MONTANER J.M. MUXI Z., Arquitectura y política.Gustavo Gili. Barcelona, 2011.
Págs. 197- 246.“Alternativas”
Continuando con lo iniciado en el capítulo dedicado a “las tradiciones alternativas de vida comunitaria” pensadas para la igualdad real de oportunidades para hombres y mujeres, la primera obra que se debe destacar es el edificio de viviendas Margarette Schütte-Lihotzoky Hof en Viena, un ejemplo hecho por y para mujeres. A principios de la década de 1990, el Instituto de la Mujer del Ayuntamiento de Viena hizo un análisis de la producción de vivienda pública, dirigido por Eva Kail. En Viena, la producción de viviendas públicas es muy importante, e indagando sobre su autoría, se dio cuenta de que entre los proyectistas de las grandes obras de vivienda pública no había mujeres. Ante esta evidente discriminación sin justificación, decidieron realizar una selección de arquitectas para organizar el concurso de un plan general donde se definieran las condiciones de las viviendas pensadas para facilitar la conciliación y la vida cotidiana de las mujeres.
El proyecto de aproximadamente 350 unidades de viviendas, se desarrolló entre 1993 y 1997 y las motivaciones fundamentales para hacer un proyecto de viviendas pensado por mujeres y para mujeres fueron dos. La primera tiene relación con los cambios sociales y de roles de la mujer en la sociedad contemporánea, reconociendo que, en el proceso convencional de planificación urbana y de construcción, apenas se toman en cuenta sus necesidades y problemas específicos. Gran parte de estas necesidades específicas derivan de la imposición de roles y responsabilidades de género asignados; el cuidado del hogar y la familia. La “mujer ideal” de hoy en día no es el alma de casa recatada de antaño, sino aquella que trabaja y al mismo tiempo lleva eficazmente la casa. En Viena se dedican 39 horas semanales a las actividades relacionadas con el hogar, y el 76% recae sobre las mujeres. Los conflictos espaciales aparecen debido a la rotura de los dominios tradicionales del hombre y de la mujer, para evitarlo y logar el reparto igualitario del tiempo del trabajo y la familia, se necesitan estructuras urbanas que permitan y faciliten a ambos elegir libremente cómo organizar su vida. La segunda motivación es la ausencia de mujeres entre los expertos en los procesos de planificación y proyectación de barrios y viviendas.
El proyecto urbano ganador fue el presentado por Franziska Ullman y el conjunto se dividió entre las cuatro arquitectas participantes del concurso; la misma Ullmann, Gisela Podreka, Elsa Prochazka y Liselotte Peretti. Los criterios esenciales del proyecto fueron las múltiples facetas de la vida cotidiana de la mujer tanto en los procesos de planificación urbanística como en la construcción de viviendas. El objetivo era demostrar que los criterios para una vivienda adaptada a la mujer no constituyen solo un manifiesto teórico, sino que pueden llevarse a la práctica. El proyecto incorporaba la participación de las furutas usuarias y usuarios como un dato fundamental y necesario, y entre las características de proyecto más específicas destaca la propuesta de usos mixtos del suelo que rompe con la rígida funcionalización de la ciudad; es decir, en el mismo complejo construido conviven las viviendas con espacio para el trabajo reproductivo, de ocio, equipamientos educativos, un centro de salud, una comisaría para la policía local, comercios y espacios para el trabajo remunerado. Para que este requerimiento fuera posible, las arquitectas participantes en el concurso tuvieron que solicitar una modificación de la normativa que permitiera el uso mixto del suelo, sin el cual era imposible pensar propuestas en el sentido indicado. El espacio comunitario está proyectado con principios sostenibles, y se previeron ámbitos para diferentes edades, adecuando su proyecto a los usos y los diferentes usuarios; lugares de juego cercanos a los accesos para lo adolescentes, espacios más resguardados para los niños y zonas más tranquilas para las personas mayores.
Se buscó una variedad de tipologías con la máxima flexibilidad en su uso y la máxima relación entre las cocinas de las viviendas y los espacios de juego de los niños más pequeños. Cada edificio cuenta con un espacio comunitario cuyo uso decide la comunidad. Los espacios intermedios o de paso están sobredimensionados para que sirvan de espacios de juegos alternativos para los niños en días de mal tiempo. Se preveen espacios comunes de almacenaje para grandes bultos en cada planta y para bicicletas, carritos, triciclos etc. en planta baja, todo ello diseñado buscando la máxima visibilidad, las transparencias y garantizando la seguridad de las personas. Y lo más impactante es que el espacio abierto interior es auténticamente público, de paso, de juego y de estancia. A partir del aprendizaje de esta primera experiencias se ha continuado con el programa, y en marzo del 2009 se finalizó la construcción del tercer conjunto de estas características.