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MONTANER, Josep María., Sistemas arquitectónicos contemporáneos. Gustavo Gili. Barcelona, 2008.


págs.10-25. “La crisis del objeto” 


Complejidad y tridimensionalidad: entre la dispersión y el mega-objeto. Tras la consolidación de la arquitectura moderna, uno de los primeros pasos consistió en llevar la lógica neoplasticista de la intersección a la escala urbana tal como hicieron en sus proyectos Bakema y Van den Broek, como, por ejemplo en el plan Pampus para Ámsterdam (1965). De ahí surgieron las nuevas morfologías de crecimiento horizontal propuestas por los arquitectos de la tercera generación y por los miembros del Team 10, más versátiles y adaptables al contexto. Al mismo tiempo, las ideas del movimiento moderno evolucionaron hacia las propuestas de sistemas tridimensionales. La lógica de combinatoria vertical de la Unité d’Habitation (1945-1952) de Le Corbusierlas viviendas modulares de Habitat en Montreal (1967)de Moshe Safdie, el Walden 7 en Sant Just Desvern Barcelona (1970-1975) del Taller de Arquitectura, o las casas Cubo en Róterdam (1978-1984)de Piet Blom, apostaban por la complejidad tridimensional. Se puede considerar, sintetizando, que a partir de la década de 1980 todas estas búsquedas se polarizaron en dos direcciones: la aceptación e insistencia en una irrenunciable dispersión y la búsqueda neomoderna de un megaobjeto complejo.


Págs. 26-63“Sistemas racionales”. 


 Estas intersecciones no sólo se producen en planta, sino que las propuestas urbanas consisten en traspasar a las tres dimensiones del espacio y a la cuarta dimensión del tiempo las composiciones planas de las pinturas del grupo De Stilj. En el centro cívico y comercial Lijnbaan en Roterdam (1949-1953), y en el proyecto de plan Pampus para Amsterdam (1965), proponen sistemas de inter­secciones, superposiciones y entrelazamientos de flujos de tráfico rodado y peatonal en el espacio con edificios de diferentes configuraciones formales —en pantalla, torre, edificios bajos, etc.—, articulados de manera que crean con­juntos polifuncionales con una lógica similar a la composición elementarista de muros utilizada en el neoplasticismo. Las formas de articulación e intersec­ción tienen como misión potenciar las conexiones. De este modo, los distintos tráficos —rodado rápido y lento, peatonal, transporte público, carga y descarga, etc.— se entrecruzan en sistemas lineales neoplasticistas independientes y conectados, formando plataformas, calles peatonales, pasos elevados, esca­leras mecánicas y elementos de transición. Son emblemáticas las imágenes urbanas que muestran la superposición de flujos y las vistas desde las terrazas residenciales de espacios abiertos y a la vez articulados del plan Pampus que tratan de este traspaso de la composición neoplástica a la tridimensionalidad y dinamicidad de la escala urbana. Siguiendo criterios de coordinación modular, en cada proyecto se preveía cuidadosamente que las escalas resi­denciales menores fueran agrupándose en espacios comunitarios que serían señalados tridimensionalmente por edificios singulares. Más tarde, Bakema y Van den Broek, tal como hicieran Candilis, Josie y Woods en su proyecto para el concurso de la Universitát Bochum (1962), ensayaron proyectos de articulaciones más complejas, como la propuesta del concurso para Mümmelmansberg, plan de extensión de Hamburgo (1969), un sistema abierto, crecedero y filamentoso.

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