Págs. 61-84.“ La época de la reorganización y los orígenes de la urbanística moderna (1983-1850)”
Las concentraciones industriales se convierten en polos de nuevas aglomeraciones humanas en rápido desarrollo o provocan, si se localizan junto a ciudades existentes, un desmesurado aumento de su población. Se calcula que cerca de un quinto de la población inglesa vivía en ciudades, al inicio de la revolución industrial, y los otros cuatro quintos en el campo; hacia 1830 las poblaciones urbana y rural están ya más o menos igualadas, mientras que en nuestros días la proporción se ha invertido y cuatro quintas partes de los ingleses viven en ciudades...
... En 1833 se pronuncia la primera ley verdaderamente eficaz sobre fábricas, obra principalmente, de Lord Ashley: se reducen las horas de trabajo a 48 para los niños y niñas menores de 13 años y a 65 para los jóvenes de hasta 18 años, se fijan descansos regulares para las comidas y se crea un cuerpo de inspectores centrales para que tales disposiciones sean respetadas. La ley es mejorada en 1842, prohibiéndose que mujeres y niños trabajen en las minas; en 1844, prohibiendo que muchachos menores de 9 años sean empleados en la industria textil; las progresivas limitaciones al empleo de los niños van acompañadas de progresivas ampliaciones de la instrucción escolar obligatoria. En el mismo 1833, Lord Wilbeforce logra la abolición de la esclavitud en todas las colonias.
La vieja ley sobre los pobres es reformada en 1834; el sistema en vigor, instituido en 1795 y conocido con el nombre de Speenhamland, aseguraba a cada cual un determinado nivel de subsistencia, fijado a partir del precio del pan: si la retribución recibida es menor, se cubre la diferencia con un subsidio. Animados por las teorías radicales, los reformadores se proponen la abolición gradual del sistema de subsidios, pero al mismo tiempo son contrarios a fijar un salario mínimo obligatorio, por lo que prefieren mantener en uso las tradicionales work-houses o asilos obreros, procurando que las condiciones de vida en estos establecimientos no sean inferiores a los más penosos trabajos que existan fuera de ellos; al mismo tiempo, someten la aplicación de la ley a un control central, para evitar los abusos locales.
Las administraciones municipales electivas se instituyen en 1835, sustituyendo a las antiguas instituciones de origen feudal; se provee así a cada ciudad de una autoridad democrática, a la que compete desde entonces toda intervención pública tocante a edificación, vialidad, instalaciones urbanas (en otro tiempo dispersas en una infinidad de instituciones especiales) y, más tarde, a verdadera y propia planificación; estas administraciones están sometidas a dos fuerzas complementarias: desde abajo, el electorado, que impone la satisfacción de las exigencias locales y, desde arriba, la autoridad central que mira por los intereses generales. Se obliga así a la vida administrativa municipal a salir de su largo inmovilismo.