Imprimir

Gran parte de la atención de Le Corbusier en los años siguientes se dedicaría al conjunto del Capitol Complex o conjunto del capitolio, en donde se dio rienda suelta a sus ideas sobre la expansión monumental. Al igual que Lutyens, aprendió las enseñanzas de la tradición mogola, con su generosa provisión de logias profundas, siluetas románticas y agua. El “parasol” en forma de media luna -vuelto hacia arriba para proteger del agua y el sol, que incluía una imagen tradicional de autoridad, pero también la invertía para formar un gesto autoritario- se convirtió en un Leimotiv común en Chandigarh; se repetía en lo alto del Palacio del Gobernador y en los Ministerios; se transformaba en la colosal cavidad del pórtico de la sede del Parlamento; y llegaba a ser la forma misma de la propia basílica de la Justicia. Sin duda, la génesis del vocabulario monumental de Le Corbusier parece haber supuesto una prodigiosa hazaña de abstracción en la que los recursos de la tradición clásica (el orden grandioso o el pórtico) se fundían con su propio sistema general de formas en hormigón y, a su vez, se cruzaban con recursos indios como el chaattri (una cúpula sobre soportes esbeltos), las terrazas adinteladas, las galerias y las logias de Fatehpur Sikri. A su vez, este lenguaje arquitectónico rico en referencias y connotaciones de índole pública e institucional, estaba impregnado de los temas cosmológicos personales del artista; la fantasía del agua empapando y salpicando gigantescas cubiertas y superficies de hormigón, la imagen del recorrido del sol en el solsticio y el equinoccio ligado a la colosal torre de iluminación del Parlamento, y el curioso “valle de la contemplación”, blasonado de signos que representaban los diferentes aspectos de la filosofía del arquitecto. El propio Capitolio era un diagrama de las jerarquías institucionales, con el Palacio del Gobernador en su cabecera, el Tribunal Supremo y el Parlamento uno enfrente del otro un poco más abajo, y los Ministerios apartados en un lado en una posición subordinada. Los edificios y los espacios intermedios se concebían como parte integrante de una especie de paisaje cósmico en el que los montículos, los valles, las láminas de agua, las plataformas y las siluetas de las construcciones principales se yuxtaponían con las faldas del lejano Himalaya, y sintonizaban para reflejar el paso del sol, los ángulos cambiantes de las sombras, y la luz de la luna. Las relaciones entre objetos cercanos y lejanos se animaban mediante tensiones y ambigüedades espaciales. A un lado del Palacio del Gobernador había una versión moderna de un jardín geométrico mogol. (Le Corbusier había proyectado algo similar para la cubierta del museo que diseñó para la ciudad de Ahmadabad). Las cubiertas planas de las instituciones monumentales se concebían como lugares de congregación, y en lo alto del Palacio del Gobernador (que nunca se construyó) había una figura de media luna vuelta hacia arriba que combinaba un teatro al aire libre, un recinto inferior sombreado y un símbolo político y cósmico abierto a múltiples interpretaciones; los cuernos de un toro, el recorrido del sol o el parasol de una autoridad. La apoteosis de esta nueva imaginería del estado, impregnada de referencias de Le Corbusier, era quizá la “mano abierta”, un monumento diseñado para estar cerda del Palacio del Gobernador (que finalmente quedó aislado cuando esta última función se abandonó porque el presidente Nehru la encontraba “antidemocrática”. La mano abierta era una extraña mezcla de la paz de Picasso y una enorme mano gesticulante, y su silueta era un eco de los prerfiles curvos de los edificios. Parte del significado de este símbolo lo explicaba así el arquitecto. “ El monumento de la Mano Abierta.... no es un signo político... es una creación de arquitecto....un signo de paz y de reconciliación... un testimonio de armonía... Para recibir las riquezas creadas, para distribuirlas entre los pueblos del mundo, debe ser el signo de nuestra época.”


W. CURTIS.

Subir