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GIEDION S., Espacio, tiempo y arquitectura. Edit. Edit. Reverté. Barcelona, 2009.


pág.372. LA ESCUELA DE CHICAGO.


pág.377. Las nuevas posibilidades cambian el aspecto de la ciudad. El espíritu de la Escuela de Chicago, su impulso hacia las soluciones más sencillas y evidentes, enseguida llegó a dominar todo el Loop. Sus obras brotaban unas junto a otras. Burnham y Root levantaron su bloque Monadnock en la esquina de las calles Dearborn y Jackson en 1891. Éste fue el último de los edificios en altura construidos con muros macizos de fábrica. Un crítico coetáneo, Montgomery Schuyler, lo denominó «el mejor de todos los edificios de oficinas en altura», pero no es demasiado típico de la Escuela de Chicago. Su expresión deriva más de los refinamientos arquitectónicos que de las nuevas posibilidades. Y los pesados muros de fábrica no eran la solución al problema de los edificios de muchos pisos. Las dimensiones más bien pequeñas de las ventanas indican hasta qué punto causaron dificultades a los arquitectos. 


Al otro lado de la calle, en diagonal desde el bloque Monadnock, hay otro edificio  de Burnham y Root, el Great Northern Hotel (1891). Sus limpias fachadas de ladrillo incluyen para las habitaciones del hotel las 'ventanas de Chicago' usadas para las oficinas. The Fair, los grandes almacenes de Jenney, se construyó también en esta época. Tres años después, en 1894, Holabird y Roche construyeron el edificio Marquette un poco más abajo de la calle.  


El frente del Marquette está excepcionalmente bien proporcionado y es imponente por su sencillez y su gran extensión de 'ventanas de Chicago'; sigue siendo el edificio de oficinas típico del Chicago de los años 1890. La exigencia de los propietarios de que ni un solo centímetro del interior quedase sin luz quedó plenamente satisfecha. Desde la calle, el Marquette parece un bloque cerrado, pero en realidad está recortado en la parte trasera más o menos como una letra E. El palo intermedio de la E -la parte comparativamente más oscura del edificio- se usa como vestíbulo de ascensores, con todos ellos agrupados en él. Como en la mayoría de estos edificios, buena parte de la planta se construyó sin tabiques, de modo que pudiesen subdividirse más tarde a la medida de los inquilinos. 

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