VV.AA., Fernando Chueca Goitia. Un arquitecto en la cultura española. Fundación Antonio Camuñas. Madrid, 1992
Págs. 188-199. “No vamos a hacer ahora una descripción de las obas de la Almudena de Madrid, que exigiría un espacio excesivo en la proporción de este libro. Apuntaremos simplemente unos rasgos fundamentales.
La Catedral de la Almudena se originó como consecuencia del derribo de la antigua parroqua de Sana María de la Almudena, situada al final de la Calle Mayor en Madrid. Al derribarse esta iglesia, feligreses, confradías y hermandades, solicitaron a su Majestad el Rey Alfonso XII que les concediera terrenos para construir una nueva y monumental iglesia en sustitución de la antigua parroquia derribada. El Rey les concedió unos terrenos contiguos a la Plaza de la Armería, es decir, junto al Palacio.
Para este lugar Don Francisco de Cubas, Marqués de Cubas, arquitecto honorable de la época, hizo un proyecto de una gran basílica de estilo gótico. Coincidieron estas fechas con la elevación de Madrid a sede Episcopal, compartida con Alcalá de Henares y entonces el Marqués de Cubas redactó un nuevo proyecto más ambicioso que el precedente para que luego se convirtiera en Catedral de Madrid.
Empezaron las obras de este templo en el año 1883 y con gran intensidad se trabajó en la grandiosa cripta que ocupaba toda la superficie del templo. El Marqués de Cubas murió antes de que se terminara la cripta de 1911. Al Marqués de Cubas le sucedieron en la dirección de las obras D. Miguel Olabarría, D. Enrique Repullés y Vargas y D. Juan Moya; las obras quedaron virtualmente paralizadas a partir del año 1922, y sólo se reanudaron en junio de 1950 siguiendo un proyecto de los arquitectos Carlos Sidro y Fernando Chueca, que es el que aproximadamente se sigue desde entonces.
Muerto D. Carlos Sidro, sigue al frente de estos trabajos únicamente D. Fernando Chueca. Hoy en día las obras están muy avanzadas y se espera terminar la construcción arquitectónica en 1992.
La profunda reforma llevada a cabo por Carlos Sidro y Fernando Chueca y luego por Chueca únicamente, ha consistido en atemperar el estilo de la construcción a las líneas barroco clasicistas del Palacio Real de Madrid, conservando en cambio en el interior el estilo gótico, pero más severo y simple de lo que proyectó el Marqués de Cubas en su momento. “