El depósito de aguas (1874-1880) de Josep Fontserè, de una escala monumental, se basaba en este sistema, ya muy experimentado. El enorme tanque de agua estaba colocado en la cubierta, sostenido por una sala hipóstila de sobrios pilares y arcos de ladrillo. Este edificio evocaba una tradición intemporal de la ingeniería, muy por encima de cuestiones de estilo, en la que las piezas y los vanos modulares se repetían una y otra vez sobre una planta reticulado. Las aterazanas medievales de Barelona eran otra variación de este modelo, pero la construcción de Fonrserè tambien parecía remomorar las salas de las columnas árabes, como la mezquita de Córdoba (siglo VIII), en sí misma una fusión con las concepciones islámicas y muntiseculares del espacio y del acueducto romano como tipo.
Penetrar en los sustratos de la tradición arquitectónica española podría significar desenterrar varios estratos de memoria, pero también descubrir continuidades a largo plazo y acentos coherentes en el modo de construir y de componer las formas.