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CURTIS William. J. La arquitectura moderna desde 1900. Edit. Phaidon. Hong Kong, 2006. 


Págs. 471- 489. “Disyunciones y discontinuidades en la Europa de los años 1950” 


La Italia de posguerra tenía algunos problemas similares a los de Alemania para desembarazarse de la mácula de los años 1930, pero en muchos aspectos la situación era completamente distinta. En primer lugar, Italia no había expulsado a sus principales talentos y, por tanto, poseía una cultura arquitectónica moderna más fuerte, que se podía continuar, modificar e incluso rechazar. En segundo lugar, el país tenía unos substratos de tradición que nunca desaparecían del todo, por muy radicales que fuesen las propuestas. Por el momento, el uso manifiesto del clasicismo era una vía cerrada (las abstracciones del clasicismo eran otra cuestión), pero había pocas conclusiones evidentes, y la década posterior a la guerra se caracterizó por sus vigorosos debates y polémicas en relación con el camino que debía tomar la arquitectura italiana.


Tanto la teoría como la producción eran más abundantes y más diversas que en Alemania, y había muchas posturas políticas...


...En realidad, algunas de las ideas y las personalidades anteriores a la guerra seguían actuando. Algunas de las mejores obras ampliaban las premisas del “Racionalismo” italiano de los años 1930. La estación Termini en Roma (construida por Leo Calini, Eugenio Montuori y otros entre 1948 y 1952) era una idea estructural moderna muy cuidada, integrada con un comedido exterior rectangular que contenía ecos clásicos subliminales.


Las jácenas largas y sinuosas que configuraban el vestíbulo de las taquillas nos encaminaban hacia las pistas, y el conjunto tenía un carácter honorífico derivado de sus proporciones, sus huecos a modo de hendiduras y su recubrimiento de travertino.

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