Págs. 163 - 181.“La búsqueda de la forma ideal por parte de Le Corbusier”
Hacia 1917 Jeanneret se había instalado en París. Había habido disputas legales sobre la villa Schwoh y, en cualquier caso, puede que encontrase la vida provinciana demasiado agobiante. Pronto conoció a Amédée Ozenfant , quien le introdujo en la vanguardia poscubista, que incluía a artistas como Fernand Léger y al poeta Guillaume Apollinaire. Ozenfant , más tarde autor de Art (1928), tenía muchos intereses: pintura, fotografía, psicología, antropología y publicación de panfletos. Al igual que Jeanneret , sentía curiosidad por la belleza de las máquinas; solía verlas tal como habían hecho los futuristas poco antes, como provocadoras de sensaciones románticas. Sin embargo, en este ambiente intelectual -que estaba muy interesado en la sección áurea y las supuestas leyes constantes de la percepción- se daba a las actitudes futuristas una forma visual geométricamente disciplinada. La síntesis del tema industrial con un estilo hierático puede encontrarse, por ejemplo, en algunas de las pinturas de Fernand Léger en esta época, como La ciudad (1919). Ozenfant animó a jeanneret a pintar y le inició en las ideas del arte moderno que había estado evolucionando en París desde los días de Cézanne; evidentemente, había conocido algo de estos movimientos durante su estancia en la ciudad en 1908, cuando había trabajado con Perret y había pasado en solitario horas enteras vagando por museos u observando las últimas construcciones de acero y vidrio. Jeanneret enseguida se sintió a gusto en este nuevo ambiente, y hacia 1918 él y Ozenfant habían reunido suficiente trabajo como para exponerlo; se llamaron a sí mismos 'puristas' y su catálogo era una especie de manifiesto titulado Aprés le Cubisme (Después del Cubismo'). Aunque sus pinturas tomaban del Cubismo recursos tales como la combinación de formas abstractas con fragmentos figurativos, así como el manejo del espacio en capas ajustadas y ambiguas, su nueva orientación suponía un rechazo del mundo extravagante y fragmentario de Picasso y Braque, y en favor de la precisión y el orden matemáticos. Esta rappel à l'ordre expresaba tal vez un sentimiento de consolidación después del caos de la guerra. Es más, los puristas establecían su genealogía en la tradición clásica: veneraban a Poussin, Seurat y Piero della Francesca, y elogiaban la dignidad y el sereno control intelectual de sus obras. Ozenfant y Jeanneret tenían conocimiento de la abstracción de De Stijl, pero rechazaban un arte no objetivo. Sus temas continuaban los del Cubismo al estar sacados de los objetos banales de la mesa de café, el estudio y la tienda de máquinas: guitarras, botellas y pipas se presentaban en sus formas más típicas. Su interés en la `moralidad' del objeto simple nos trae a la mente el elogio de Adolf Loos tanto a la artesanía espontánea como a la `objetividad' de la ingeniería. Una vena de platonismo en la visión purista llevaba a los artistas a perseguir las ideas esenciales subyacentes y a preocuparse por la clasificación de tipos ideales en el diseño. Exploraban la tensión entre lo 'corriente' y la espiritualidad. La Naturaleza muerta de Jeanneret de 1920 es representativa de su trabajo en este periodo. Las siluetas de la botella y la guitarra han quedado reducidas a figuras geométricas colocadas paralelamente a la superficie del cuadro; los perfiles y los colores son precisos y nítidos; la tensión visual se introduce mediante solapamientos y ambigüedades espaciales; el principio cubista de fundir diferentes vistas de un mismo objeto de ser una defensa del 'funcionalismo' (de lo que se han quejado algunos críticos); en realidad, estaba impregnado de una elevada visión del papel del arte y resaltaba el valor poético de la forma escultórica.
---
Págs.205-261.“La vanguardia figurativa”
El purismo. El primero de los movimientos que derivaron del abismo no en sentido cronológico ni por su importancia, y menos por su difusión, sino porque nace en el mismo ambiente de la escuela de París y sobre todo por una cierta semejanza de tema y de lenguaje fue el purismo, surgido por obra de Ozenfant y de Le Corbusier con el manifiesto Après le Cubisme, redactado en 1918. En oposición a la «apertura» del movimiento de que derivan, los puristas se plantean una pintura absolutamente objetiva y al mismo tiempo implicada en todos los aspectos posibles de la moderna civilización mecánica; fue ejemplar en este sentido la revista Esprit Nouveau, publicada desde 1920 hasta el 1925. Sus cuadros, eludiendo todos los significados referentes a contenidos, son composiciones objetivas de elementos simples, que se entrelazan con el fondo en una imagen unitaria sin elementos sobresalientes. A pesar de la intención impersonal, el rigor geométrico, el trazado regulador, el purismo no rechaza el lirismo, que confía a la propia elección de «objetos de reacción poética» (los elementales de la naturaleza, una piedra, un huevo, un caracol, y los artificiales, los platos, los vasos, el habitual bried-brac de las naturalezas muertas, que adquieren, sin embargo, el sentido congelado y mecánico de los motores nuevos, inmóviles y brillantes que todavía no han entrado en rodaje). El purismo no fue un gran movimiento pictórico, pero sancionó por primera vez y definitivamente la alianza entre el arte y la producción industrial, en el sentido de que el espíritu mecánico no solo entra en el dominio de las artes aplicadas, sino que también sirve de guía a la pintura «pura», sostiene la forma y se propone como su contenido. Pueden encontrarse otras particularidades en esta singular producción pictórica, en el límite entre lo figurativo y lo abstracto, pero su signo más destacado es el hecho de que en ella militó Le Corbusier, algunos de cuyos cuadros puristas tienen la misma matriz morfológica de mucha de su arquitectura, hasta el punto en que parecen plantas de edificios.