únicamente con la vista; sin embargo son estimulantes tanto intelectual como artísticamente. Todos sus edificios importantes que se conservan se encuentran en Turín, donde pasó los últimos 17 años de su vida. Su admiración por Borromini es muy clara en el Colegioi dei Nobili (1678) y en el Palazzo Carignano (1697), imitando el estilo de éste, y realizando verdaderas osadías arquitectónicas en las Capella de SS Sindone (1667-90) y San Lorenzo (1668-87) en Turin. Ambas iglesias están coronadas por fantásticas cúpulas en forma de cono. La inspiración de estas concepciones puede proceder de la arquitectura hispano-musulmana (Mezquita de Córdoba). El ingenio estructural de Guarini no se redujo a las cúpulas y sus otros experimentos, sobre todo sus bóvedas con arcos y sus arcos diagonales, en declinacón o tridimensionales, ejercieron mucha influencia en Alemania y Austria.
Ninguno de sus edificios importantes fuera de Turín, ha sobrevivido. S. Annunziata y Palacio teatino en Messina (1660), Ste. Anne-la-Royal de Paris (1662), Sta. María de Altötting en Praga (1679) y Sta María de la Divina Providencia en Lisboa.Su influencia aumento considerablemente gracias a su libro Architettura Civile, publicado después de su muerte 1737, siendo muy populares sus ilustraciones.
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Págs. 65-183. “Nuestra herencia arquitectónica”
Guarini, arquitecto y matemático. La última fase del desarrollo del barroco tardío apareció en Turín, en el noroeste de Italia, en la obra de Guarino Guarini. Guarini, monje teatino y sabio prestigioso, nació en Módena justo un cuarto de siglo después que Borromini y Bernini; primeramente, marchó a Roma, en la época en que Borromini estaba trabajando en el interior de San Carlo alle Quattro Fontane. El curso normal de su ocupación como monje teatino le llevó más tarde a Messina, en Sicilia, como profesor de filosofía. Allí proyectó varias iglesias, todas ellas destruidas en el último terremoto. En I662 fue transferido a París, donde dio clases de teología; en esta ciudad empezó a construir otra iglesia. Esta obra fue incluso más desafortunada que sus empresas sicilianas; devorado por el fuego mientras estaba en construcción, el edificio nunca se terminó.
Los viajes de Guarini le pusieron en contacto con las iglesias góticas de Francia y las mezquitas musulmanas de Córdoba, en España. El arquitecto era todo un cosmopolita; y aunque nunca rompió sus vínculos con su propio país y su propia época, tenía conciencia de la historia en todas sus manifestaciones artísticas.
Nada es más característico de este periodo barroco tardío que la frecuencia con la que se desplegaron, combinados en una sola persona, el matemático, el científico empírico y el artista. Subsiste una asombrosa unidad entre los métodos de pensar y de sentir; más concretamente: hay una conexión directa entre el conocimiento artístico y el matemático. En cuanto una nueva concepción aparecía en matemáticas, enseguida encontraba su correspondencia artística. Y así el cálculo integral que tomó su forma definitiva a finales del siglo XVIII encontró su equivalente arquitectónico en los complejos tratamientos del espacio que aparecieron por la misma época. La propia carrera de Guarini ilustra perfectamente la estrecha relación entre el arte y las matemáticas en el Barroco tardío. Guarini no sólo era arquitecto y erudito, sino que era asimismo un matemático de eminente talento. Su obra publicada revela que anticipó, en buena medida, el descubrimiento de la geometría descriptiva hecho un siglo más tarde por Gaspard Monge (I746-1818).