Pág. 701. Un conjunto de viviendas a gran escala: Regent's Park
Durante las últimas fases de la urbanización de Bloomsbury, John Nash recibió el encargo de proyectar un conjunto de edificios y jardines para lo que por entonces era Marylebone Park, una gran extensión de praderas de forma irregular perteneciente a la Corona británica, situada en el borde norte de Londres. El Príncipe Regente quería urbanizarlo para fines residenciales, pero sin abarrotarlo de edificios; en concreto, deseaba crear un nuevo gran parque accesible a los habitantes de la ciudad. Nash trazó su primer plan en 1812 (figura 464); tras algunas modificaciones y retrasos, el proyecto se llevó a cabo durante la década de 1820. El resultado fue Regent's Park y sus terraces.
Al hacer su plan, Nash «declaró que sus objetivos eran tres: primero, asegurar los mayores ingresos posibles a la Corona; segundo, contribuir a la belleza de la Metrópolis; y tercero, estudiar la salud y la comodidad del público.» Su trabajo fue otro ejercicio de disposición libre de grandes conjuntos edificatorios situados frente a la naturaleza; el plan no seguía el ejemplo de las squares de Londres, sino más bien esa línea que comienza en Versalles y continúa por los crescents de Bath y la disposición de algunas otras ciudades inglesas.
Regent's Park está situado a eje con Portland Place (1778), obra de los hermanos Adam. Como conexión entre este conjunto y Piccadilly Circus se trazó Regent Street, también obra de Nash. Esta imponente calle comercial londinense se construyó en torno a 1820 y se acabó justo cuando se estaban empezando las terraces de Regent's Park. En conjunto, constituyen el equivalente inglés de la Rue de Rivoli de Napoleón. Nash había comenzado el Park Crescent en 1812 al final de Portland Place. Sin embargo, todavía no era el momento oportuno: Napoleón aún estaba invicto, las condiciones comerciales resultaban inciertas y las bancarrotas eran frecuentes. Pero hacia 1825 todo estaba ya en orden y había surgido una nueva clase adinerada.
Era para esta nueva clase para la que estaban pensadas las residencias de Regent's Park. Al ser una clase opulenta y anónima que se había hecho rica con la industria, el desarrollo del comercio con las colonias o la explotación de las victorias inglesas en el campo de batalla, se podían permitir perfectamente las magníficas casas que Nash había proyectado para ellos. En 1825, casi de la noche a la mañana, aparecieron largas hileras de viviendas adosadas (terraces) que, partiendo de Park Crescent, abrazaban Regent's Park como un par de gigantescas pinzas de langosta.
Bastante retranqueados con respecto a la calzada que rodea el parque, la mayoría de los edificios se encuentran en solares elevados, con el terreno situado entre ellos y la calzada escalonado para separar ambas cosas. Las casas dan directamente al parque, disfrutando así de las vistas, pero sin agobiarlo.
En Park Crescent, los edificios vuelven a estar tratados como partes de una unidad, una unidad que a menudo consistía en cincuenta casas particulares. Pero esta preocupación por el efecto de conjunto no alcanza ese resultado completamente neutro logrado en Bloomsbury. Las terraces de casas altas y estrechas estaban concebidas conscientemente con cierto énfasis en la monumentalidad; recuerdan el Royal Crescent de Bath, pero en sus partes centrales con pilastras ya revelan el germen de la forma de finales del siglo XIX.
La audacia en el tratamiento del espacio exterior. Decididamente más importante que la ejecución real del parque y las terraces es para nosotros el plan original de Nash, de 1812, que lamentablemente no se llevó a cabo. Y es que en ese plan se aprecian una audacia imaginativa y un atrevido tratamiento del espacio exterior que resultan sumamente significativos hoy en día. El sencillo dibujo de ese plan que aparece en la biografía escrita por John Summerson demuestra la originalidad y el alcance del pensamiento de Nash. La audacia de su concepción queda ilustrada por varios detalles sorprendentes.
Para empezar, Nash planeó levantar dos inmensos crescents semicirculares en la parte norte del parque, que se habrían elevado como dos enormes semicilindros en medio de un mar de vegetación. Nash también quería colocar un círculo doble en el centro del parque. Las casas de estos anillos concéntricos debían orientarse en direcciones opuestas: las de uno hacia dentro, y las del otro hacia fuera. Pero incluso más interesante es su propuesta para delimitar el lado este del parque con una serie de terraces. Nash pensaba introducir grandes conjuntos de edificios en el parque, con una libertad de disposición que resultaría atrevida incluso hoy en día. En la esquina sureste, como apoyo a la entrada principal, una plaza abierta —que Nash pretendía que fuese más grande que Russell Square— enlazaba con el espacio abierto del parque. Cerca del brazo corto superior de esta plaza, Nash colocó un edificio largo, paralelo a dicho brazo y que retrocedía aún más; y en ángulo recto con este edificio, una pieza única que, de modo completamente asimétrico, se extendía la mitad de la longitud del parque.
Esta organización del espacio exterior, con conjuntos que avanzan y retroceden y que no pueden abarcarse con una única mirada, nunca llegó a hacerse realidad durante este periodo. Sin embargo, la disposición libre de grandes piezas edificatorias en contacto con la naturaleza que aparece en este primer plan de Nash era una premonición de las operaciones del siglo XX. Al igual que Francesco Borromini amplió a finales del siglo XVII las fronteras edificatorias tratando de alcanzar la interpretación de los espacios interior y exterior, Nash se aproximó con su proyecto, en el ámbito del urbanismo, a esa libertad de organización espacial que desde entonces se ha explorado a una escala incluso mayor.
Hemos visto que el requisito fundamental del urbanismo es el mantenimiento de una autoridad de control, sin dispersión alguna entre quienes de manera independiente ejercen el control sobre el suelo. Pero tal vez es igualmente importante que esa autoridad de control posea cierto instinto para el urbanismo. En el siglo XX, enormes bloques de viviendas o negocios se han injertado en las hermosas plazas barrocas (Berkeley Square, por ejemplo), destruyéndolo todo. El mundo de los negocios no es el único culpable. La Universidad de Londres ha ido reduciendo constantemente a la insignificancia el distrito más noble de la ciudad. Debido a influencias en parte europeas continentales y en parte norteamericanas, Londres parece haber perdido ese instinto para la escala que fue responsable de la creación del barrio de Bloomsbury.