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SARNITZ August., Adolf Loos. Edit. Taschen. Colonia, 2016.


Pág. 23. "Loos revolucionó la arquitectura en Viena con el diseño de este café. A diferencia de la arquitectura de la Secesión Vienesa y de la idea que se tenía entonces del modernismo, Loos renunció con el diseño de este café a todo tipo de adorno. La distribución del espacio interior consiste principlmente en paredes revestidas de color, muebles de caoba y sillas de madera vurvada barnizadas en rojo. Loos no quería construir nada original con el Café Museum, sino simplemente un café vienés de 1830, época en la que segun Loos, todavía no había tenido lugar la mezcla de estilos arquitectónicos. En 1890, esta obra parecía tan radical que hubo quienes se  burlaron del café llamándolo "Café Nihilismus", como menciona Ludwig Hevesi en las crónicas de la época. Por medio del arquitecto max Fabiani, Loos obtuvo el encargo de Ferdinand Rainer de construir el café. Este último se convirtió en un gran admirador de Adolf Loos  y le encargó en 1903 la decoración de su propia vivienda en la Schawindgrasse 13 de Viena. 


Loos creó en el Café Museum un local espacioso y luminoso que se convirtió rápidamente en un popular punto de encuentro de artistas y literatos vieneses, debido a su ubicación cerca cerca de la Sucesión Vieneses, la Escuela de Artes Gráficas, la Escuela Técnica Superior, la Öpera y la Casa de los Artistas.


Loos diseñólos muebles, retocó los modelos de la serie de madera curvada de Thonet y Kohn utilizando en sus diseños una sección transversal elíptica (en lugar de una sección transversal circular) así aligeraba el efecto óptico de la silla, sin perder estabilidad. 


La reconstrucción del color en la fotografía del año 2000 muestra la sorprendente modernidad del interior: mesas de mármol redondas e independientes con sillas rojas de madera curvada colocadas en un local en forma de "L" cuyas paredes estaban revestidas con un papel aterciopelado de color verde claro. El zócalo de las paredes estaba revestido de caoba, el techo blanco tenía unos rieles visibles de latón, tras los cuales pasaban los cables de la luz. En las paredes había lámparas de gas por si se producía un cortocircuito.


Para la decoración exterior del Café Museum, Loos eligió un revoque áspero que contrastaba con el revoque fino del resto del edificio. Dichas superficies desprovistas de todo adorno eran consideradascomo una innovación radical. 


A principios de los años treinta, el arquitecto Josef Zotti redecoró el Café Museumcasi por completo, de manera que Adolf Loos que vivía sólo a unos metros de allí, se vió obligado a ver la transformación de su obra más importante de su juventud. 


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FRAMPTON Kenneth., Historia crítica de la  Arquitectura Moderna. Gustavo Gili. Barcelona, 1987. 


Pág.92-97.“Adolf Loos y la crisis de la cultura, 1896-1931”


En los interiores domésticos de Loos la expresión fue todavía más ecléctica y reflejó la fundamental escisión de su obra entre una rusticidad confortable por una parte y una severa monumentalidad por la otra. Invariablemente, cubría con paneles sus paredes hasta nivel de friso o de pinturas, con piedra pulimentada o madera, sobre cuyos paneles quedaba o bien un espacio en blanco o bien un remate con un detalle ornamental clásico en yeso. (En Ornamento y delito , Loos había admitido la apropiación ecléctica del ornamento arqueológico, mientras excluía categóricamente la invención de la decoración moderna.) En los ambientes públicos los techos solían estar desnudos, en tanto que en los privados estaban vestidos con madera o metal. En otras ocasiones, en particular en los comedores, podían verse aliviados por unas vigas de madera Richardsonianas que a veces adquirían proporciones grotescas como en la casa Steiner de 1910. En general, los suelos eran de baldosa de parquet y siempre estaban cubiertos por alfombras orientales, en tanto que los alrededores de la chimenea, frecuentemente de ladrillo, ofrecían un marcado contraste con los detalles de iluminación invariablemente aportados por vitrinas, espejos, lámparas y adornos metálicos. En lo posible, el mobiliario estaba siempre construído a propósito; de lo contrario, era seleccionado por el cliente, aunque se tratase de muebles móviles y de un edificio público. Loos se limitaba al mobiliario curvado estándar tipo Thonet, como en su wagneriano Café Museum de 1899. En su ensayo sobre la abolición del mobiliario, escribió lo siguiente: “Las paredes de un edificio pertenecen al arquitecto. En ellas él manda a su antojo. Y al igual que con las paredes sucede con todo mueble que no sea móvil”. Acerca de las piezas móviles escribió: “La cabecera de hierro forjado de la cama, la mesa y las sillas, los cojines y las sillas auxiliares, los escritorios y los pies de ceniceros… todos esos artículos fabricados por nuestros artesanos en un idioma moderno (nunca por los arquitectos), cualquiera puede comprarlos para si de acuerdo con sus propios gustos e inclinaciones”. Esta actitud tan categóricamente anti- Gesamtkunstwerk estuvo complementada por la pasión de Loos por los materiales ricos, acerca de los cuales escribió a semejanza de Semper: “Los materiales nobles y la buena artesanía no sólo deben ser considerados como compensadores de una carencia de decoración, sino como muy superiores a ésta en su sumptuosidad”.


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