KOSTOF, Spiro., Historia de la arquitectura. Alianza Editorial. Madrid 1988. Tomo 3
págs.1107-1165.“Ambientes Victorianos”
Pág. 1107. La Edad de Oro
Un americano con medios que visitara Inglaterra después de la Guerra Civil se alojaría con toda probabilidad en los excelentes hoteles de lujo nuevos. El mayor de los londinenses sería el recién acabado Midland Grand, en la Estación de San Pancracio, la principal entrada a la ciudad por el norte (Fig. 25.1). De entre los de nuevo cuño que servían a los inmensamente elegantes lugares de veraneo de la costa, quizá fuera el más famoso el Grand Hotel, en Scarborough, Yorkshire, apostado prominentemente sobre un acantilado en forma de cuña sobre el Mar del Norte (Fig. 25.2). Ambos edificios, lujosos y costosos, eran la encarnación, en su forma más imponente, del hotel, solo recientemente diferenciado como tipo constructivo respecto a la posada tradicional. Su planta y tamaño reflejan la evolución experimentada por el viaje, que se había iniciado en el siglo XVIII con el sistema de diligencias en los portazgos de los caminos del país y que se había intensificado dramáticamente con la llegada de los ferrocarriles. Los nuevos hoteles tenian cientos de habitaciones, suites con salas de baño, «bares americanos», escalinatas «imperiales», y espacios públicos ornamentados. Las comodidades tuvieron su eco en las últimas promociones de los Estados Unidos, el líder reconocido en el diseño de hoteles. Estas incluían agua corriente caliente y fría, retretes privados, y un ascensor de pasajeros hidráulico utilizado por primera vez por Elisha Graves Otis, en Nueva York en 1857.
La organización de los dos hoteles que hemos mencionado es similar: hileras de habitaciones a lo largo de muchas crujías o estratificadas en pisos, con no menos de treinta en el lado del mar del Grand Hotel de Scarborough. La monotonía visual resultante en las fachadas, se rompía por ligeras prominencias, y había una accidentada línea de tejado con áticos abuhardillados y torres o unidades en forma de torre. Pero la configuración de la superficie, el estilo, es realmente muy diferente en los dos casos.
Esto pone de manifiesto una de las peculiaridades de la escena arquitectónica en la segunda mitad del siglo XIX. Los aspectos funcionales de muchos tipos arquitectónicos eran concebidos racionalmente, y con la colaboración de un creciente número de especialistas en calefacción, ventilación, acústica, ingeniería estructural, etc. Los arquitectos consideraban como su única labor el embellecimiento del marco que alojaba las funciones de un edificio, y hacían uso de sistemas adecuados de efectos visuales. Tal como lo veía el arquitecto del Midland Grand Hotel, George Gilbert Scott (1811-1878), su trabajo y el de sus iguales era el de «decorar la construcción». Y John Ruskin (1819-1900), quizá el crítico más influyente del siglo en el mundo de habla inglesa, proclamaba que la «ornamentación es la parte principal de la arquitectura».