P-215-216. "La arquitectura y el Estado. Ideología y representación 1914-43"
pugna entre el Movimiento Moderno y la Nueva Tradición tuvo que librarse de nuevo en el concurso para el Palacio de los Soviets, convocado en 1931 como deliberada respuesta rusa a la construcción de la Sociedad de Naciones. El impacto de esta competición sobre la arquitectura soviética fue decisiva, ya que no sólo reunió aportaciones de todo el mundo, incluidos proyectos de Le Corbusier, Perret, Gropius, Poelzig y Lubetkin, sino que además estimuló igual actividad dentro de la Unión Soviética, con un gran número de diseñadores individuales, así como proyectos de las principales facciones arquitectónicas, entre ellas Asnova, OSA y Vopra.
Resulta evidente que el proyecto de Le Corbusier fue el más constructivista de toda su carrera, dada la estructura expuesta del tejado de sus auditóriums y la transparencia total de su piel exterior. Sin embargo, a pesar de la naturaleza reductiva de estos elementos, el simbolismo del proyecto resultó totalmente explícito en la tribuna del orador situada al final del bloque de la biblioteca, denominado el podio res pública, detrás del auditorio más amplio. Pocas aportaciones fueron tan literales en cuanto a acordar un valor simbólico a la funcionalidad de sus diversos componentes, y cabe reconocer, aquí una obra tan didáctica en su organización y forma como el teatro de Gropius para Piscator, diseñado unos cuantos años antes. Sin embargo el jurado consideró que la participación de Le Corbusier “mostraba un culto excesivamente pronunciado al mecanicismo y la esteticización”.
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Págs.66-69.“Arquitectura estatal”
En general se rechazaba el Modernismo por no ser adecuado para tales fines y se adoptaba un estilo que era a menudo una versión renovada de la antigua Grecia o Roma con diferentes grados de banalidad. Bajo el punto de vista nacionalista, el fallo del Modernismo era su preocupación por la funcionalidad y las necesidades de la gente que ocuparía los edificios. Sus formas abstractas a menudo austeras no se consideran capaces de llevar consigo el sentimiento de poder y duración necesarias para representar a un imperio o una nación....
...Cuatro años después en 1931 se repitió el concurso en Moscú, donde Stalin tenía deseos de dejar su sello erigiendo un monumental Palacio de los Soviets en el Kremlin. La concepción en la que Molotov formaba parte del jurado, atrajo entradas de Le Corbusier, Gropius y Perret, pero salió elegido un diseño clásico del ruso I.S.Iofan. La construcción de la entrada ganadora de Iofan sólo empezó después de unos cuatro años de revisiones. El plano final era una torre que consistía en una sucesión de pilares con columnata coronados por una extravagante estatua de Lenin. Se abandonó la construcción del Palacio de los Soviets, pero aún así marcó un giro decisivo en la arquitectura soviética, que pasó por una profusión sin fin de imitaciones de la antigua Grecia, adornadas con esculturas y que incorporaban bloques de torres recordando el edificio Woolworth de Nueva York y hasta los interiores decorados del metro de Moscú, empezado a construir en el año 1934.
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Tengamos en cuenta el carácter funcional de los proyectos de Le Corbusier no realizados para el concurso del Palacio de la Sociedad de las Naciones (1927) y del Palacio de los Soviets (1931). De ellos arrancan ejemplos posteriores de nueva monumentalidad, como el arco del Jefferson Memorial en St. Louis (1948-1964) de Eero Saarinen, uno de los primeros ejemplos de nueva monumentalidad, que también tiene cierto parecido con los arcos simbólicos que Alberto Libera proyectó para Roma entre 1937 y 1942. Precisamente Giedion señaló con insistencia que “si en 1927 el esquema de Le Corbusier para la Sociedad de las Naciones en Ginebra no hubiera sido neutralizado por los políticos dominantes en la Sociedad de Naciones, el desarrollo de la monumentalidad en la arquitectura contemporánea hoy estaría en otro estadio”.Y véase hasta qué punto la intuición plástica de Giacometti, de 1930-1931, se mantiene hasta proyectos como el Memorial de America Latina en St. Paolo de Oscar Niemeyer (1988); de nuevo volúmenes modernos, autónomos y abstractos sobre una plataforma.
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págs.1211-1262. “Arquitectura y Estado . Los años de entreguerras”
pág. 1222. Tradicionalistas y modernos.
Las batallas entre los arquitectos modernos tuvieron poca importancia a largo plazo. A pesar de la Revolución, los arquitectos académicos de la vieja generaciónseguían dominando la situación y construían la mayor parte de lo que se edificaba. El país estaba extremadamente atrasado, sin que pudiera hablarse de industrias importantes, y tenía una tecnología muy primitiva. Las tres cuartas partes de Moscú estaban construidas en madera. La arquitectura sobre papel de los nuevos arquitectos modernos, aunque fuese generalmente aceptada, habría estado técnicamente fuera de lugar.
Después de la Revolución, la propiedad privada de los terrenos y la propiedad arrendada habían sido abolidas. Los trabajadores fueron instalados en casas y apartamentos ocupados en otro tiempo por la burguesía. El debate entre los funcionalistas, acerca de si las nuevas ciudades debían estar constituidas por casas comunales alrededor de plantas industriales, o bien, si debía renunciarse definitivamente a la vida de la ciudad en favor de una Rusia dotada de hogares individuales de estructura ligera, tuvo efectivamente poco peso en los acontecimientos reales. Sólo en la segunda mitad de la década, despegó la nueva construcción, y se dio participación a los arquitectos modernos. Pero su experiencia práctica retrasaba a su audaz visión, especialmente en temas técnicos. Y su identificación con una vanguardia socialista internacional resultó cada vez más antitética a la política soviética. Bajo Stalin, la Vkhutemas entró en liquidación y en 1932, cuando se estaba juzgando la competición para el Palacio de los Soviets, el Comité Central del Partido Comunista optó por la monumentalidad y por el estilo clásico. Esta era la doctrina del «realismo socialista», y condujo al final de una breve fase experimental de la arquitectura de la URSS.
Podemos apreciar la fuerza reaccionaria del realismo socialista al ver el esquema de Le Corbusier para el Palacio de los Soviets y compararlo con el que eligió el gobierno para su construcción (Fig. 27.15). El edificio fue promovido para celebrar los logros del primer Plan Quinquenal. Debía levantarse frente al Kremlin, en la otra orilla del Moskva, y se emplearía para reuniones políticas y congresos....
...Pero el esquema de Le Corbusier para el Palacio de los Soviets también ilustra lo lejos que había llegado el propio Estilo Internacional en la década de los veinte. Las inmensas fachadas curvas de las dos salas de actos en forma de abanico, las rampas y plataformas situadas entre ellas, capaces de albergar a 50.000 participantes, el sistema de tejados del salón mayor con sus vigas colosales inspirado en Freyssinet... toda esta energía escultórica y dramática dejaba atrás, si no contradecía, al principal logro estructural del Estilo Internacional, incluyendo la participación del propio Le Corbusier en él.