Pág. 293-295.“La apariencia es parte de la imagen que se transmite al público lector; define su marca. En algunos casos las formas de las bibliotecas ha resultado crucial a la hora de generar una imagen más positiva del conjunto de la institución. En este sentido, la propia designación de una biblioteca como Centro de información, Comumicación y Medios de la Universidad Técnica de Brandenburgo en Cottbus (BTU Cottbus) declara su doble intención. Este centro académico se fundó en 1991, tras la reunificación de Alemania, en el emplazamiento que ocupaban una antigua escuela universitaria de ingeniería civil y otras instituciones relacionadas con ella. Tratándose de un organismo de nueva formación, los edificios se dispusieron conforme a una estructura muy clara y se sometieron a estrictas limitaciones de altura. Cottbus, una antigua localidad de la antigua Alemania Oriental, posee un núcleo medieval con varios edificios de interés y un magnífico teatro de estilo Art Nouveau. Como sucedió en muchas localidades de esta parte de Alemania, su sector industrial se hundió tras la II Guerra Mundial, provocando un desempleo generalizado. De ahí que mucho de sus elegantes edificios de los siglos XIX y XX hayan sufrido un lamentable deterioro. La construcción de la BTU Cottbus es parte de un plan más ambicioso que persigue revitalizar la comarca y que ha significado importantes inversiones en su equipamiento arquitectónico. Se entra al campus por un edificio que da paso a un patio flanqueado por las demás construcciones destinadas a los usos comunes, entre ellos los comedores universitarios, las aulas y un centro de congresos. A este edificio de acceso se llega por la Karl Marx Strasse, una vía de gran anchura que limita a ambos lados con una amplia extensión de césped. El Centro de Información, Comunicación y Medios (Das Informations-, Kommunikations- und Medienzentrum), se alza, al otro lado de la carretera, sobre un montículo cubierto de verde, por lo que domina el campus y resulta claramente visible desde todas las partes. Funciona como una señal que anuncia nuestra llegada al campus, un faro que marca la entrada al conjunto de la universidad.
El proyecto de la biblioteca, firmado por los arquitectos suizos Herzog & De Meuron, propone una forma externa completamente original. La fachada está construida por una envolvente de cristal cuyo perfil ondulado lleva impresas unas letras entrelazadas de color blanco. Estas se funden para formar un diseño especialmente visible por la noche, cuando el edificio se ilumina como un farol. Esta piel acristalada continua envuelve el conjunto, ocultando vanos y muros macizos, e impidiendo interpretar la verdadera escala del edificio, que parece mucho más grande de los que es en realidad., asemejándose a un torreón que dominara y defendiera la entrada al campus.
Los propios arquitectos describen la planta del edificio subrayando su aspecto de ameba. Los ascensores, las escaleras de incendios y los aseos quedan comprimidos con dos núcleos de servicio de forma circular, mientras que una escalera de caracol abierta conecta las plantas de uso institucional. En varios puntos del edificio la superficie del piso aparece recortada para producir espacios de doble altura, de suerte que no hay dos plantas idénticas. Este efecto se amplifica mediante el empleo de colores vivos por todo el interior, en el que cada planta presenta un cromatismo diferente. El mobiliario, variado, persigue crear, por una parte, espacios cálidos y casi de descanso y por otra, áreas funcionales. A los estudiantes se les ofrecen espacios donde puedan reunirse para trabajar en grupo y otros en los que estudiar con relativa privacidad y sosiego. La distribución de los libros en las distintas plantas agrupa de un modo natural las zonas de trabajo según un criterio temático. Todo ello produce un efecto muy original y hasta un punto caótico, pero tras el aparente caos existe un orden bien definido. Si se explora el edificio con atención, se advierte que en muchos sentidos se trata de una biblioteca moderna convencional; los volúmenes se concentran en la zona central de los distintos pisos, alejados de la luz, al tiempo que los espacios de lectura se distribuyen a lo largo de la periferia del recinto. Especialmente ingenioso es el modo en que los arquitectos se han servido del perfil ondulado de la fachada exterior para reforzar la diversidad de tamaños y escalas de las zonas de lectura, todo con el propósito de satisfacer los gustos de la mayor cantidad posible de lectores.
El emplazamiento de la biblioteca sobre un montículo, fue el resultado de un cambio en el pliego de condiciones técnicas que tuvo lugar en una fase temprana del proyecto. El diseño original, contemplaba un edificio al que se accedía por el nivel de la calle y con dos plantas de sótano para alojar las zonas de servicio. Cuando se demostró que este diseño no era viable económicamente, se optó por ahorrar dinero ubicando el sótano por encima del suelo y ocultándolo entre un montículo de tierra; un interesante ejemplo de cómo a veces determinados logros de un proyecto vienen impulsados por la necesidad de resolver problemas prácticos.”
La biblioteca que preside la entrada a la universidad se asienta en un montículo elevado sobre la carretera. El exterior del edificio aparece envuelto en una especie de mampara continua de cristal. Durante el día resulta una masa opaca que oculta la disposición de ventanas y tabiques interiores. Sin embargo, por la noche, la luz revela los distintos espacios del interior, mostrando claramente la combinación de zonas de depósito de una sola altura y espacios de lectura distribuidos en dos.
Las diversas plantas están conectadas por ascensores y escaleras de incendios que se alojan en unos núcleos de servicios de forma circular pintados con vivos colores, y por una escalera espiral construida en hormigón, que atraviesa con su forma sinuosa una serie de espacios de una y dos alturas. En la imagen inferior aparece una de las zonas de estudio de dos alturas situadas dentro de la biblioteca. Se trata de una estancia rodeada de libros de ingeniería y matemáticas consultados por los estudiantes cuando elaboran conjuntamente trabajos sobre estas materias. La estructura de doble ventana se atisba al fondo de la imagen. Las láminas de cristal, tanto las exteriores como las interiores, llevan grabado el diseño de puntos. Las exteriores que no están en contacto directo con el edificio aunque lo envuelven por completo, actúan al modo de mampar,; su función es en parte decorativa y en parte de protección frente a la acción del viento, cuando proyecta la lluvia contra la fachada.
De la Biblioiteca al Centro de Información, Comunicación y Medios. El hecho de que la Universidad Técnica de Brandeburgo en Cottbus optara por bautizar su nueva biblioteca con el ampuloso nombre de "Centro de Información, Comunicación y Medios" es un reflejo más bien triste de la falta de confianza actual en el término biblioteca. En los setenta del siglo pasado, poco despues de que los ordenarores empezaran a multiplicar su presencia en nuestras vidas, apareció un nuevo dispositivo que predecía la inminente muerte del libro. El proceso parecía anunciar que las bibliotecas, dejarían de ser necesarias a finales del siglo XX, y , sin embargo, cuarenta años después se publican libros en cantidaes nunca vistas. La aparición de los ordenadores hizo que igualmente algunos hablaran de "la oficina sin papel", aunque de momento la facilidad con la que impriminos documentos desde nuestros equipos, ha incrementadoenormemente el consumo mundial de dicho material. Es verdad que la revolución digital está cambiando el modo en que trabajamos pero no de la forma que auguraban aquellas predicciones. Ciertas tipologías de libro sí están desapareciendo. Las complicaciones de jurisprudencia , por ejemplo, ocupan una gran sección de las bibliotecas académicas en Inglaterra, donde el sistema jurídico determina que cada caso modula la interpretación de la ley; las bibliotecas especializadas en derechjo tenían que dedicar salas enteras a dicha jurisprudencia para que estudiantes y abogados en ejercicio estuvieran al día. Estos textos se encuentran hoy fácilmente accesibles online y la mayoría de las bibliotecas se están deshaciendo de las correspondientes publicaciones en papel para liberar espacio en el que depositar otros materiales. De un modo parecido, las revistas aparecen crecientemente en formato digital, a disposición de los investigadores sin imporar en qué país se encuentre y sin necesidad de acudir a una biblioteca para revisar los números atrasados de una determinada publicación científica. No obstante, la digitalización no se limita a revistas académicas e informes jurídicos. También se han acometido ambiciosos proyectos de digitalización de libros ratos que permiten a los investigadores descargarse, página a página imágenes de muchos libros publicados entre los siglos XV y XVIII. La calidad de estas digitalizaciones varía enormemente, pero sólo la cantidad de libros que, de un modo u otro, están disponibles en la red es apabullante. Resulta legítimo, por lo tanto hacerse la siguiente pregunta¨¿para que necesita una persona acudir hoy en día a una biblioteca?.