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Plaza de España. Plaza Nueva. Ayuntamiento de Vitoria

  • 1782 - 1794
  •  
  • OLAGUIBEL, Justo Antonio de
  •  
  • Vitoria-Gasteiz
  • España
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CENICACELAYA, J. RUIZ DE AEL, M., SALOÑA, I.,El gusto neoclásico. Arquitectura del País Vasco y NavarraEdit. Nerea. San Sebastián, 2014.


Págs. 41-57. "La realización de la Plaza de España y los Arquillos, configuradas para un mismo marco urbano, han recibido múltiples elogios por parte de la crítica más especializada, habiendo unanimidad sobre el éxito de la actuación. Arquitectura civil, desarrollo urbano y necesidades sociales, se dan la mano en esta doble intervención, que muestra la adaptabilidad del lenguaje clásico a la “moderna arquitectura”. El crecimiento de Vitoria y el nuevo desarrollo de esta ciudad hacia el sur, tienen en estas realizaciones dos referentes dignos de análisis.


La vinculación de sus protagonistas principales con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País parece clara. El entonces alcalde de Vitoria Ramón María de Urbina, Marqués de la Alameda, promotor de la obra, como socio distinguido de la misma y el arquitecto Justo Antonio de Olaguibel, como brillante estudiante en la Escuela de Dibujo que la Sociedad tenía en la capital alavesa, siendo más tarde director de la misma. La punta de lanza de esta renovación, fue la construcción de la Plaza Nueva hoy Plaza de España en Vitoria. La primera piedra se colocó el 17 de octubre de 1781, contando la obra con una financiación mixta. Privada en ¾ partes, la que corresponde a las viviendas particulares de los tres frentes que dan a la plaza (finalizada en 1785) y pública ¼ parte, coincidente con el frente del actual ayuntamiento, construido con posterioridad (1791).


El solar escogido para la realización de dicha obra, conocido como el “fondón del mercado”, estaba exento de limitaciones, tratándose de un espacio libre, indefinido, situado en la parte baja de la ciudad. Era un terreno al pie sur de la colina. Un espacio extramuros de esponjamiento, que contrastaba con el compacto núcleo medieval, y que era utilizado para la celebración de fiestas, ferias y mercados. Quería ser una nueva alternativa al desaparecido edificio de la Alhóndiga, sito en estos tiempos a los pies de San Miguel, que cumplía una serie de funciones, como lugar para las reuniones municipales y en cuyos soportales se instalaban los tenderos.Resulta relevante destacar la decidida apuesta que las autoridades responsables hicieron por el nuevo desarrollo urbano. Creando una construcción exenta que sacaba la actividad de la ciudad fuera del núcleo antiguo. A la sazón, esta apuesta preservó el núcleo medieval de drásticas adaptaciones a los nuevos tiempos, siguiendo así el camino iniciado por otros antiguos mercados españoles, como los de Madrid o Salamanca, que también realizaron plazas de nueva creación.


La planta de la nueva plaza es un cuadrado regular, de 220 x 220 pies, (medidas establecidas para la realización de corridas de toros) lo equivalente a 61.29 m. de lado, con 19 arcos de medio punto en cada paño, cerrada en sus cuatro esquinas, que recuerda por su concepción y lenguaje a los antiguos foros romanos definidos por Vitruvio: “Con pórticos dobles, adornados con columnas, cornisones de piedra, espacio central para la realización de fiestas, disposición de tiendas alrededor de los pórticos y en los altos de arriba balcones para el uso y utilidad en los acontecimientos públicos”. La obra de Olaguibel viene a ser por tanto, una interpretación neoclásica del viejo tema de la plaza mayor española, la primera de corte académico, en donde se conjugan en torno a un amplio espacio central, las funciones representativas, lúdicas, de habitación, mercantiles y de gobierno. La nueva construcción está entendida como un edificio autónomo, una pieza exenta, libre de agregaciones y cerrada en sus cuatro esquinas. A pesar del indudable desarrollo que este nuevo espacio creaba para la ciudad, su interconexión con el entornoresultaba conflictiva. En primer lugar con la ciudad medieval, dado el desnivel existente. Y en segundo lugar con el desarrollo urbano de la nueva ciudad del XIX, que todavía estaba por hacer. Será precisamente esta autonomía la que creará las mayores complejidades. La plaza no logró, ni logra en la actualidad, quitar el protagonismo ciudadano a lugares más abiertos, como la plaza de la Virgen Blanca, que cuenta con gran aceptación popular, concentrándose en ella los acontecimientos más importantes de la ciudad. El intento de que la plaza de Olaguibel tomara el protagonismo del futuro desarrollo urbano de la capital alavesa, uniéndola por la calle Dato a la estación de ferrocarril (1864), fue tan esquiva, como el regate que esta calle hace a la plaza, que aumenta más si cabe su autonomía inicial. No restando importancia, a pesar de sus más de dos siglos de construcción, a la Plaza de la Virgen Blanca, en la que desembocan de forma natural importantes calles, haciendo las veces de un gran colector de flujos de comunicación.


Por otra parte las normativas municipales de carácter social que definen este nuevo espacio, acentúan más si cabe la autonomía de la plaza, negando la entrada al interior de los comercios ambulantes, carruajes, caballerías, y evitando también el establecimiento en los soportales, a los llamados “oficios enojosos”, potenciando así un comercio selectivo. Como compensación, las cuatro plazuelas angulares en las esquinas exteriores de la plaza, pensadas para éstos y otros usos, intentan “mejorar” la circulación en torno a ella. La plaza es concebida por tanto, como un lugar público, de paseo y de reunión social.


La plaza de España se eleva con cuatro fachadas interiores homogéneas y muy cuidadas y cuatro exteriores de mayor sencillez, exceptuando la fachada correspondiente al Ayuntamiento que muestra un carácter más noble y representativo. La unidad y belleza que ofrece su espacio interior, se consiguió mediante una estricta codificación, que debería ser cumplida por todos los propietarios. En las disposiciones, quedan perfectamente establecidos las medidas de los cimientos, pilastras, impostas, altura de los pisos, puertas, ventanas….. incluso el color. En su descripción interior, el acceso a la plaza se realiza mediante tres soportales iguales, remarcados en el centro de cada uno de los lados (sur, este y oeste) mediante la sustitución de pilastras de planta baja por semicolumnas, siendo la fachada correspondiente al ayuntamiento la única ciega y sin acceso público al exterior. Sin embargo el paño exterior correspondiente a la Casa Consistorial es el más delicadamente tratado de los cuatro existentes. Mediante un aparejo de sillería, una portada-balcón, y un escudo dispuesto en el frontón triangular en relación con el existente en el interior de la plaza.


El carácter unitario, sobrio y equilibrado que muestra el interior de la plaza, con sus cuatro fachadas casi idénticas, es debido a su alzado, diseñado mediante una galería de arcos, sobre los que se elevan dos plantas y una bajocubierta. Pero esta aparente unidad igualitaria, de sobrio carácter neoclásico, no hace que desaparezca la sutil jerarquización que se manifiesta en el mismo diseño, con un distinto tratamiento de cada uno de los niveles. Los soportales están cubiertos en su interior, con bóveda vaída de aristas, separadas por arcos fajones, salvo en el tramo de la Casa Consistorial que se sustituyen por cubierta plana. Los vecinos de estos soportales, en su planta baja, poseen unas pequeñas ventanas que dan al interior de los mismos, y que apenas se aprecian en el alzado exterior. Por encima de los soportales se elevan dos pisos con balcones de hierro. El primero, considerado el piso noble, se corona mediante la alternancia de frontones triangulares y curvos. En cambio la segunda planta, queda rematada simplemente por entablamentos en relieve, desapareciendo los frontones. Una balaustrada corrida que recorre toda la plaza, remata el conjunto


La uniformidad, funcionalidad, buen gusto, racionalidad del proyecto, su sentido urbano, las formas puras, sencillas y el aspecto social de sus espacios, hace que este proyecto neoclásico sea uno de los principales realizados en la España de la Ilustración, y el punto de partida del Neoclasicismo en el País Vasco. Estimulando nuevas realizaciones como: la plaza nueva de Bilbao, la plaza de la Constitución de San Sebastián, o el proyecto de plaza central para la Nueva Sangüesa (Navarra).


Desde la construcción se han producido a lo largo de su historia cambios y variaciones, pero sin quitar el carácter y esencia inicial del conjunto, siendo declarado monumento de interés histórico – artístico en 1984."

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